Accidente de tráfico

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Todo ocurrió muy rápido, no dio ni tiempo a que pudieran reaccionar ante el trailer. La nieve comenzó a tomar un color rojizo, como el de la sangre. El coche había dado varias vueltas, quedándose tras el impacto del revés, con los cristales de las ventanillas rotos.
Varias ambulancias llevaron a los heridos al hospital más cercano, yendo lo más rápido posible por la gravedad del asunto. Una herida, inconsciente, salía de su boca sangre, lo que significaba una hemorragia interna.
Nada más llegar al hospital se llevaron a los heridos con menor gravedad a traumatología, mientras que la más grave fue llevada al quirófano, para ser atendida por urgencia.

~ Horas antes del accidente. ~

Llamaron al teléfono de Sam, para comunicarle que las clases de mañana se cancelarían, porque había una previsión del tiempo muy inestable, con una gran probabilidad de nieve. Miriam saltó de la alegría, nada más pensar que no tenía que madrugar para ir a clase... Ya era motivo de celebración.
"No te vas a librar de madrugar, mañana iremos de buena mañana para ir a hacer la compra." La alumna resopló, sacando luego la lengua.
"¿Y no podemos ir más tarde?"
"No, que luego se llena de gente y tardamos mucho en llegar a casa." Miriam puso cara de cachorrito, esperando que funcionase. La profesora hizo que se sentara en la cama, sentándose después ella encima de la otra. "Tal vez me lo piense si te portas bien ahora..." La alumna sonrió de lado, acercándose lentamente a los labios de su amada profesora, deseando besarlos. Una vez unidos los labios, ninguna de las dos quería separarse, querían sentirse una sola persona. La profesora rompió el beso, sonriendo con cierta malicia.
"¡No seas cruel! Lo bonito que era el beso..."
"Lo sé, pero tenemos toda una vida por delante para besarnos." La profesora lamió su mejilla. "Venga, vamos a jugar con la nieve."
"¡Ay sí! ¡Te pienso llenar de nieve!" Ambas fueron al armario y se pusieron ropa apropiada para poder soportar el frío del exterior. En estar preparadas salieron de casa, comenzando así a tirarse bolas de nieve. Sam le tiró una bola de nieve a la cara de su alumna, soltando después varias carcajadas. "¡Te vas a enterar!" Empezaron a correr alrededor de la casa, Miriam con ganas de darle en la cara a su profesora, para devolvérsela. La sustituta paró en seco, abriendo luego los brazos, atrapando a su seguidora con fuerza.
"Te quiero mucho, cariño." Miriam se sonrojó y besó su mejilla. Se tumbaron en la nieve, haciendo un ángel.
"¿Ves ese ángel que has hecho, Sam? Eres tú." La profesora sonrió a más no poder.
"Que boba eres, pero eres mi boba." Se besaron rápidamente, para que nadie las viera. Se cogieron de la mano, cerrando después los ojos, para disfrutar del momento. Pasados pocos minutos, cuando el cielo se volvió casi oscuro, entraron a casa para no pillar un buen resfriado. Pusieron la ropa para lavar y fueron al cuarto de aseo, preparando el agua caliente para ducharse. En estar preparada se metieron a la vez, quedando Sam entre las piernas de la otra, con una pequeña sonrisa.
"Sam, quisiera preguntarte algo."
"Claro, lo que quieras."
"¿Te imaginas estar en un futuro casada y con hijos?"
"No imagino un futuro mejor que estando contigo a mi lado. Además, para niña ya estás tú."
"¡Oye! Qué mala eres." Miriam mordió el cuello de la otra, a modo de castigo.
"¡Y tú carnívora!" Se rieron las dos a la vez.
En estar las dos limpias y calentitas, salieron del baño, poniéndose un pijama. Cenaron pizza casera y se fueron a la cama, mirándose fijamente.
"Sam, te quiero mucho."
"Y yo a ti, no lo olvides jamás."
"Lo prometo." Se dieron un beso de buenas noches, dándose después la espalda.
A la mañana siguiente cuando sonó la alarma, las dos gruñeron por lo bajo, hacía tanto frío que a ninguna le apetecía salir de casa, y mucho menos de la cama. Pero si querían comer debían hacer el esfuerzo sobrehumano. Tras 5 minutos salieron las dos, dándose un abrazo de buenos días.
Desayunaron un caliente chocolate mientras que veían las noticias en la televisión, las cuales decían que hoy haría peor tiempo que ayer, pero que a partir de mañana todo mejoraría. En acabar de desayunar se vistieron y salieron de casa, encontrándose todavía nieve por el suelo. Entraron en el coche, poniendo el calentador. "Oye, el suelo estará mojado todavía, ¿será seguro ir en coche?"
"Soy una conductora de 10, no temas mi princesa." Soltaron varias carcajadas y Sam condujo hasta el supermercado más cercano, situado a 6 minutos en coche. En llegar cogieron un carro y compraron lo que creían que era necesario, a parte de una botella de vino para la noche. Acabaron de comprar y lo guardaron en el maletero. Se metieron dentro del coche, notando el calentito. Se frotaron las manos y la profesora condujo para casa, pero a mitad de camino pudieron observar que la carretera se había convertido en hielo, haciendo que su conducción se viera muy dificultada. Miriam tuvo un pálpito de que algo malo estaba a punto de ocurrir, y ella nunca fallaba. Así que miró a su alrededor, y al ver que un camión se dirigía hacia ellas a toda velocidad soltó un grito, creando a los pocos segundos un accidente de coche. El camión golpeó por la parte del copiloto, justo donde estaba Miriam. Ésta se llevó la peor parte. Cuando el coche dejó de dar vueltas, la profesora miró a su alumna, viendo que tenía sangre por todas partes y varios cristales incrustados. "M-Miriam, lo siento... ¿Puedes oírme?" Pero no hubo respuesta alguna, cosa que hizo preocupar más a la profesora. "Por favor... No te mueras, te necesito en mi vida. Viviremos en una casa llena de niños, por favor, no me abandones..." Pasados unos minutos llegó la ambulancia, temiéndose lo peor para la joven.

Enamorada de mi profesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora