Prueba de valor

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Ambos cuerpos se encontraban completamente unidos, complementándose y formando un solo cuerpo. Ambas deseaban estar juntas, sin nadie que las perturbase. Cuando las dos se miraron a los ojos, podían ver en ellos todo el universo, era realmente precioso. Se dieron un beso en los labios, sin ninguna intención de separarse, pretendían así aumentar el amor que tenían, pues así se demostraban que su amor era eterno.

La profesora bajó una mano a las partes bajas de su alumna, pero no sin antes mirarla a la cara y comprobar que era eso lo que quería.
Comenzó a acariciarlo con toda la delicadeza posible, pues creía que su cuerpo era de porcelana, que debía cuidar y mimarlo. Miriam cerró los ojos, para así disfrutarlo mejor, y para no quedarse atrás inició un movimiento de caderas, para así facilitarle las cosas a su novia. Acto seguido llevó sus manos a los pechos de la otra, jugueteando así con sus pezones. Carmina se relamió los labios y en pensar que el sexo de la pequeña estaba ya lo suficientemente lubricado, la advirtió.
"¿Estás lista?"
"Sí." Y ahí fue cuando metió un dedo dentro. Miriam se mordió los labios con fuerza, reprimiendo así un gemido. El primer pensamiento que tuvo justo en el que le metieron el dedo era miedo, miedo por sentir algo que jamás había experimentado. Pero a los pocos segundos cambió totalmente de idea, cambió el miedo por placer.
La mayor comenzó a mover el dedo dentro de ella, notando que el lugar estaba estrecho y húmedo.
Miriam bajó una mano, llevándola también al sexo de la contraria, acariciándolo con algo de miedo.
"No debes porqué temer, no muerde. Simplemente déjate llevar." La chica asintió y acarició el clítoris de la otra, provocando que soltará un diminuto gemido. A modo de... 'castigo', la bióloga metió otro dedo en ella, haciendo que gimiera un poco.
"No seas así de vengativa jo." Las dos se rieron por lo bajo y continuaron a lo que estaban. Miriam quería complacer a su profesora, por lo que metió un dedo, comenzando a moverlo en círculos a la par que masajeaba con el pulgar su clítoris. Ambas gemían, pero lo hacían de manera que nadie pudiera oírlas.
Así estuvieron un buen rato, hasta que casi notaban que estaban al borde del clímax. La alumna bajó y puso la cara cerca del sexo de Sam, comenzando así a lamerlo, cosa que provocó que la otra se agarrara con fuerza a las sábanas y se mordiera el labio con fuerza.
"No creo que... vaya a tar... Q-qué voy." Y ahí fue cuando la profesora alcanzó el nivel más alto del clímax. Miriam sonrió y fue a darle un beso en la frente, con todo el cariño posible. Se tomaron unos instantes para recuperarse. "Ahora me toca a mí hacerte feliz." Metió dos dedos dentro de Miriam y comenzó a moverlos, a sacarlos y meterlos... no podía dejar de ver su cara de placer, estaba tan preciosa...
La alumna se agarró a la otra con fuerza, alcanzando así también el climax.
"T-te quiero mucho."
"Y yo a ti no sabes cuánto." Se abrazaron, sintiendo el roce de piel con piel. No se quitaban la vista la una de la otra, pues nada les hacía más feliz que eso. "Se que te haría ilusión dormir conmigo pero.."
"Lo sé, no puedo. Que tengas una buena noche."
"Lo sería aún más si pudieras estar aquí." Se besaron y las dos se pusieron el pijama, saliendo después de allí con todo el cuidado posible.

A la noche siguiente todxs fueron al principio del bosque, pues iba a haber una prueba de valor para los alumnos. Se pusieron por parejas, y obviamente fueron juntas Laura y Miriam.
Tenían un poco de miedo, ya que solo se podía ir con dos linternas y un mapa del recorrido que debían hacer. En tocar su turno, las dos comenzaron el trayecto, cogidas de la mano.
Casi en el tercio del recorrido, un profesor comenzó a seguirlas, con la máscara de un monstruo. A Laura le pareció oír algo, así que se giró, y al ver la máscara chilló y se abrazó con fuerza a su amiga. Miriam también se asustó, pero no tanto como su amiga. El profesor se quitó la máscara, comenzando a soltar un montón de carcajadas.
"¡Menudas caras que habéis puesto!"
"¡Eres cruel!" Gritó Laura.
"Jeje, muchas gracias. ¡Hasta luego!" Y se fue corriendo de allí, a asustar a otrxs alumnxs. Se abrazaron durante unos segundos, notando como el corazón se les iba a salir del pecho.
"Menudo susto, pero me asustaste más tú con tu chillido que él."
"¿Perdón?" Ambas se rieron y continuaron el camino.
Cuando llegaron al sitio marcado por el mapa, cogieron dos pañuelos rojos y tomaron el camino de vuelta.
En llegar soltaron un suspiro y entregaron los pañuelos.

En estar todos, tanto los alumnos profesores decidieron sentarse alrededor de una fogata, para contarse historias cautivadoras o de miedo.
También contaban chistes malos, para que la noche fuera especial y única.

Llegaron a la habitación y fueron a ducharse cada una, pues tenían arena por todas partes por culpa de la fogata.
En estar limpias se metieron en la cama y comenzaron a charlar de todo un poco.
"No ha estado mal el día de hoy."
"Ha sido muy divertido ver cómo los profesores intentaban asustarnos, y de oír los gritos de nuestros compañeros."
"Pues a mí eso me ponía de los nervios, oír de vez en cuando gritos..." Le dio un escalofrío nada más pensarlo. Siguieron hablando un poco más, hasta que les entró el sueño. Se dieron las buenas noches y se giraron, para así dormir.

Enamorada de mi profesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora