Confío en ti.

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Miriam intentaba apartarse de su profesora, pero por mucho que lo intentase no era posible.
Sam se sentía culpable de que se hubiera hecho esos cortes, ¿y si lo vuelve a hacer y se le va más de la cuenta? Podría perfectamente morir desangrada, así que decidió cuidar de ella, hasta que la viera fuera de peligro. Besó su brazo varías veces, deseando que así pudiera curarse.
"Prométeme que no volverás a hacer esto, por favor." La alumna apartó la mirada de ella, no podía prometérselo, ya que todavía se encontraba mal y deseaba volver a hacerlo. "Dame las cuchillas."
"No te las pienso dar, así que deja ese tema de una vez." La profesora hizo que la mirara a los ojos, se le veía en el rostro que estaba muy preocupada.
"Pues que sea la última vez que lo haces, o de lo contrario tendré que llevarte al hospital y decírselo a tus padres. Es mi deber como profesora." Miriam soltó un suspiro, asintiendo después con la cabeza.
"Está bien, pero ahora debes irte, no quiero verte." Sam la abrazó con fuerza, acariciando su cabeza con delicadeza.
"¿Sigues enfadada por el beso que tuve con la de literatura? Fue un error por parte de ella, pero te juro que no volverá a pasar."
"¿Y cómo voy a creerme eso?"
"Porque debes confiar en mí." Miriam acariciaba las manos de la otra, ya se le estaba pasando el enfado con ella.
"Está bien, confío en ti." La profesora sonrió de oreja a oreja y la besó en los labios con todo el cariño posible. La alumna correspondía al beso, notando dentro de ella que cada vez era más feliz. "¿Quieres que... nos demos un baño relajante?"
"Nada me haría más feliz en estos momentos." La mayor la cogió en brazos y la llevó al cuarto de baño. Se quitaron la ropa y llenaron el baño, con espuma y sales especiales. Al meterse ambas fueron a acurrucarse, no queriendo separarse jamás.
"Me alegra de que todo se haya resuelto, te echaba tanto de menos..."
"Lo mismo te digo." Entrelazaron sus manos y se miraron fijamente a los ojos, acercando los labios lentamente. Cuando estuvieron unidos, comenzaron a jugar con la lengua de la contraria, para darle más pasión al beso. Miriam ahogaba los gemidos en el beso, para que la profesora no los oyera, le daba mucha vergüenza. "No temas, los gemidos es algo totalmente natural, no los escondas de mí." Llevó una mano a su pecho, comenzando a juguetear con él.
"Ejem, esa teta que tocas es mía."
"Lo sé, por eso juego con ella." Le lamía el pezón, haciendo pequeños círculos a su alrededor. Pero la diversión tuvo que agotarse, porque Miriam recordó que hoy volvían sus padres para pasar una semana con su hija.
"¡Debes irte antes de que lleguen mis padres!"
"Que mala memoria que tienes, cielo." Le dio un lametón en los labios y salieron de la ducha, secándose y poniéndose la ropa lo más rápido posible. Bajaron las escaleras y oyeron como un coche estaba aparcando. Se miraron entre sí, nerviosas.
"Ve por la ventana, en estar en el césped ve con cuidado de no ser vista." Se despidieron con la mano y Sam pasó por la ventana, y al estar en la acera, se incorporó y fue de camino a su casa, como si nada hubiera pasado.

A la mañana siguiente Miriam estaba de muy buen humor y decidió retomar las clases. Cuando Laura la vio sonrió de oreja a oreja, dándole después un cálido abrazo.
"Ya era hora de que volvieras, estaba a punto de volverme loca sin ti."
"Yo también me alegro de verte." Entró a clase los tutores de 4º de ESO, con una pequeña sonrisa en la cara.
"Hola chicxs, como muchos habréis oído los rumores, supongo que no será sorpresa para todxs." Los alumnos se miraban entre sí, algunos con cara de sorpresa y otros de alegría. "La sorpresa es..." los alumnos comenzaron a golpear las mesas, imitando el sonido de los tambores. "¡Que nos vamos a ir de viaje a la playa!" Todos comenzaron ahora a aplaudir y a silbar.
"Como bien ha dicho mi compañera, nos iremos a la playa dentro de 1 mes, y estaremos allí una semana. Por la mañana estaréis cerca de nosotros pero..." Soltó una pequeña risita. "Por la noche seréis libres de hacer lo que queráis, siempre y cuando tengáis dos dedos de frente."
"Nos podremos ir de fiesta las dos, que bien." Susurró Laura a su amiga.
"Qué ganas tengo de ir."

Pasó el mes y tanto alumnos como diversos profesores se encontraban ya en el autobús de camino a la playa. En todo el autobús había un ambiente muy agradable, estaban todos muy contentos de que por fin había llegado el esperado viaje.
Laura y Miriam se habían sentado juntas, como era de esperar. Ya se habían hecho varias fotos durante el trayecto, para no olvidar nunca ese día. Sam de vez en cuando se paseaba por el bus, mirando que los alumnos se estuvieran portando bien, y de paso, poder estar cerca de su alumna favorita. Deseaba hablar con ella durante todo el trayecto, pero no quería levantar sospechas.
Llegaron sobre las 12 de la noche, ya que el autobús se retrasó varias horas debido a un atasco de las carreteras. Cada pareja de alumnos fueron a sus respectivas habitaciones, para guardar la maleta y descansar. Cada profesor tenía su propia habitación, para tener su propia privacidad.
Cuando la habitación de Laura y Miriam estaba todo guardado y arreglado, se sentaron en la cama, sacando de una mochila unas cartas para pasar el rato, mientras que reían y comentaban de todo un poco. Pero no estuvieron mucho ya que Sam entró a la habitación.
"Chicas, es muy tarde. Deberíais descansar para mañana, que estaremos gran parte de la mañana en la playa."

Enamorada de mi profesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora