Capítulo Cinco: Malhumorada desinformada

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Me encontraba en el instituto, podía ver la puerta principal al final del pasillo repleto de taquillas a ambos lados y junto a mí se encontraba la mía. Las personas caminaban alrededor, unas con prisas y otras lentamente, no me concentraba en sus rostros. Yo, en cambio, charlaba abiertamente con alguien frente a mí. ¿Quién era? No lo sé ni siquiera yo misma.

Entonces alguien se hizo destacar entre en gentío.

Caminaba con la vista al frente, seguro de sí. Vestía de negro y su pelo rubio iba recogido hacia atrás, pero esto pasaba a ser un factor secundario cuando te dabas cuenta de que su rostro estaba pintado dando alusión a un esqueleto.

A la gente parecía no importarle de primeras pero podía ver cómo después se giraban hacia él.

Lo seguí con la mirada anonadada y me sorprendí a mí misma sonriéndole cuando pasó frente a mí. Él me miró y compartió mi gesto.

Desperté en mi cama, unos ruidos que sonaban contra mi ventana que fueron los que me despertaron. Parecía que alguien estaba tirando algo contra ella desde abajo.

Me levanté frunciendo el ceño y fui a abrirla para ver qué estaba pasando, aún medio dormida.

Allí parado, en medio de la nada, había alguien. La luz que proporcionaba a luna no era suficiente para reconocer su rostro ni siquiera entrecerrando los ojos.

-¡Mini! -exclamó en susurro-. ¡Soy Tate!

-¿Tate? -pregunté un poco mas alto de lo que debería y bajé mi tono de voz lo suficiente para que me escuchara-. Estaba durmiendo.

No era la primera vez que Tate hacía esto en todo el mes desde lo ocurrido en el desván. Nunca hablábamos sobre esas cosas sobrenaturales y cuando preguntaba él me evitaba. Necesitaba saber más y Tate parecía querer lo contrario.

-Pero ya no. ¿Puedes abrirme?

A regañadientes bajé con sigilo al vestíbulo y allí abrí la puerta principal encontrándome con Tate.

-No entiendo cómo unos días te encuentro merodeando por mi casa y otros me pides permiso para entrar -susurré.

-Es un misterio -dijo y se encogió de hombros.

-¿Y... piensas subir a mi habitación o habías pensado otra cosa? -pregunté abrazándome a mí misma a causa del frío nocturno.

-No lo había pensado -respondió tras pensárselo brevemente.

-Vamos, entra -murmuré cogiéndolo de la muñeca, cerrando la puerta lentamente a sus espaldas-. Y no hagas ruido.

Conseguimos volver a mi dormitorio con éxito, por suerte mis tías están medio tocadas del oído y hasta el momento siempre que hablábamos allí nunca se daban cuenta.

Tate se sentó en mi cama y yo le di la espalda, poniéndome una camiseta ancha de manga larga sobre la del pijama.

-¿Por qué te pones eso?

-Porque estoy en pijama.

-Te he visto otras veces en pijama.

Me volteé y levanté una ceja, confundida.

-Tomaré eso como una mentira antes de tacharte como acosador -asintió, inocente-. ¿Y qué querías?

-Mhm... no sé. ¿Hablar?

-Anoche cuando abrí la puerta, vi algo... -me senté junto a él y le conté esto mirándole seria-. Estoy... segura de que había alguien fuera, en el pasillo. Observándome...

-Lo habrás soñado.

-Me dijiste que aquí pasaban cosas, Tate. ¿Cuándo me vas a contar más? -abrió la boca para hablar, pero volvió a cerrarla sin dejar que saliera ningún sonido de ella-. Tate, en serio. Puedo aguantar lo que sea, no tengo miedo.

-Tú no, pero yo sí.

-Me dijiste que tú no tenías miedo.

-Dije que te acabarías acostumbrando a vivir con él, no que no tenga.

-Sigo pudiendo aguantarlo.

-No lo entiendes. Es más que eso, Mini.

-¡Por eso! Quiero entenderlo -insistí-. Enséñame.

Se levantó de la cama y fue hasta la puerta, parándose justo en frente de ella.

-¿En serio te vas a ir? -le reté-. ¿No puedes ni siquiera darme la cara? ¿Vas a irte por no querer responderme?

-Mini, estás exagerando.

-Eres tú el que exagera, te haces el interesante y misterioso después de soltarme la bomba hace un mes. Te pido algo fácil y si no quieres vete.

Y eso hizo.

Yo no entendía tanto misterio y ya me empezaba a sacar de quicio, tal vez exageré, sí, pero estaba un tanto desesperada.

Al día siguiente estaba de morros y más malhumorada que de costumbre. Tuve la suerte de toparme con unas estúpidas niñatas que buscaban pelea en el instituto y yo sin saberlo entré al trapo. No recuerdo muy bien la causa pero sí la consecuencia y fue mi labio roto.

Volví tarde a casa ya que supuse que tal vez estaría allí Tate para pedirme unas disculpas que no necesitaba para después seguir guardándome secretos, pensando que no había nadie en casa subí a mi habitación donde me encontré a tía Elise en medio de todo el desastre.

-¿Venga, Mini, dónde estás? -se preguntó a sí misma, sin saber que estaba justo allí.

-Estoy aquí -me miró y puso su mano en mi mejilla, mirando mi labio con sangre-. Estoy bien, tía Elise. No es nada.

-¿Quién ha sido?

-No me duele -respondí sin ganas-, fueron unas niñatas del instituto, unas que se cabrearon por a saber qué y yo estaba... yo les vacilé mucho y lo siguiente que sé es...

-¿Quién ha sido? -repitió interrumpiéndome.

-Tía Elise, no lo sé, no les vi la cara.

-Descríbemelas.

-Tía Elise, vamos, tampoco es para tanto.

-Llamaré al instituto, les llamaré y... me presentaré allí y hablaré con quién tenga que hablar para...

-¡Tía Elise! ¡Te...! -grité, haciéndola callar, y bajé el tono de voz-. Te he dicho que estoy bien.

Lejos de enfadarse por levantarle la voz tía Elise me abrazó fuertemente.

Después le pedí que quería estar sola y lo respetó sin atosigarme más. Me desplomé boca abajo en la cama, mirando hacia la nada. Pero escuché unos golpes en la puerta.

-Tía Elise, que no pasa nada -dije, pero insistieron los golpes y tuve que levantarme-. Vamos, tía Elise ¿Cuántas veces te he dicho qu...?

Me detuve de repente al encontrarme allí a Tate.

-Hola -saludó tímidamente.

-Hola.

-Tu tía me ha dejado entrar.

-¿Ah, sí?

-¿Qué te ha pasado en el...?

-Oh, eh... no es nada. No te preocupes, estoy bien -Tate agachó la mirada, parecía triste-. ¿Quieres entrar o...?

Sin decir nada, encorvado, pasó a mi lado y entró dentro de mi dormitorio. Yo cerré la puerta y me quedé junto a ella mientras que él se paró a pocos pasos, dándome la espalda.

-Tengo miedo porque tal vez si sabes mas de lo que ellos quieren tengan permiso para ir a por ti. Porque hasta ahora esto ha sido como un sueño para ti, irreal. Pero cuando sepas todo lo que hay detrás podrás verlos de verdad, sentirlos al igual que ellos a ti. Y no quiero que te hagan daño, Mini -se giró, mirándome a los ojos-. Pero si es lo que quieres, saberlo y ponerte en peligro, yo te defenderé.

American Horror Story #1: WhispersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora