Cuando ves todo aquello por lo que has luchado tan cerca de ti, cuando ves a la persona por la que te vuelves loco mirarte como si fueras lo más maravilloso del mundo, no tiene precio. No hay palabras para expresar lo mucho que puede llegar a generar eso dentro de alguien. Pero, joder, así es el amor.
No hay nada que cuestionar, solo disfrutas lo que tienes, mientras puedes. Cuando todo empieza a caer, solo piensas en una cuesta arriba que hará que dentro de un tiempo todo esté bien. Causas externas incluso; los estudios nunca fueron su fuerte. Y perdonadme si todo esto suena un poco más personal, pero es algo que no puedo evitar.
Y a pesar del carácter positivo y de ánimo de lo anterior... Esta vez es mejor reflexionar.
Todo se ve de color de rosa y no alcanzas a observar más que unos ojos que te atrapan, una sonrisa que enamora y una risa que encandila. Y sí, ves un futuro, y te montas tus películas, pero vamos... que de vez en cuando, los sueños, sueños son. Y no importa cuán grande sea tu esfuerzo siempre y cuando las dudas no sean dudas sino no. Y jode, claro que jode. Todas las palabras que has escrito, todos los sentimientos tan bonitos que plasmaste en cualquier lado: charlando con alguien, en tu ordenador, con tu bolígrafo preferido o incluso para la otra persona. Para ti mismo, si cabe.
¿Todo eso? A la mierda. No digo que sea siempre así; aún creo en el amor verdadero. Pero esa frustración sigue ahí. Si te rompen el corazón o si después de todo se arregla, eso habrá tenido un lugar en ti. Y por mucho que lo intentes con otra persona, quizás no te abandone el miedo. El miedo a que vuelva a pasar. A sentir la misma sensación con otra persona y que todo se rompa de nuevo. O a que esas ganas de repetirlo no se vayan. Que sigas enamorado, e incapaz de intentarlo con alguien más. No sé qué es peor, yo sigo en el segundo caso.
Todo se derrumba y se convierte en un ciclo vicioso. Intentando llenar ese vacío con alguien más. Y que sea agradable y ahí se quede la experiencia. Vas a sitios, y te ríes, y besas, y todo el rollo. Pero no te enamoras, y vuelves a esos sitios y eres capaz de comentar con indiferencia lo que pasó allí. Total, no te importó tanto como te habría gustado. Y te jode más a ti que al resto, claro está. Pero qué se le va a hacer, con lo caprichoso que es el amor.
Pero oye, que yo me he recorrido todo Madrid con alguien, de principio a fin e incluso calles que no conocía, y sitios que no me imaginé que existían. Y lo he pasado genial, y lo he querido pero no como esperaba. Y en cambio, hay una parada de bus a la que no me gusta ir. Aquí, en mi barrio. Y que si tengo que ir, no me gusta sentarme. Porque me recuerda a quien le he dedicado mis más altas horas de la madrugada, hablando o llorando. Mis sentimientos más sinceros. Y pensarás que solo es una parada de bus. Y entiendo que seas así, pero es que era nuestra parada de bus. Bueno, cuando éramo nosotros. Y la última vez que fui, me resfrié. Por acompañarle a coger el bus, y por quedarme allí después de que lo perdiera. Pero no me importó. No me lo planteé. Y los planes que me propone cualquier otro me parecen tan mediocres... Todavía, cuando le acompaño, me gusta que el autobús se pare en el semáforo. Y pasar corriendo al lado antes de que se vaya; despedirme una vez más.
Pero hace tanto de eso. Y ser su consejera en el amor es tan duro. Pero son cosas que se sobrellevan, y yo sé lo que no siente; porque no lo siente. Y ya no llego a comprenderlo, o quizás he madurado y sé que no debo insistir tanto en saber cómo se siente. Pero lo dudo: él siempre fue así, y siempre me molestó tanto. Pero sí, he madurado y ahora sí que puedo dejarlo estar. Supongo que siempre fuimos tan iguales. Quiero decir, que aunque crezcamos a distintas velocidades, acabamos siendo lo mismo en distintos cuerpos.
Quizá siempre nos hemos destruido así. De ignorarnos el uno al otro. De salir con otra gente, quizá solo por joder. O a lo mejor porque pensábamos que de verdad así nos podríamos librar de los sentimientos hacia el otro. Joder, ojalá él pensara así. Pero no. Y quizá este sea un comportamiento muy infantil, pero qué voy a decir. Si te convences de algo y lo dejas a un lado, no puedes saber si sigue ahí o no hasta que vuelve con todas sus fuerzas. Varios meses después. Diciéndote que te quiere. Viendo una peli en tu casa. Pero sin verla, ¿sabes? Y no le importa lo más mínimo como estés sentimentalmente; egoísta por su parte. Estúpida de mí de hacerle caso. Estúpida de mí por estar enamorada.
Y siento todos los corazones que he podido romper, lo cruel que he podido ser, y lo mucho que he sentido por el mismo chico cuanto más lejos estaba. Él o yo. Eran como quinientos kilómetros de distancia. Y éramos lo más bonito de este mundo. Sí; éramos. Y este es el punto en el que me dan ganas de decirle otra vez todo lo que siento, y también el momento en el que no lo hago porque sé que me dolería más que callármelo.
Así que solo pienso en todo ese rock que él me enseñó, y al que cada día me vicio más. Todas las canciones de amor y desamor que descubrí gracias a él; sobre todo las segundas. Me doy cuenta de lo mucho que he aprendido de él. Lo que quiero en mí, porque no hay nada que tenga él que no quiera yo. Y eso es el amor, joder. Me enseñó, sin él saberlo, a escribir así. Me impulsó a cumplir mis sueños, empezando por estar con él. Y comencé con un diario, plagado de conversaciones nuestras, pensamientos sin sentido muy temprano o a altas horas de la noche, estando en mi casa o fuera, donde y cuando fuera, mientras fuera sobre él. Y Dios, es que no pararía de hablar sobre lo mucho que lo quiero. Y a la vez sé que debo hacerlo.
Pero cómo olvidar todas aquellas promesas, de casarnos, de prepararle el desayuno cuando estuviera muy cansado los fines de semana, y de que él me lo prepararía a mí. De vivir fuera y de nuestros viajes infinitos por el mundo. De aprender idiomas. Y de que me llevaría a su pueblo. De recorrernos Madrid, aunque él no supiera nada y yo mucho menos. Pero yo sabía coger el transporte público y él sabía a dónde ir. Joder, el equipo perfecto. Y no tengo mucho más que decir. Tan solo tengo mucho más que sentir. Por muchos años, por suerte o por desgracia, me resfríe las veces que me resfríe por su culpa, y me rompa el corazón las veces que me lo rompa. Eso nunca importará.
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Corazón empapelado
Teen Fiction¿Yo? Yo solo soy una tonta enamorada de un chico que no me hace caso. Supongo que no merece la pena estar así, pero he intentado olvidarle de todos los modos posibles y, tras tres años, aquí sigo. Ese chico, me tiene tonta. Profundamente enamorada...