Trece

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Lila.

Me despierto con un pijama el triple de grande que yo, un brazo en mi cintura impide que me levante, giro para ver al dueño de aquel brazo y veo a Ismael. Tranquilo, sus facciones relajadas, algo se remueve en mi interior. Recuerdo el día de ayer, cuando llegue a Estocolmo y vi ese gran oso, cuando me reclama mi amor por el oso, cuando llegamos a casa y empezamos hablar del tema de la boda, cuando me pide que sea su novia, cuando me dice te amo. Un escalofrío recorre mi columna vertebral al recordarlo, no puedo creer eso. No se por que, pero no entiendo la razón por la cual no creo en esas dos palabras.

Es como si mi mente se reusara a creer que alguien me ama, pero no es eso. Tal vez no aceptamos esas palabras para protegerte, y mis inseguridades me empiezan a comer, esto no esta bien. Esto es una mierda. Quito su brazo de mi cintura bruscamente y corro al baño, busco con la vista algún rincón y pongo pestillo a la puerta. Voy al rincón y me siento poniendo mi cara entre mis rodillas, mi cabeza esta dando vueltas. Las voces empiezan a inundar mi cabeza, cada una entra donde mas me duele. No puedo pensar con claridad, estoy perdiendo el control, no recuerdo cuando me levantó de aquel rincón y empiezo a buscar en el pequeño gabinete alguna navaja o algo, mis dedos tiemblan al igual que mis piernas, no podre mantenerme mucho tiempo bajo control. Si a este ataque se le puede llamar control. Ignoró los constantes golpes y gritos que dice Ismael desde el otro lado de la puerta, mis lágrimas ya no pican en mis ojos, mis manos se alejan de mis brazos tratando de dañarlos, lo peor ha comenzado. Mis piernas, mis brazos se empiezan a controlar por si solos, mi cabeza esta en un dilema como para reaccionar. ¿pero que dilema? Ignoro esa pregunta y cuando me doy cuenta, estoy frente a la puerta del baño, todo empieza a suceder muy rápido. Abro la puerta veo a Ismael sorprendido, luego asustado al ver que no reaccionó, una mueca de susto se impregna en su rostro al ver mis brazos rojos con el intento de hacerme daño, abre la boca y no dice nada.
Mi mente ya no piensa con claridad, nunca lo ha hecho. El se acerca y trata de abrazarme, odio que me tengan compasión. Esquivo su abrazo y trato de alejarme, pero el toma mi muñeca y evita que me valla, mi cuerpo responde como si tuviera vida propia, algo me dice que lo que voy a hacer es malo. Pero con tantas voces no logro saber que es. El empieza a balbucear algo que no logro entender, me libero de su agarre y empiezo a caminar dirección a la cocina por un cuchillo. El corre tras de mi con una sabana en sus manos, me envuelve en ella y me carga en brazos hacia su habitación. Empiezo a patalear, golpear y lanzar insultos al aire. Esto va para largo. Entramos a la habitación y cierra la puerta con pestillo, mientras me baja. Enseguida una serie de ganchos lo invaden de mi parte. Izquierdo, derecho, derecho, izquierdo. El esquiva como puede mis golpes y toma mi muñeca antes de que le meta otro golpe en alguna parte de mi cuerpo, mientras el de un ágil movimiento logra hacer que pierda el conocimiento.

~

Despierto y estoy en una cama, trato de descubrir que es lo que ha pasado pero no se me ocurre nada, mi cabeza esta en shock. No se que ha pasado, solo recuerdo haber despertado con un pijama muy grande. Trato de moverme pero mis manos están sujetadas por una corbata, miles de posibles situaciones empiezan a pasar por mi cabeza y aparto a todas casi de inmediato, Ismael no haría eso, creo. La puerta de la habitación se abre dejandome ver a un Ismael muy concentrado tratando de cerrar la puerta mientras trata de no tirar el desayuno, que supongo es para mi. Me pararía a ayudarlo pero no puedo. Lo observo mientras el deja la bandeja en el escritorio que hay en la habitación, mientras se sienta en la orilla del la cama, viéndome haciendo que me ponga nerviosa. Sus ojos azules contra unos verdes. Quito mi mirada mientras siento como mis mejillas toman un color rojo. Me muevo incomoda, el se da cuenta de que sigo usando la corbata, se acerca a mí y me desata las manos. Susurra un débil lo siento. Y mis intestinos se revuelven, ¿que paso?
— ¿Sigues teniendo los ataques?
—S..i.. —mi voz un susurro tembloroso, ya que ahora se perfectamente que debió de haber pasado, me dio un ataque. Mis lágrimas amenazan con salir y el se da cuenta, se acerca y me abraza. 

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