VIII

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"¡Abuelo Kibum!" Chilla Seulgi montándose a la cama de hospital con dificultad, pues aun es pequeña. Tan solo he escuchado hablarle así cuando algún niño la trataba mal o recibía regaños de su mayores. Estaba desalentada, abatida por su abuelo. Por mi.

Muchos dicen que uno muere cuando ha cumplido con todos sus deberes, cuando su misión esta resuelta. Para Min nunca fue así, una vez su condición empeoró y fuimos informados que no duraría mucho, él simplemente sonrío. Como si nada fuera un problema.
Jamas le vi llorar, nunca estuvo triste.
El decía que las personas que habían sido plenas a lo largo de su vida eran especiales, que se iban antes, pues habían sentido toda la felicidad posible para entonces.

Llevaba dos semanas en ese mismo cuarto del hospital de especialidades de Seoul. Donde Seo me visitaba con regularidad excesiva y Yeol me revisaba los signos vitales tres veces por día. Nadie me lo había dicho, mas era evidente que algo andaba mal.
Mi familia viajó apenas acomodaron su agenda para quedarse el tiempo que fuera necesario. El cual yo desconocía completamente.

De alguna forma, cuando escuche a mis tres hijos hablando con el geriatra sobre mi catastrófica condición me mantuve firme. Confiaba en las palabras de él, quien había partido mucho antes. Si así debía de ser, entonces yo no renegaría sobre el asunto.

"No puedo dar con exactitud una fecha, pero de acuerdo al diagnostico, serán alrededor de seis meses con tratamientos y cuidados. Pueden ser menos" Bien, era mucho menos de lo que esperaba. Y si, dolía escuchar el contenido sollozo de mi hija siendo consolada por su hermanos. Pero debía tratar de entender a la vida un poco más, como él lo había hecho.

Gracias a eso tenia a mi familia conmigo, cada uno, por joven o viejo que fuera, estaba ahí esparcido por la amplia habitación blanquecina. Sulli había llegado un día después del resto, acompañada por Victoria, quien me sorprendió ver cómodamente charlando con mis nietos en uno de los sillones.

"¿Crees que el abuelo esté sufriendo?" No podía ser, esa voz que reconocería en cualquier lado.

"No Tae, el seguramente esta feliz de verles aquí".

"Pero él no esta sano. Yo... no quiero que se vaya" Y ese era el mismo Taemin adolescente que hablaba con suerte una frase por día, estaba preocupado por mi. Claro, yo tenia los ojos cerrados, aparentando dormir. Victoria y él estaban a mi cargo en esos momentos.
No pensé alguna vez escucharlo de su boca.

"No puedo controlar eso" Hable despacio incorporándome sobre el colchón. Victoria de inmediato se acerco a auxiliarme y Taemin en un intento por lo mismo, quedó a medio camino. Con la boca entreabierta y los ojos sorpresivos.

"No tengo la certeza de que no moriré, pero si lo hago es porque llegó mi tiempo" Sonreí, pero no pude evitar flaquear al ver los labios del muchacho de diecisiete temblando. Mi nieto me estaba diciendo sin palabras lo mucho que me amaba y eso me estrujaba el corazón.

Se acerco a mi en un arrebato, no recuerdo la ultima vez que estuvo tan cerca por voluntad propia. Pero así fue como me abrazó.
Le acaricie los cabellos con la mirada puesta sobre Victoria, quien me sonreía al igual que yo, con tristeza escondida.

"Gracias abuelo" Soltó el más grande de mis nietos al oído, provocando un estremecimiento por lo largo de mi espalda y esa única lagrima traicionera corriendo por mi mejilla, una que afortunadamente el no vería.

"¿De qué me estas agradeciendo? Que yo recuerde tu cumpleaños es en tres meses más" Y con eso dicho le saque una inaudible carcajada. Vaya que verme en una cama de hospital cambiaba su forma de comportarse.

A la orilla de Nueva York (Minkey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora