Dicen que los artistas viven del vicio, que su lugar de alojamiento esta igual de desaliñado que su aspecto. Que hay ocasiones en donde por estar tan concentrados en su arte dejan de comer, de asearse.
Claro, todos lo han creído alguna vez, no mientan. Para mi también se pintaba de ese modo.
Me di cuenta de mi error al estereotipo, cuando voltee a ver con detenimiento a quien tenia al lado todo el tiempo.Minho.
Ese hombre de inmensa sonrisa y fogoso carisma. Una tarde con él te garantizaría incontables risas y actividades a todas horas. Nuevamente, algo que yo no buscaba, no era lo que proyectaba para mi perfil, ni mis sueños.
No obstante, su carácter firme en obtener siempre lo que deseaba me hizo cambiar mis ideales. Al punto en el que, aun creyendo que los niños no eran para mi, tuve a sus hijos; sin querer dejar mi profesión, renuncie a la mitad de mi jornada para estar con mi familia; y enamorarme violentamente de alguien, algo que nunca antes me había ocurrido."Nosotros no estamos saliendo, Minho"
El piso se me movió un momento ¿Que es lo que quería decir con eso? Si aceptaba mis besos, me pedía tenerlo siempre próximo. Dios ¿Cuántas veces habíamos hecho el amor sin yo darme cuenta de que solo era un escape para el otro, una farsa?
Pero eso no podía ser, Bum no era así.Me sentía tremendamente mal, lastimado por mi angel y por mucho que hubiera dicho amarlo hasta la eternidad, no podría aguantar mucho si este no le tomaba en serio.
Necesitada una señal, lo que fuera de su parte, que me diera un poco de esperanza extra.Inapelable la conducta de su tenaz compañero. Siempre le había visto fuerte, con ese carácter idóneo que regalaba a quien se le pusiera en frente. Pero que entre todos, prefería mostrárselo a él, el mejor de sus humores y la más llamativa sonrisa. Todo a él.
Seguido de rechazos y sandeces por cualquier bobada en respuesta. Así, desde siempre, su convivencia.Dieron las doce, así que me dije a mi mismo que no debía mal pasarme de esa forma. Me retire los lentes, tome la píldora de la presión que tenia prescrita desde hacia ya varios años y apague la única lampara encendida, a un costado de mi cama.
Tan vacío y melancólico se sentía volver a recostarme bajo esas mismas cobijas con su aroma, faltaba ese aditamento indicado. El hundimiento en el lado izquierdo de esta y su respiración retumbando por mi nuca.
El golpeteo de sus piernas con las mías y los apenas audibles ronquidos que se dejaba escuchar cuando recaía en gripas.
No estaba listo para estar solo, definitivamente no lo estaba. Aunque acostumbrado si, de toda la vida. Pero a estar sin él, nunca.Entonces sobrevenía la soledad y la noche se sentía un poco mas helada.
Y era imposible refrenar mis deseos de poder estar a su lado. En la paz de mi hogar, una madrugada, sin las insistencias de mis hijos ni las miradas de mis amistades, podía admitir que estañaba su figura. La misma que cada que examinaba, de alguna forma siempre me dejaba encandilado. Sus dulces palabras dichas al oído, y en si, la suma de todo su ser.
A los pocos días de regresar a Corea me llegó el malestar. Uno que podía distinguir no haber experimentado antes en mi larga lista de incomodidades por la vejes.
Así, sin mucho reproche, fui a ver al medico acompañado de Seohyun, mi vecina. Una mujer guapa y de facciones angulosas, unos cuantos años más joven."Los resultados indican que sus mareos son solo producto del cansancio ¿Ha dormido bien estos días?
"Hace años que no duermo como me gustaría, doctor Park" Y sonaba tal cual viejo amargado y molestoso, pero era verdad. Ademas Chanyeol ya bien me conocía y, cuando me iba bien hasta risa le daban mis ocurrencias.
ESTÁS LEYENDO
A la orilla de Nueva York (Minkey)
Fiksi Penggemar"Disculpe, Señor ¿Puedo hacerle una pregunta?" Se dirigió a mí la joven de unos veinte años. "Por supuesto" Asentí amablemente. "¿Cuál fue la primer fotografía que capturó de usted?" La sonrisa de la chica me transmitió calides al cuerpo, y en mi m...