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—Y, ¿cuál es tu historia?

Luneth vio a Milo mientras decidía sin contestarle o no. Milo, por su parte, acababa de bañarse, pero ya estaba bien abrigado y ahora buscaba dónde acomodarse para no perder este calor.

—¿Y bien?

—No sé qué decirte.

—Pues... —suspiró.

Silencio, silencio y más silencio. Por un momento Luneth creyó que esa era la señal y ya era hora de marcharse, después de todo, ya llevaba más de dos día en ese lugar y comenzaba a tener la sensación de que estaba de más, y para colmo, ya estaba anocheciendo por tercera vez, no podía seguir abusando así de la hospitalidad de un extraño. Mientras por la cabeza de Luneth pasaban todos estos pensamientos, Milo comenzó a hablar.

—¿Sabes?, hui de casa —comentó como si fuera la cosa más natural del mundo.

—Ah, ¿por qué?

—Bueno —rascó su cabeza—, estrictamente hablando, no hui, solo, no estoy en el lugar en que se supone debo estar.

—Ya... —lo miró confundido—. ¿Cómo así?

—Pues, mis padres suponen que estoy en unas tutorías. Pronto será el examen de admisión para la universidad y se supone que debo prepararme para eso, pero...

—¿No te gusta estudiar?

—Sí, me gusta. Es que, mis padres esperan que estudie Medicina y pues, yo no quiero eso.

—¿Se lo dijiste a tus padres?

—Más de un millón de veces —sonrió al recordar todos sus intentos fallidos—, pero son padres y nunca escuchan, además, su sueño siempre ha sido que su hijo sea médico.

—Suena complicado —lo apoyó Luneth—. Mi mamá, en cambio, me dejaba hacer todo lo que quisiera, todo excepto venderme, decía que era mejor morir de hambre que vivir sin dignidad.

—Ah ya, tu mamá parece una persona genial.

—¡Lo era! —sonrió Luneth con mucho entusiasmo, nunca nadie se había referido a su madre de esa manera—. Era muy, muy especial. El Sr. Joe siempre decía que de haber nacido en un mejor lugar, ella habría sido una académica, o alguien importante.

—¿El Sr. Joe?

—Sí. El Sr. Joe fue un gran amigo de mamá y mío, pero murió antes que mamá. Era profesor de filosofía. Algunas veces, mamá y yo mendigábamos cerca de la universidad y él siempre se mostraba amable con nosotros. Mamá estaba enamorada de él, pero cuando se lo mencionaba, mamá cambiaba de tema y decía que un hombre como ese merecía una buena mujer. Jamás entendí esto, mamá siempre fue una buena mujer.

—Y no lo dudo —esta vez le tocó a Milo apoyar a Luneth—. Pero sabes, las relaciones amorosas son demasiado complicadas, tal vez tu mamá se refería a eso.

Frío DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora