6.

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Después de acceder a que Adrien nos llevase, aunque para nada contenta y a gusto con la situación, nos subimos a su auto, Brian detrás y yo de copiloto.

—Indicame como llegar Mae, el resto lo hago yo.

Cuando mis ojos se encuentran con los suyos no puedo descifrarlo, ¿por qué está haciendo esto?, ¿simple gentileza de un extraño? Me entran ganas de sonreír al darme cuenta de que a pesar de que el mundo pueda ser un poco cruel y a pesar de que la vida no sea del todo una belleza, siguen existiendo extraños como él que se compadecen de las situaciones ajenas y están dispuestos a ayudar con lo que esté a su alcance.

Asiento con mi cabeza y mirando de soslayo a Brian, quien no luce tan feliz como hace unos minutos, le indico a Adrien en voz baja cómo llegar.

El auto enciende, el motor ruge y comienza a manejar a una velocidad reconfortante con los ojos situados en el camino todo el tiempo. La lluvia dificulta un poco la visión pero no es nada que le impida seguir manejando.

La sensación de bienestar se va de mi cuerpo en seguida al pensar hacia dónde estamos yendo. Y aunque sí sabía que nos dirigimos al cementerio a ver a nuestro hermano menor, no había caído realmente. Hago aquella sensación de malestar y tristeza a un lado rápidamente porque sé que es algo normal que me pasa siempre que vamos.

Hoy es un día que generalmente me duelo mucho y me lamento culposa mientras sollozo en silencio e intento parecer fuerte frente a Brian. Pensar en él hace que gire mi cabeza para ver como está y puedo leer una expresión de profundo dolor tallada en su rostro mientras apoya su cabeza en su mano izquierda y sus ojos muertos, sin brillo alguno, observan a través de la ventana las calles desoladas.

—Bri— lo llamo con el fin de comenzar una conversación y distraerlo de cualquier pensamiento que pueda llegar a estar teniendo. Cuando me mira se que tengo toda su atención—. Sé que te gusta mucho boxeo y que estás teniendo clases dos veces por semana pero... —dejo de hablar para una breve pausa de suspenso y sonreírle a continuación— . ¿Qué te parecería hacer tres veces por semana en vez de dos?

A mi lado, de soslayo veo a Adrien sonreír de costado y luego me preocupo por la reacción de mi hermano.

Entonces obtengo lo que quería y la carita no tan inocente se le ilumina por una milésima de segundo mientras me sonríe cálidamente, como el sol de verano en un día de calor y se que me agradece el gesto con el alma.

—¿Pero no tendríamos que consultarlo con los tíos?— me pregunta algo inseguro olvidándose por unos momentos de este penoso día— . Además Michael también quería empezar pero no quería ser un gasto más, no se Mae, no me sentiría bien si fuera a hacer tres veces por semana y Michael ninguna— me explica apenado y cabizbaja. Me llena el alma que siendo tan chico sea tan compasivo. Nunca deja de pensar en el otro. Le sonrío con seguridad.

No puedo dejar de pensar que va a crecer para ser un hombre muy hermoso, respetuoso, simpático con las personas y muy generoso.

Adrien me mira de momento muy serio pero rápidamente y cerrando la boca vuelve sus ojos a la ruta.

No te preocupes, Michael va a empezar con vos, solamente tengo que hablar con Christian y Mariel pero estoy segura de que después de que me escuchen van a dejarlo ir— le explico muy segura y veo como sus ojos color avellana adquieren ese brillo singular suyo. Se sonríe y se carcajea un poco, emocionado tal vez y me mira apreciativamente.

Se que lo que acabo de hacer significa más horas de trabajo o simplemente seguir con lo que tengo en el café y conseguir otro trabajo de medio tiempo. Acabo de prometer algo muy complicado, pero no pienso retractarme.

SIN FRENOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora