19.

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No se realmente cuánto tiempo nos quedamos callados, agarrados el uno del otro. Lo único que se es lo contenta que me pone el sentirlo cerca mío. El calor hermosos que irradia su pecho no hace más que reconfortarme e inconscientemente agradezco que podamos estar así de en paz, aunque sólo sean unos segundos. Fingir que todo está bien en nuestras vidas y olvidarnos por un rato de nuestros problemas. 

—Creo que nunca te dije lo mucho que significa para mi que nunca te des por vencida, en mi y en nosotros, que siempre estés ahí intentando ayudarme—Me dice después de un rato largo pasando suavemente sus manos por mis brazos dándome calor.

—No, nunca lo hiciste. Estabas muy ocupado siempre intentando empujarme fuera de tu vida—le digo en broma aunque se que sabe que muy por dentro hablo en serio. Sin resentimientos.

—Vos si que sabes como arruinar un momento— Me dice y aunque no lo esté viendo se que está sonriendo. 

—Es lo que mejor se hacer.

Me quedo entre sus piernas, apoyando mi cabeza en su pecho lo más que puedo y el me rodea con sus brazos. La lluvia nunca para y el viento se vuelve algo insoportable. Nos quedamos hablando, a veces de banalidades y a veces de cosas importantes, abrazados hasta que los primeros rayos de sol se dejan ver en el cielo lleno de nubes grises.

No me sorprende ni un poco que nos hayamos quedado toda la noche hablando. 

—¿Ahora qué va a pasar?— pregunto de manera inconsciente aunque creo tener algo de idea. 

—Ahora me voy a ocupar de entrenar y vos te vas a ocupar de cuidar a tu familia— murmura por lo bajo apoyando su cabeza en la mía.

—Eso ya lo se, pero no intentes sacarme de tu vida Adrien, cuando tengas un segundo veámonos. Si tengo que esperar un mes para verte...no sé... Voy a volverme loca pensando si estás o no bien, dejame ayudarte en lo mínimo que pueda y esté a mi alcance— le digo y no me importa en lo más mínimo si sueno como una mujer dependiente. Se que no lo soy. No me importa decir lo que pienso, nunca me importó, mucho menos me importa ahora.

No lo escucho contestar nada aunque emite un leve gruñido gutural que parece ser un 'si'. Muevo mi cabeza para el costado y para arriba para poder verlo a los ojos. Los tiene cerrados, el entrecejo fruncido y la nariz arrugada. Parece estar pensando en algo seriamente. 

Con cuidado, deslizo mi mano y la paso delicadamente por su rostro. Masajeo la zona de su entrecejo y la cien intentando sacarlo del malestar en el que parece estar.

Sus ojos se abren y veo en ellos mi reflejo. Entonces me sonríe y se que todo está más que bien.

Se acerca a mi rostro y sus labios besan la comisura de los míos para luego darme un beso de verdad. No dura mucho, pero tiene tantas emociones que siento que voy a llorar. Cuando nos separamos, me da un beso en la frente y lo veo mirar el cielo. Está ido, perdido en sus pensamientos.

Entonces siento como si todo esto fuera un adiós. No puedo evitarlo. 

—Podría pasar días con vos dándote besos y no me cansaría, no se qué fue lo que hiciste conmigo, pero estoy completamente rendido a tus pies nena— me mira a los ojos cuando habla y su sonrisa de costado está ahí una vez más dándome seguridad y confianza. Creo que esa es una de las cosas que más me gustan de el. Lo espontáneo y risueño que es. Intenta ponerle un poco de humor a todas las cosas y es algo completamente reconfortante, como su presencia. Se que irradia poder al caminar y hace que la gente se gire a verlo, porque tiene esa vibra de ser alguien indestructible. Si fuera una persona equis caminando por la calle y me lo cruzara, pensaría que es un matón, o que pertenece a alguna banda. Es increíble que en realidad, sea todo lo contrario.

SIN FRENOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora