Capítulo 3

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-Nada, no me pasa nada contesté.
-¡Ese es el problema!
La miré extrañada, no sabía que me quería decir.
-No te entiendo Ana.
-Necesitas encontrar a alguien, ¡ya!
-Ana, tanto café te está afectando. Deberíamos de comprarnos solo uno. Porque si no mira lo que pasa.
-Clara, no me pasa nada.
-Ya, estas perfectamente...
-¡Mejor que nunca!
-Ana, paso de discutir ahora. Anda acaba de hacer las facturas. Luego ya me las pasas.
-¿Me vas a escuchar? Me preguntó seria.
-A ver, ¿qué quieres? La dije finalmente.
-Digo que ya va siendo hora de que busques a alguien. Ya sabes a lo que me refiero. Han pasado 16 años, ahora tienes 28 años, no tienes 12. Además no creo que te acuerdes de lo que sentías por ellos.
Salí de su despacho cerrando la puerta y me fui al mío de nuevo. Por una parte Ana tenía razón. Pero tenía que esperar el día y el momento. Esto no surge cuando uno quiere.
Durante varios minutos me acordé de ellos, sus sonrisas, miradas y los recuerdos que durante tantos años me habían hecho sufrir. Entonces una lágrima cayó en mi mesa.
Ana entró en mi despacho interrumpiendo mis lágrimas:
-¿No vas a bajar a por... Se cayó, se había dado cuenta de que había empezado a llorar.
-¿Qué te pasa? Continuó. No me digas que nada por favor.
-¿Tú qué crees?
-Lo siento no pensé que te pondrías así. De todas formas ahí fuera hay muchas personas mejores que esos chicos. Además ahora estarán viejos. Venga mejórate, ahora bajo yo a por la comida, no te preocupes. ¿Quieres algo en especial?
-Ensaladilla rusa.
-Vale, ahora vuelvo. Cerró con delicadeza la puerta de mi despacho. La oí cerrar la puerta al poco.
Los consejos de Ana siempre eran buenos, así que la hice caso,unos  segundos más  tarde ya había mejorado. No valía la pena pasar malos ratos por ellos.

Espero que os esté gustando. Seguid leyendo!!! Mañana escribo el próximo capítulo, os encantará!😘

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