Me desperté como siempre a las siete y media. Me duché, me vestí, me maquillé un poco, desayuné unas tostadas con un poco de Filadelfia y le eché un poco de comida a Robin. Después me fui al despacho y entré como siempre a las 9:00h. Ana ya me había abierto la puerta y había comprado los dos cafés. Entré directa a su despacho y me puse a contarla todo lo sucedido a noche de carrerilla. Y justo cuando iba a acabar de contárselo me acordé de quien era y lo dije en voz alta:
-¡Eso es! ¡Es el piloto!
-¡Clara! No grites. Ana me riñó.
-¿Qué pasa? Ana no contestó así que continué: bueno, que le voy a llamar.
-¡No! Contestó firmemente Ana.
Extrañada la pregunté que qué la pasaba.
-La que no estas bien eres tú, contestó.
No sabía qué la pasaba pero me supuse que estaba triste o enfadada por algo así que la dije:
-Tranquila... Todo se arregla.
-Pues si de verdad crees eso no se que haces aquí.
Al ver mi cara continuó:
-¡Que vayas a la sala de espera!
-Vale.
-¡Clara! ¡Quieres concéntrate!
Entonces pensé... Hoy es martes son las nueve de la mañana... Sala de espera... ¡Ah! ¡Perdón!
-A quien deberías de disculparte no es a mi es a ellos.
-Tienes razón.
Salí en dirección a la sala de espera pero Ana me volvió a llamar en voz baja:
-¡Clara!
Me giré.
Se me había olvidado el informe. Lo cogí y ahora sí atendí a los caballeros.
Eran tres hombres de entre 45 y 50 años, fueron breves. Tardaron más o menos una hora.
Cuando acabé con ellos, ahora sí, cogí el papel del número de teléfono y comencé a marcar:
6-2-5-8-1-7-4-7-2
A los veinte segundos respondió:
-¿Sí?
-¡Hola! Saludé.
-¡Ah! Hola ¡Eres tú! ¿Te apetece que nos veamos esta tarde a las 19:00 en la cafetería que hay en frente de Los Harrods?
-Vale, perfecto.
-Adiós, hasta luego.
-Adiós.
Después de colgar Ana comenzó (como no) a preguntar:
-¿Qué te ha dicho?
-Vamos a vernos esta tarde, en la cafetería de siempre.
-¿En la de Harrods?
-Sí
-¿Estas contenta?
-¿Por?
A partir de aquí comencé a odiar la conversación:
-Pues, no sé, acabas de quedar con un chico.
-¿Y?
-Y... Es piloto, y... Ana comenzó a insinuar.
-Por ese camino no vayas que sabes que no.
-Bueno, tú mañana me lo dices, verás como.
-Veré ¿El qué? ¿Cómo me haces más preguntas absurdas?
Ana se calló. Me encerré hasta la hora de comer en mi despacho, luego me fui a comer a casa.
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Queridos Amigos
Teen FictionMalos recuerdos, eso es todo lo que la abogada de éxito Clara responde cada vez que alguien la pregunta por qué renuncia al amor. Pero cuando aparezca el verdadero amor de su vida, renunciará a la relación? Quien sabe. Ana y Pablo, sus mejores amigo...