Capítulo 8

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-Llámame, le susurré al oído.
Entré al portal y subí a casa. Paseé durante más de media hora a Robin porque no paraba de pensar en lo ocurrido y lo que ocurriría próximamente. ¿Me llamaría o simplemente pasaría de mi como un cobarde? ¿De verdad lo gusto? ¿Está mal lo que he hecho? No pare a de darle vueltas al asunto preguntándome todo tipo de cosas, la mayor parte absurdas.

Llegué a las 9:00h al despacho, todo perfecto. Apenas había desayunado, no tenía mucho hambre.
En cuanto entré por la puerta, Ana tenía los dos cafés preparados:
-Cuéntame. Dijo
-¿Que te cuente el qué?
-Ay, da verdad Clara, no te hagas la tonta por favor.
Hubo un silencio.
-¡Clara!
-¡Ay! Vale, vale. Bueno pues charlamos de un poco de todo y tomamos el mismo café, y... No sé Ana, no sé que más contarte.
-Pues hija, cuéntamelo con más detalles.
No contesté.
-¡Cuéntame todo! ¡Desde que entraste en la cafetería hasta que saliste! Tampoco lo veo tan difícil. Añadió.
Como se empezó a poner muy pesada la conté lo que me pidió: desde que entré en la cafetería hasta que salimos.
-... Y salimos.
-Y...
-Y hasta ahí me habías dicho que te contase.
-Contigo desde luego es imposible.
-¡A ver Ana es que a lo mejor no me apetece contarte todo!
-Uy... ¿y por qué no me lo quieres contar todo?
-Porque... No me apetece.
-Ya.
-¿Qué ha pasado...?
-Pues que... Se empeñó en acompañarme...
-Y..
-Y ya está. Me levanté y abrí la puerta.
-¿Y ya está? ¿Solo eso? Pues vaya par de sosos.
-Bueno... También...
-También...
-Paso algo.
-¿Qué?
-¡Que no tengo por que contártelo!
-No sé como puedo seguir siendo tu amiga, eres increíble. ¿Qué pasa? ¿No confías en mi?
-¿De verdad quieres saberlo?
-Sí.
-¡Nos besamos!

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