CAPÍTULO 5: EL ENTRENAMIENTO

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N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar... Mandaré un spoiler del siguiente capítulo al que me deje un Review...

CAPÍTULO 5: EL ENTRENAMIENTO

A la mañana siguiente, ambos estaban agotados por todo lo sucedido el día anterior y lo poco que habían dormido. La noche había sido muy larga y estaba a punto de amanecer cuando consiguieron dormir, los dos abrazados en la cama de Finnick.

Eso se reflejó en las ojeras que los dos tenían y en algo de dolor en algunas zonas del cuerpo, pero nada más. A pesar de todo, no se arrepentía de lo que había pasado la noche anterior, una demostración de sus sentimientos. Se sentía tan bien y tan feliz que no le importaba nada.

Salieron juntos de la mano, ignorando las miradas curiosas de todos los que estaban allí. No les importaba lo que pensaran, no tenían que ocultar que estaban enamorados. Se sentaron juntos y comenzaron con su desayuno. Se sirvieron gran cantidad de comida porque sabían que pronto irían a entrenarse con el resto de tributos. Ellos conocían sus virtudes y no las mostrarían a los demás, al menos mientras sus contrincantes pudieran verlos. Querían poder sorprender y utilizarlo como un arma más para vencer.

Finnick se dio cuenta de que Susan los miraba con admiración. La niña tenía sus mejillas sonrojadas y se comportaba como si el joven de ojos verdes fuera su amor platónico. Peeta estaba un poco molesto por eso, no le gustaba que la niña se mostrara así de interesada en su amor, pero en el fondo entendía que no se pudiera resistir a los encantos de Odair. Se preguntaba cuantos habitantes de su Distrito o del Capitolio acabarían siendo candidatos a conquistarlo si ganaba los Juegos.

Cuando acabaron de desayunar, se reunieron con el resto de tributos en la zona de entrenamiento. Como no podían mostrar sus fortalezas, decidieron aprender a realizar fuego. Era algo que sería útil. Mellark y Odair no esperaron que Brown fuera con ellos, como tampoco esperaban que los acompañara una joven pelirroja con ojos marrones, que aparentaba tener 18 años.

– Me llamo Lena, soy del distrito 6. – La joven saludó antes de sentarse junto a ellos.

– Nosotros somos Peeta, Finnick y Susan, todos somos del Distrito 4. – El rubio explicó con una sonrisa.

– ¿Sois novios? He visto que no habéis soltado vuestras manos hasta que no os habéis sentado para comenzar a frotar la madera. – La chica preguntó.

– Sí. – El joven de ojos verdes confirmó.

– Es una pena, pase lo que pase no vais a poder estar juntos mucho más. Yo tengo a mi novio esperándome y estoy tranquila porque sé que está bien. Si consigo ganar, sé que volveré junto a él y podré ser feliz. No podría tener esperanza si estuviera en vuestro lugar. – Ella explicó.

– Vamos a luchar, que estemos juntos no significa que no queramos que sea uno de nosotros el que gane. – Finnick se mostró algo distante. Sentía como si ella se hubiera acercado a ellos porque creía que serían los aliados perfectos. Dos enamorados que no querrían vivir uno sin el otro y una niña tímida que no ganaría Los Juegos Del Hambre salvo que se escondiera y esperara a que todos los demás se mataran entre ellos y el que sobreviviera acabara muerto por alguna enfermedad o envenenamiento, algo que era muy improbable.

– No me malinterpretes, no quería decir que fuerais a morir a Los Juegos pero... ¿Qué haréis si quedáis sólo vosotros dos en la arena? – La pelirroja preguntó y los dos chicos se miraron a los ojos. No lo habían hablado, aunque Odair lo tenía más que claro.

– No pensamos en eso, vamos a ir paso a paso. De momento, nos vamos a preparar. – Mellark fue el que respondió y su novio dejó salir el aire que estaba conteniendo. Temía exponer su plan y que Peeta lo saboteara.

Cuando faltaba media hora para finalizar el entrenamiento, los cuatro se dirigieron a la zona de escalada. Habían pasado por varias pruebas y lo habían hecho siempre juntos. Parecían un grupo más o menos formado. A pesar de todo, el más grande seguía siendo el de los profesionales, que lo formaban los cuatro tributos del Distrito 1 y los cuatro tributos del distrito 2. El distrito 4 solía tener tributos profesionales, los cuatro habían recibido formación para Los Juegos Del Hambre, pero eso no significaba que fueran a formar parte de su alianza.

Las chicas se emparejaron para ayudarse mutuamente con las cuerdas que les protegían de la caída, por lo que Finnick y Peeta hicieron lo mismo. El primero en subir por la rampa fue el más bajo, mientras su novio se quedaba en el suelo, ya que debía encargarse de ayudarlo para que no cayera en caso de que fallara su agarre. Susan comenzó su ascenso poco después, respaldada por Lena, que se quedaría abajo para asegurarse de que no caía. Aun no habían llegado arriba cuando alguien se acercó a ellos. Era un joven de unos 15 años que parecía tener mucha fuerza. Su cabello era negro y contrastaba con su blanca piel.

– Soy Nate, Distrito 9. ¿Cómo se ponen las cuerdas? – El joven preguntó, aunque tenía sus mejillas sonrojadas. Se notaba que sentía vergüenza pero que quería aprender.

– Cuando baje Peeta te ayudo a subir. Yo soy Finnick y ellas son Susan y Lena. – Odair presentó a todos y la pelirroja lo saludó con una mano mientras que con la otra sujetaba la cuerda por si la rubia caía.

Mellark bajó y ayudó al recién llegado a ponerse las cuerdas para que aprendiera a subir. Jessica se unió a ellos y ocupó el lugar de la menor para escalar. Cuando ellos acabaron, Peeta y Nate se encargaron de sujetar las cuerdas mientras Lena y Finnick subían. Todos debían aprender a escalar para poder hacerlo en Los Juegos Del Hambre. Eso podría suponer la diferencia entre la vida y la muerte y debían estar preparados.

Llegaron a la habitación de Finnick después del día tan largo de entrenamiento, cenar y darse una buena ducha. Esa noche ni siquiera fingirían que Peeta acudía a su habitación. No les importaba lo que pensaran los demás, no era relevante. Se quedaron en ropa interior antes de tumbarse en la cama, no iban a utilizar pijama y sabían que, de todas maneras, los calzoncillos durarían poco tiempo en su lugar.

Se acurrucaron uno junto al otro, deseando demostrarse su amor de todas las maneras posibles. Comenzaron con besos perezosos, sonrisas dulces y caricias que no iban más abajo de la cintura. Estaban cansados pero seguían deseando estar juntos y entregarse en cuerpo y alma, de la misma manera que lo habían hecho la noche anterior. O bueno, tal vez con algo más de experiencia y algo menos de dolor, al menos eso esperaban.

Iban a experimentar todo lo que pudieran durante esa semana porque eso era todo. No había posibilidad de nada más, sólo les quedaban seis noches juntos e iban a aprovecharlas al máximo. Una vez estuvieran en la arena, no iban a tener oportunidad de tener esos momentos, aspiraban a rápidos besos y alguna caricia discreta. Y después, con suerte, uno de ellos volvería al Distrito 4 como vencedor, para intentar rehacer su vida de la mejor manera posible.

Pero hasta ese momento, ellos podían disfrutar de lo que sentían y de estar juntos en ese lugar. Lo importante era el presente, el futuro era algo a lo que ninguno de los dos aspiraba, por lo que mejor no pensar en él.

Amor y Destino (Los Juegos Del Hambre - Peenick - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora