CAPÍTULO 10: NUEVOS ALIADOS

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N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar... Debo decir que alguien me ha pedido un maratón de capítulos, por lo que me he esforzado para tener al menos dos (es lo máximo que he podido conseguir, siento que no se pueda llamar "maratón"). Y sé que me vais a odiar y que lo que viene después os va a tener muy enfadados conmigo (sobretodo con el que creo que será el capítulo 13)... Algo me dice que no voy a publicar el 14 porque me vais a matar... Anyway, aquí tenéis el 10 y en unos minutos subo el 11...

CAPÍTULO 10: NUEVOS ALIADOS

De repente, un gran león apareció, rugiendo con fuerza cuando los vio en señal de amenaza. No necesitaron nada más para comenzar a correr. Por suerte estaba algo distanciado y tenían ventaja.

Escucharon pasos tras ellos y Finnick pudo ver que había otros dos tributos que huían del animal. Por suerte, el león se distrajo con ellos cuando decidieron separarse. Aun así, ellos decidieron seguir corriendo, sólo por si acaso.

Por eso acabaron en lo que parecía el nacimiento de un río, donde había una cueva y tres chicos. Uno apuntaba un arco con flecha hacia ellos, la chica tenía un machete en la mano y el otro chico sostenía una gran piedra...

– ¡Peeta! – Odair gritó, olvidándose de que había dos personas más apuntándolos con armas, mientras corría hacia su amado.

– ¡Finnick! – El rubio soltó la piedra y corrió a encontrarse con él a medio camino, fundiéndose en un abrazo lleno de felicidad. Acabaron juntando sus labios en un beso intenso y lleno de amor.

Mientras los enamorados se saludaban, Susan se acercó a Nate y Lena. Simplemente se dieron la mano, entre ellos no había tanta confianza. Eran aliados y eso era todo lo que se podían permitir. En algún momento, podrían convertirse en enemigos.

– ¿Estaremos seguros aquí o el león vendrá a nosotros? – La menor preguntó, mirando hacia el camino por el que ella y Finnick habían llegado.

– Si viene, nos encargaremos de él. Esta es nuestra fortaleza, aquí estamos seguros. Desde el interior de la cueva escuchamos cualquier paso que haya cerca, por lo que sabemos cuando viene alguien antes de que lo haga y así podremos encargarnos de ellos.

Se escucharon dos cañonazos de fondo y Finnick supo que el león había alcanzado a los otros dos tributos. Ahora que había encontrado a Mellark, no lo sentía. Su único objetivo aquí iba a ser cuidar y proteger a su amado para hacerlo ganador. Ese era el momento en el que realmente comenzaban los juegos para él.

Peeta le mostró el lugar a su novio mientras los otros se quedaron fuera, dándoles unos minutos a solas. Cuando la pareja entró en la cueva, se fundieron en el beso más pasional que habían tenido fuera de las habitaciones destinadas para los tributos del Distrito 4.

– ¿Cómo os ha ido? – Finnick quiso saber.

– Bien, apenas hemos tenido problemas. Se acercó a nosotros una de las chicas del Distrito 7. Iba armada hasta los dientes, no sé de dónde sacó todo eso. Supongo que estaría en la Cornucopia pero no sé como lo consiguió. Nosotros la escuchamos desde la cueva. Se sabe cuántas personas se acercan por los pasos y sabíamos que estaba sola. Subimos y la esperamos, sabiendo que teníamos ventaja tanto en número como en conocimiento del lugar. Al final, intentó atacarnos pero, antes de conseguir preparar su arco, nosotros ya la habíamos derribado. Nos quedamos con todas sus cosas, muchas han probado ser muy útiles. – Peeta informó. ¿Y vosotros?

– Mucho más tranquilos. Hemos estado pescando en un río y caminando buscándote. Nuestro único problema ha sido con el león. – Odair se sentía algo estúpido, su amado había tenido que defenderse mientras él lo máximo que había tenido que hacer era correr.

– Creo que quieren unos juegos muy largos. Escuché a dos vencedores hablar antes de salir a la arena. Al parecer, los tributos de los distritos 1 y 2, al enterarse de que todo el Capitolio nos quería a uno de los dos como vencedores, empezaron a actuar como si entre ellos también había amor. Además, han creado una especie de culebrón con celos, traiciones... Quieren desviar la atención de nosotros para tener ellos más apoyos. – El rubio compartió la información que se había estado guardando hasta ese momento.

– No les debe ir muy bien, yo he recibido varios regalos y todos han sido muy útiles. Los tiene Susan. – Finnick explicó.

– Nosotros también hemos recibido algo, aunque casi todo lo que tenemos es de la tributo que matamos. – Mellark hizo un gesto de tristeza. Le costaba pensar que había acabado con la vida de una joven. Sin embargo, su novio lo conocía demasiado bien.

– ¡Ey! – El chico de ojos verdes puso su mano en la barbilla del otro para que lo mirara. – Era ella o tú. No puedo estar más feliz de que fuera ella. Ahora que estamos juntos, vamos a luchar para que uno de los dos gane estos juegos.

Volvieron a besarse, esos tres días separados habían sido una auténtica tortura para ellos y no había manera de que los volvieran a separar. Esa incertidumbre, el no saber si el otro estaba vivo había hecho mella en su estado de ánimo pero todo eso quedaba atrás. Llegaba el momento de luchar juntos, uno junto al otro, para conseguir que uno de los dos volviera a casa.

Sin embargo, su momento se vio interrumpido porque escucharon pasos. Peeta miró al otro con miedo y le agarró la mano para sacarlo de la cueva. Mientras salían, agarró una mochila que había en el suelo.

– Vienen y son muchos. Lo mejor será que nos vayamos. Ni siquiera he podido calcular cuantos vienen. – El rubio comentó con prisa. Susan agarró la cesta que ellos habían hecho y todos recogieron las pocas cosas que les quedaban en el suelo antes de alejarse lo más silenciosamente posible de allí por el camino contrario.

Para Nate, Lena y Peeta, eso suponía dejar el lugar en el que se habían sentido seguros. Para Finnick y Susan era más fácil. Durante el rato que estuvieron caminando, Odair no soltó la mano de su novio, temiendo que llegara un momento en el que, por lo que fuera, se volvieran a separar. El rubio le devolvía el agarre con la misma firmeza, teniendo los mismos sentimientos.

Después de mucho rato, consideraron que habían conseguido alejarse del peligro, por lo que buscaron un nuevo lugar para protegerse. Encontraron un lugar con piedras muy altas que garantizaba que desde ese lugar no serían atacados y podrían ver a los tributos a distancia, permitiéndoles la huida con tiempo suficiente. El río estaba algo alejado, pero con las cantimploras de Finnick y la que le habían robado a la tributo que habían matado.

Cuando estuvieron más tranquilos, Peeta agarró a su novio y lo alejó de los demás para tener un poco de privacidad.

– ¿Pasa algo? – Odair preguntó con el ceño fruncido.

– Me he dado cuenta de que hay algo que todavía no te he dicho. – El rubio susurró.

– ¿El qué? – El joven de ojos verdes estaba totalmente perdido y no sabía de qué hablaba.

– Te amo. – Mellark sonrió de manera suave, agarrando la cintura del otro.

– Yo también te amo.

Se besaron una vez más, felices de haberse encontrado y de poder luchar juntos porque uno de los dos ganaran esos juegos.

Amor y Destino (Los Juegos Del Hambre - Peenick - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora