CAPÍTULO 9: HUIR

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N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar... Creo que serán unos 15 capítulos... Así que, quedan unos seis para el final de esta historia... No sé si haré la segunda parte o no...

CAPÍTULO 9: HUIR

El himno de Panem comenzó y los dos tributos miraron al cielo. Finnick contuvo la respiración, deseaba saber lo que había pasado. Los conocerían en orden de distrito, por lo que pronto sabrían los fallecidos del Distrito 4. Él ya sabía lo de Jessica y realmente esperaba que fuera la única.

No había fallecidos de los Distrito ya que pasaron directamente a los dos chicos del Distrito 3. Después salió Jessica, por lo que las dos chicas del Distrito tres también seguían vivas.

El corazón de Odair se detuvo, si el siguiente era Peeta, todo habría dejado de tener sentido en su vida... Para su fortuna, después de Jessica pasaron a un tributo masculino del Distrito 6, haciendo que Finnick soltara el aire que había estado conteniendo.

– Peeta estará bien. – Susan susurró. – Mañana comenzaremos a buscarlo.

Un total de diez tributos habían muerto, algo poco común. Todavía quedaban 38. Le extrañaba que sólo hubieran muerto tributos en el baño de sangre. Él tampoco se había encontrado ningún peligro, nada que le hiciera temer. Algo le decía que querían que estos juegos fueran largos.

Finnick se quedó mirando el cielo. Los primeros rayos de sol brillaban con suavidad, iluminando los árboles que les rodeaban. Empezaba a tener hambre porque el día anterior apenas había comido algunos frutos. Los nervios y la ansiedad no se lo habían permitido. No sabía si Susan había comido antes de su encuentro, pero aun así, sabía que debían buscar algo pronto.

Mientras dejaba que su acompañante descansara un poco más, se puso a trenzar unas lianas para intentar usarlas como red. Podría intentar pescar en el río que había cerca. Sin embargo, cuando terminó la red, despertó a la niña, que se frotó los ojos, pareciendo aun más joven de lo que realmente era. Eso rompió el corazón del mayor, que se sentía mala persona por desear la muerte de un ser tan indefenso e inocente. Sin embargo, él tenía un objetivo y ni siquiera una niña con pecas en las mejillas podría distraerlo.

Le indicó a la niña el lugar más seguro para que lo esperara mientras él iba al río. Apenas tardó unos minutos en atrapar el primero. Lo mató con una de las piedras afiladas y lo dejó sobre una gran roca al borde del río antes de volver a pescar.

Cuando consiguió dos peces para cada uno, supo que era suficiente para su desayuno. Caminó hacia donde había dejado a Susan. Se sorprendió al ver que la joven había llevado varias frutas para acompañarlo.

Prepararon unas pequeñas brasas, no muy grandes porque el humo podría alertar a los otros tributos de su localización. Cocinaron el pescado y luego le añadieron jugos y trozos de frutas para darle mejor sabor.

Finnick no sabía si era porque hacía mucho que no había comido pero le pareció una receta digna de un restaurante. No dudó en comentarlo para que la niña se sintiera mejor.

– Mi madre me ha enseñado a cocinar. Trabaja en un restaurante como ayudante de cocina. – La menor informó con una sonrisa.

– Somos buen equipo, yo pesco y tú cocinas. – Odair le guiñó un ojo.

– Sin ti no comería. – Ella reconoció con timidez.

– Sin ti la comida sabría asquerosa. – Él intentó animarla. Los dos rieron antes de recoger las cosas y ocultar cualquier rastro de que habían estado allí. Había llegado el momento de buscar a Peeta.

Finnick estaba cansado y frustrado. Llevaban todo el día buscando a Peeta y no se habían encontrado con ningún tributo. El sol causaba que cada poco tiempo tuvieran que volver al río a beber, lo que era frustrante... Aunque, por otro lado, esperaba que su novio también tuviera la misma necesidad y estuviera cerca del río, facilitándoles el encuentro.

Después del décimo viaje al río, vio un paracaídas que bajaba hacia ellos. Sonrió ilusionado, no sabía si la ayuda era para él o para Susan pero, dado que eran un equipo, decidió abrir la cápsula que llevaba para ver el contenido. Sonrió al ver una cantimplora para llenarla de agua, de manera que no tuvieran que estar siempre junto al río.

Feliz, se la mostró a la rubia y los dos la llenaron, después de que ellos habían saciado su sed, y la metieron en la cesta que Odair había fabricado para transportar las cosas. Para no tener nada de la Cornucopia, tenían bastantes cosas útiles con ellos.

Siguieron con su búsqueda, aunque seguían cerca del río sólo por si Peeta no tenía otra manera de beber que estar allí, el calor estaba siendo muy intenso y necesitaban beber cada poco tiempo.

Seis días habían pasado y todavía quedaban 30 tributos. Cada vez que sonaba el himno de Panem, Finnick miraba el cielo con la esperanza de que Peeta no apareciera en la lista de fallecidos. Al menos había tenido suerte en eso. Su búsqueda había sido infructuosa, de echo, no se habían encontrado a ningún tributo.

Susan seguía a su lado, ayudándolo en todo lo que podía y evitando que enloqueciera por culpa de la soledad. Le daba ánimos cuando se sentía triste y seguía repitiéndole que encontrarían a Peeta.

Estaban terminando de comer la trucha que habían pescado cuando el chico escuchó algo detrás de ellos. Cogió el cuchillo que tenían, cortesía de un patrocinador, y le hizo una señal a la niña para que se posicionara tras él. Sin embargo, la menor recogió las cosas que habían conseguido fabricar o que les habían dado en la cesta hecha con lianas antes de obedecer.

De repente, un gran león apareció, rugiendo con fuerza cuando los vio en señal de amenaza. No necesitaron nada más para comenzar a correr. Por suerte estaba algo distanciado y tenían ventaja.

Escucharon pasos tras ellos y Finnick pudo ver que había otros dos tributos que huían del animal. Por suerte, el león se distrajo con ellos cuando decidieron separarse. Aun así, ellos decidieron seguir corriendo, sólo por si acaso.

Por eso acabaron en lo que parecía el nacimiento de un río, donde había una cueva y tres chicos. Uno apuntaba un arco con flecha hacia ellos, la chica tenía un machete en la mano y el otro chico sostenía una gran piedra...

Amor y Destino (Los Juegos Del Hambre - Peenick - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora