CAPÍTULO 4: CONTIGO

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CAPÍTULO 4: CONTIGO

Finnick estaba en la cama, intentando dormir. Después de una ducha para quitar los restos de pintura de su piel y una suculenta cena, sólo quería dormir. La temperatura de la habitación era agradable, por lo que decidió dormir en ropa interior. La verdad era que había pasado gran parte del día así, por lo que no le encontraba ningún sentido a vestirse para dormir.

Apenas había pasado unos minutos tumbado en la cama cuando escuchó que alguien abría la puerta. Levantó la cabeza para ver que era Peeta, que entraba en la habitación y cerró la puerta tras él.

– ¿Estás despierto? – El recién llegado susurró, sin separarse de la puerta que justo acababa de abrir.

– Sí, puedes acercarte si quieres. – El chico de cabellos bronceados respondió con una sonrisa y se sentó, apoyando su espalda en el cabecero de la cama.

– Quería... – Mellark se mordió el labio, estaba realmente nervioso y al otro no le pasó desapercibido.

– Puedes decirme lo que quieras, somos amigos, ¿no? – El más alto susurró y sonrió. Aunque la habitación estaba a oscuras, el otro sintió como si todo a su alrededor se iluminara. Odair siempre había tenido ese efecto para el otro, sobretodo cuando sonreía.

– La promesa que hicimos hace años... Fue estúpida. Los dos íbamos a sufrir si el otro era elegido para los Juegos, lo sabes, y nos hemos estado reprimiendo y ocultando nuestros sentimientos como si fueran algo malo... ¡No lo son! Debimos haber empezado hace años, no debimos dejar que el miedo se apoderara de nosotros. Ellos nos han robado todo, nuestro futuro, nuestro pasado... Pero estoy cansado. No voy a permitir que nos roben nuestro presente. Voy a disfrutar de todo el tiempo que pasemos juntos, de cada beso, de cada caricia porque sé que un día ya no habrá más. Uno de los dos va a sobrevivir a estos Juegos, pero este año no habrá vencedor porque habrá perdido lo más valioso. Y hasta el momento en el que uno de los dos deje de respirar, vamos a estar juntos sin reprimir nada. – El rubio dijo de manera firme.

– Ven aquí. – Finnick pidió y se movió para dejarle al otro sitio.

En cuanto Peeta estuvo sentado, sintió los labios de su amado sobre los suyos, besándolo de una manera muy diferente a la que se habían besado hasta ese momento. Había mucha pasión y mucho deseo. El joven de ojos azules notó que el otro no tenía muchas capas de ropa y estaba besándolo de esa manera en la que le era imposible pensar. Por eso decidió profundizar el beso mientras se movía para que la espalda de su amado acabara sobre el colchón.

A partir de ahí, el tiempo se detuvo, el resto del mundo dejó de existir. Solo estaban ellos, amándose y sintiéndose libres por primera vez en su vida. Allí, sin sus familias, sin ningún otro tributo, sin la sensación de ser observados, sin preocupaciones, sin obligaciones, sin una "fecha de caducidad".

Al terminar, los dos sonrieron tímidos. Jamás habrían pensado que el sexo sería tan placentero. Estaba destinado a tener niños y nadie les había explicado que era algo más, una manera de conectar con otra persona, alguien a quien amaran y en la que confiaran. Una manera de entregarse en cuerpo y alma a quien les había robado el corazón.

Ellos habían dejado que sus cuerpos los guiaran y habían disfrutado de ese momento. Sólo faltaba una cosa para poder dormir tranquilos.

– Te amo. – Finnick susurró.

– Yo también te amo.

Amor y Destino (Los Juegos Del Hambre - Peenick - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora