CAPÍTULO 13: EL ADIÓS

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N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar... Ha sido uno de los capítulos más difíciles de escribir para mí... Aviso que si sois sensibles necesitaréis pañuelos... Y también digo que quedan dos capítulos más (además de éste) por lo que espero que os guste el final...

CAPÍTULO 13: EL ADIÓS

Finnick abrió los ojos, tenía la boca reseca y estaba algo desorientado. Le costó unos segundos recordar que estaba en los Juegos del Hambre y que había sido atrapado por la niebla verde mientras se abrazaba a Peeta.

Se incorporó rápidamente y miró a su alrededor. Su novio no estaba en ningún lugar. Escuchó unos pasos y se asustó, por lo que se escondió tras un árbol, esperando que no lo encontraran. Por suerte, se dio cuenta de que eran Lena y Susan, que estaban buscándolo.

– Estoy aquí. – El chico salió de su escondite, asustando a las dos, que acabaron apuntándolo con el arco y un cuchillo.

– No vuelvas a darnos un susto como éste. – La pelirroja amenazó mientras bajaba el arma.

– ¿Dónde está Peeta? – La rubia preguntó.

– No lo sé, estaba a mi lado cuando la niebla verde me hizo desmayarme pero al despertar había desaparecido. – Odair explicó todavía confundido. Las otras dos se miraron con tristeza. – ¿Qué ocurre?

– Hemos escuchado un cañón... Tal vez no es él pero... No creo que Peeta se haya alejado por voluntad propia y no creo que nadie lo haya secuestrado y te haya dejado vivo, no tiene sentido... – Lena informó, aunque le daba miedo reconocer en voz alta lo que realmente pensaba.

– El aerodeslizador ha cogido a alguien cerca de aquí, nosotras veníamos a ver si había quedado algo de la persona a la que se han llevado... – Susan comentó con inocencia.

– No... No, no, no, no... – Finnick comenzó a negar con la cabeza mientras seguía repitiendo esa palabra una y otra vez. Se agarró el pelo con las manos y se sentó en el suelo mientras el llanto comenzó. Las dos chicas se sentaron a su lado y lo abrazaron con fuerza, dejando que las lágrimas también salieran de sus ojos. No podía ser que su amigo hubiera muerto.

Odair se sentía hundido. No encontraba sentido o explicación a lo sucedido y no lo creería completamente hasta que viera la imagen de Peeta en el cielo. Aun así, el dolor de que no estuviera entre sus brazos era tan inmenso que le costaba respirar. Susan y Lena se encargaron de cuidarlo e intentar animarlo.

Aun así, todos se saltaron la comida, no se sentían con ánimo para eso. Sólo querían caminar en busca de alguna pista que les indicara dónde estaba el chico que faltaba. Se resistían a aceptar que habían perdido a Mellark, estando embarazado.

Cuando la noche cayó, los tres se sentaron cerca de la cueva que les servía de refugio. No sabían qué había pasado con los otros tributos, habían estado muy concentrados en buscar a Peeta y ni siquiera habían intentado buscarlos. Sabían que los profesionales querrían darles caza desde que el tercer grupo estaba ya derrotado.

Sin embargo, nada importaba cuando veían a Finnick tan derrotado, llorando desconsoladamente porque el amor de su vida, la persona más importante para él, había fallecido. El chico se sentía roto, como si una manada de elefantes hubiera pasado por encima de él. Intentó recordar lo que había pasado después de descubrir que su amado no estaba y se dio cuenta de que su mente no podía trabajar bien. Estaba como atrapado por esa niebla verde y tenía la sensación de que, a pesar de lo que decía su cuerpo, él había muerto también.

El himno de Panem sonó y él elevó la mirada, deseando no ver la cara de Peeta en el cielo. Sin embargo, sus deseos no fueron satisfechos, la única persona fallecida ese día era su amado. Un grito desgarrador salió de su boca mientras notaba como las dos chicas lo abrazaban con fuerza. Sin embargo, los tres sabían que nada podría calmar ese dolor.

Pasaron media hora así, estaban aturdidos y sus músculos serían casi imposibles de mover, pero no les importaba. Necesitaban sentirse unidos y apoyados en esos duros momentos.

De repente, Susan vio como un enorme paracaídas transportaba algo alargado y grande que se acercaba a ellos. Movió a los otros para que le prestaran atención y señaló el objeto a pocos segundos de que cayera frente a ellos. Finnick lo reconoció enseguida, era un tridente dorado y sólo podía tener un destinatario, él. Atado al tridente había un pequeño sobre. Lo cogió y lo abrió, sacando de él un pequeño papel y un lazo azul. Leyó la frase del papel y se quedó sin aliento.

"Sabes que eres el ganador, no te rindas"

No sabía quién le había mandado ese mensaje pero el lazo lo tenía totalmente desconcertado. No le encontraba ningún sentido, sólo recordaba un momento en el que se había fijado en ese objeto y fue cuando le tocó cambiar un pañal a su sobrino cuando éste tenía sólo tres meses...

Flashback

¿Es la primera vez que cambias un pañal? – Peeta le preguntó mientras observaba la torpeza con la que manejaba al niño.

No, es la primera vez que se lo cambio cuando lleva ropa con lazos... ¿Por qué se les pone a los bebés tantos lazos? No les encuentro utilidad. – Finnick se quejó mientras conseguía soltar uno que era el que le impedía desabrochar los botones que necesitaba para cambiar el pañal.

Se supone que están adorables con esta ropa. – El rubio rió mientras sostenía al bebé para que pudiera quitarle la ropa.

¿Y por qué a las niñas se les ponen rosas y a los niños azules? No lo entiendo... – El más alto siguió protestando mientras retiraba el pañal sucio.

Eso es porque se supone que el rosa es para niñas y el azul para niños. – El adolescente de ojos azules respondió con una sonrisa.

Cuando yo tenga hijos, si son niña les pondré lazos azules y si son niños se los pondré rosa. – Odair afirmó. Había limpiado la piel del bebé y ya estaba colocando el pañal limpio.

Pensaba que no les pondrías lazos. – Mellark decidió bromear.

Ya veremos... – Finnick terminó de vestir al bebé y después lo dejaron en la cuna para que tuviera su siesta. Los dos amigos se sentaron a ver la televisión ya que estaban de canguros esa tarde.

Fin del Flashback

El más alto guardó ese momento en su memoria, sobretodo porque fue la primera vez que se imaginó su futura familia con Peeta. Una familia que ya no existiría para él. Su amor y su bebé habían fallecido y él sólo tenía una nota y un lazo. Nuevas lágrimas comenzaron a salir, el dolor era inmenso y no había manera de que desapareciera. Sabía que nunca olvidaría a su amado, su sonrisa, sus hermosos ojos... Aun así, eso le sirvió para pensar en su sobrino y comprender una cosa. Aun tenía motivos para vivir.

Amor y Destino (Los Juegos Del Hambre - Peenick - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora