Justin's Pov
Salí del salón y caminé por los pasillos hasta mi casillero.
Sentí unas manos rodearme el abdomen y luego ví la luminosa sonrisa de Jazzy.
-Te extrañé tanto - dijo y me abrazó de nuevo.
-Yo también te extrañé - hablé y sonreí.
-¿Dónde estuviste Justin? - se endureció después.
- Eso no importa - respondí sonriendo.
-¿Vas a volver a casa esta noche? - me cuestionó todavía preocupada.
Bajé la mirada y suspiré. Había decidido no contarle a mi madre o a Jazzy, por su propio bien. Iba a esperar que mi padre lo confesara por sí solo.
- No - respondí.
-¿Por qué no? - preguntó confundida.
- Es que, quiero independizarme y aprender a hacer las cosas por mí mismo, no falta mucho para que vaya a la universidad -mentí.
-¿Y qué pasa conmigo? - preguntó dolida.
- Te veré aquí todos los días - animé.
-No es lo mismo Justin - dijo.
- Prometo que jamás dejaré de venir, para poder verte todos los días -sonreí.
-¿Lo prometes? - habló ilusionada. Asentí.
-Es una promesa- afirmé.
Jazzy se separó de a poco de ese abrazo y me sonrió por última vez.
- Te veré aquí mañana - sonrió y se alejó.
Vi como hacía su caminata feliz y luego se le acercaba a Sky.
Jazzy le dijo algo, y Sky me miró fulminante. Yo mantuve la cabeza firme mientras ella tampoco cedía.
Ella era hermosa, sexy y podía ser cruel y confusa. Y sobre todo, la primera chica que me había negado.
Le lancé un beso y le sonreí. Ella rodó los ojos y dejó de mirarme. Me detestaba, pero en el fondo sabía que yo le gustaba.
Sky's Pov
Estaba sentada el viernes por la tarde en un sofá de la ventana.
Delineaba con el dedo, siluetas dibujadas en el vidrio, matando el tiempo.
-¿Sky? - dijo una voz al otro lado de la puerta.
-¿Qué? - respondí sin ánimo.
- Alguien está buscándote - avisó.
- Está bien - hablé y esperé a que ella se alejara de la puerta.
Crucé los jardines de la entrada y vi a Justin con sus lentes negros mirar hacia la nada.
Cuando cerré la puerta principal, el se giró hasta recargar su espalda en la motocicleta.
-¿Qué haces aquí? - pregunté.
- Cuando dije que me gustabas, lo dije en serio - confesó.
- ¿Viniste hasta aquí sólo por eso? - cuestioné.
- No -admitió - Vine aquí para salir contigo - sonrió.
Negué varias veces.
-Nunca - respondí.
- Creo que no escuchaste bien lo que te dije - me miró, tirando el cigarrillo al suelo. - Dije que vine a salir contigo - habló.
- Y yo dije que jamás saldría contigo - replicó.
Él sonrió y se acercó peligrosamente hasta mí. Me levantó y me puso en su hombro.
- Déjame - grité y di golpes en su espalda. - Suéltame - protesté y me sentó arriba de su motocicleta.
Justin sonrió y se sentó detrás de mí.
- Eres una bestia - declaré.
-Lo he escuchado mucho - admitió y arrancó la moto.
Contuve mi miedo y apreté mis puños.
-Si no quieres salir herida, mejor usa esto - susurró en mi oído.
Tomé el casco entre mis manos y no dudé en ponérmelo ni un segundo. Él se acercó a mi.
-Bonito culo, Bunny - murmuró.
Mis mejillas se sonrojaron y él arrancó nuevamente la moto. Y aunque esto era ofensivo para la dignidad de cualquier mujer, me gustaba que Justin me dijera ese tipo de cosas.
El cabello debajo del casco volaba con el aire de Nueva York. Jamás en mi vida me había subido a una de estas cosas, pero me sentía libre y bien estando con Justin.
La acera rechinaba por debajo de las ruedas, calle por calle, lugar por lugar miraba caminar a la gente con prisa.
Él se detuvo frente a un bar. Bajó del asiento de atrás y me sacó el casco. Lentamente baje también y lo seguí hasta adentro del bar.
- Este es mi lugar preferido susurró en el cuello.
Lo ignoré y tomé un asiento en la barra, Justin se sentó junto a mí.
- Dame lo de siempre Joe - gritó y Joe asintió
- Jamás he estado en un lugar como este - admití.
- Lo sé - burló Justin.
- Se supone que entra en los lugares donde nunca fuí y jamas iría - dije.
-En la vida debes aprender que no todas las promesas se cumplen - admitió.
El mesero trajo dos copas pequeñas y luego una botella entera.
Justin de inmediato tomó su copa y después se sirvió otra.
-¡Vamos! ¡Tómala! Solo esta noche - habló feliz.
Lo dudé un minuto más.
-¿No eres capaz de tomar eso?- rió.
Miré el trago una vez más y tragué saliva.
-Te diré algo, sólo tomaré una copa más, yo conduciré -dijo- Pero al final de la noche, esta botella debe estar vacía- continuó y agitó la botella frente a mi.
Finalmente agarré el vaso y me lo bebí todo en un trago. El líquido me quemó la garganta.
-Buena chica -animó Justin.
En la quinta copa el sabor comenzaba a ser delicioso. Y me hacía sentir realmente bien esto, porque el alcohol hacia que todas las cosas a mi alrededor desaparecieran.
Eran más de las once, pero no sentí la necesidad de volver a casa, ni de llamar para escuchar que mi padre no estaba.
La octava hizo a un lado el dolor que aún sentía por perder a mi madre. Ella había muerto hace tres años y desde entonces la soledad era mi mejor amiga.
La décima copa me hizo reír de cualquier cosa que veía u oía. Esta no era yo, pero esta parte de mi era feliz y no quería sentirme sola después de esto.
Justin bailaba al ritmo de la canción y yo seguía sus pasos tratando de no perder el equilibrio. La pista estaba llena de alcohol, y personas en el mismo estado que yo.
Me acerqué a Justin y lo besé, saboreando sus labios, sintiendo la desesperación con la que respondía a ese beso.