VIII.Proposal

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Arianna tuvo que retroceder un paso. Pero él la tomó por el brazo y le impidió alejarse.

—¿Me has visto? —le preguntó, sintiéndose arder.

—Hasta el último minuto de tu inspirada exhibición. Al menos eso espero. ¿Por qué no me puedo imaginar cómo mi bailarina puede ir más bajo que eso.

Frente a ese tono desdeñoso, Arianna encontró la fuerza para defenderse. —No hay nada vergonzoso en lo que hago. —Volvió la mirada en la dirección de la mano de Nicholas que todavía agarraba su brazo—. Me estás haciendo daño.

Nicholas alzó una ceja, pero no la soltó.

—Mis bailarines no se exhiben en locales tapizados con perlas hasta el techo. No se contonean frente de la nariz de los hombres y no los masturban a la vista de docenas de otras personas.

Arianna fue capaz de parar de masajear el dolor de la piel y, de hecho, se preparó para luchar.

Sabía que sus actuaciones nocturnas no eran del Royal Albert Hall, pero no tenía intención de dejarlo decir por Nicholas Morgan, quien con sus amantes aparecía regularmente en las páginas de la prensa rosa, lo que era lícito o no lícito hacer.

—¡Si yo hago lo que hago es porque tengo una buena razón! —dijo sosteniendo su mirada.

—¿Cuál es?

—No puedo decirte. Es...

—Personal —Morgan se le adelantó en tono irónico, y liquidando aquella respuesta ondeando una mano. Le dio la espalda y caminó hacia la gran ventana que daba a la Chiswick Road, ahora iluminado por las luces de las lámparas de la calle. 

¿Cómo Morgan sabía de su trabajo en el Icing? Se preguntó Arianna. Nadie sabía a excepción de Christine... No es que quisiera mantenerlo en secreto. No le importaba lo que los demás pudieran pensar.

En el tenso silencio de la habitación, sintió los saludos que algunos bailarines se lanzaron fuera de los vestuarios al final del pasillo.

El trabajo en el Icing era solo temporal, pero bien pagado. Sobre todo porque ella cuando quería, podía ser buena. Siempre había tenido un temperamento apasionado, un fuego en el interior que le permitía moverse de una manera extremadamente sensual. Pero el ejemplo de su madre le había enseñado que la pasión debía ser sofocada. Fue sometida a la racionalidad y usada sólo cuando es necesario, para conseguir lo que querías.

—Si tienes algo que decir acerca de mi baile, es tu derecho de hacerlo, —comenzó, hablando a la espalda de Morgan—. Pero lo que hago fuera de aquí es solo cosa mía. 

Morgan tensó los hombros. Lentamente se volvió hacia ella.

—De hecho, tengo mucho que decir acerca de cómo bailas. Así que hoy no entrarás en esa maldita caja de perlas y permanecerás aquí a ensayar —ordenó acercándose de nuevo. 

—No me puedes obligar —lo desafió, sin retroceder.

—¿Quieres apostar?

Morgan estaba a unos pocos milímetros. Arianna inclinó la cabeza hacia atrás, temblando de ira, pero también de excitación. Cómo le gustaría rozarle el pecho con una mano.  Seducirlo allí, en una de las sillas. Montarlo escuchando los gemidos roncos y masculinos mezclados con el crujido del cuero, verlo perder el control...

Si hubiera sido capaz de seguir el ritmo arrogante e intimidante de Morgan, el poder de esa imagen la obligó a retirarse un paso, antes de que la tentación de convertirlo en realidad la indujera de hacer algo de lo que definitivamente se arrepentiría.

Por otro lado, ¿cómo podía permanecer indiferente a la presencia de Nicholas? ¿Después de todo el día estar rodeada de bailarines con orientación sexual incierta y por la tarde se encontraba, casi siempre, bailando para los perdedores que vendrían dentro de sus pantalones apenas tocando el culo con un dedo?

—Yo... —Ella tragó porque la voz incierta que se rascó la garganta estaba traicionando su agitación.

—Necesito ese dinero.

Los ojos de tigre de Morgan permanecieron encadenados en ella por un momento con una expresión inescrutable. Luego estiró los labios en una sonrisa de suficiencia. La sonrisa de un cazador que ha encontrado el punto óptimo de su presa.

—Así que es una cuestión de dinero... Debería haberlo sabido... —Él levantó una mano y metió un mechón de pelo mojado detrás de la oreja—. ¿Eres una chica con gustos caros?

Arianna estaba rígida, con la piel detrás de la oreja hormigueando. Sintió los pezones duros presionando contra la lana fina y resistió el impulso de tomar la mano de Morgan para enfilarse al suéter.

—El dinero... no es para mí —alcanzó a decir.

Morgan inclinó la cabeza hacia un lado.

—¿Y cuánto te pagan?

—Ciento cincuenta libras por noche.

Morgan señaló aquella cifra con un pequeño silbato impresionado.

—No está mal. —Su mirada se deslizó por su rostro, su cuello, al escote del jersey—. Actúa para mí y te daré el doble.

Se jodió mi cerebro.

Era oficial.

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  ♔TAMLY♔.  

¿Ustedes creen que Arianna Acepte la propuesta de Nicholas?

--> Se que empeze a subir  capitulos  mas largos pero en este queria dejarles la intriga ;)

No me maten! Yo las amo  ❤❤

Entre las llamas del Pecado (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora