XXXI. wailing

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*Gemidos*

Quería satisfacerlo.

Transformar la sala de ensayo en una alcoba del placer. Nicholas ya no podría entrar en ella sin repensar en lo que hacían allí. Debía tener una erección cada vez que pusiera un pie en esas cuatro paredes.

Un proyecto ambicioso, por supuesto. Pero si quería recibir el pago por sus servicios tenía que darle algo que otras mujeres no le daban. Nicholas no era un hombre que necesitara abrir su billetera para encontrar una mujer caliente que lo satisfaga...

Le pasó una mano lentamente a lo largo de su muslo, y subió al cinturón de cuero negro, que apretó en una pequeña mordaza agresiva para tirar de él hacia sí.

—¿Y? ¿Qué quieres que haga?

Nicholas se dejó tironear pero sin perder el equilibrio.

—Desnúdame —respondió.

Arianna se moría por darle un beso. De sentir su lengua. Pero se contuvo. No fue un beso lo que le había pedido.

—Con mucho gusto —murmuró, volviendo con las manos a lo largo de la tela de su camisa.

—Y entonces te haré lo mismo —agregó.

Con la garganta repentinamente cerrada, Arianna apareció detrás de él y sacó la camisa de sus pantalones, una pulgada a la vez. Luego deslizó sus manos bajo el suave algodón con un suspiro y saboreó el calor de la piel de Nicholas. Le acarició la espalda y se deslizó hacia el frente con las palmas de las manos para tocar los músculos contraídos del estómago. Estaba caliente. Y rígido. Casi contraído esperando lo que iba a hacer. 

Al ritmo de la música llegó ante él y se agachó a sus pies, trepó a lo largo de los muslos con sus manos y luego con el cuerpo, mientras sus labios se encontraron con la tela áspera de su pantalón, el bulto de su sexo presionando contra la cremallera, la hebilla fría del cinturón y finalmente la piel caliente y aterciopelada debajo del ombligo.

—Sí... —jadeó Nicholas.

Un botón a la vez, Arianna desabrochó su camisa ondeando pequeños golpes de lengua con cada nuevo centímetro de piel bronceada descubierta. Los abdominales entrenados y los pectorales hinchados. Con sus labios tocó su pezón pequeño y duro. Entonces lo tomó entre sus dedos y suavemente lo pellizcó, arrancando otro gemido de placer. Quería desnudarlo con gestos urgentes, pero se obligó a hacerlo con calma. Lo deseaba tan excitado que no podría ponerse de pie. Lo quería por completo en su poder. Y quería que se desatara sobre ella, dentro de ella, para satisfacer esa hambre de sexo ahora, que era evidente, los atormentaba a ambos.

Hizo avanzar la lengua entre los labios y lamió el otro pezón. La satisfacción le había regalado en el vestuario ya era un recuerdo. Y su cuerpo quería más. Arianna se sentía vacía, el vientre en las garras del deseo.

De un chasquido le derribo la camisa por sus brazos y tomó un pezón entre los dientes.

Nicholas echó hacia atrás la cabeza.

—¡Así... muérdeme!

Arianna lo apretó suavemente y sintió que los pelos suaves alrededor de la areola que rozó sus labios.

Con dos tirones que hicieron saltar los botones de los puños, Nicholas se liberó de la camisa y le agarró la cabeza para mantenerla cerca de él en un gesto imperioso de mando.

—¡Muérdeme! —repitió, temblando.

Arianna había querido extender una mano entre sus piernas y tocarse. El frenesí en su interior se estaba haciendo insoportable. Pero quiso dedicarse primero a él. 

Se puso en su cadera y miró su reflejo mientras desabrochaba el cinturón y lo desfilaba por las presillas.

Nicholas era una forma oscura e impresionante en el espejo. Inmóvil como una estatua.

Pero sintió al acercarse el temblor que lo sacudió. Se estaba controlando. ¿Hasta cuándo lo lograría?

—¿Ya estás duro para mí? —preguntó provocativa.

Se volvió, con el pelo revuelto, los ojos febriles.

—Averígualo...

Arianna dejó caer el cinturón y le rozó el abultamiento del pene sobre los pantalones, arrancándole un nuevo gemido.

—Me gusta sentirte de esta manera —le susurró al oído—. Quítate los zapatos.

Nicholas la miró por un momento y luego se inclinó para complacerla. Pateó sus zapatos hacia el espejo, junto con los calcetines y la miró con aire resuelto, listo para ser desvestido hasta el final. Con dedos temblorosos Arianna desabrochó el botón y deslizó la cremallera.

Inmediatamente vio la punta tensa y enrojecida del pene asomando sobre el borde del bóxer y no pudo resistir la tentación de lamerlo. Le metió las manos por el cabello para impedirle apartarse de su sexo y Arianna lo contentó, lamiendo la punta con su lengua húmeda. Luego tomó sus bóxers y lo desnudó por completo. 

Cuando se levantó, lo miró desafiante.

—Ahora es tu turno.

Observó la malla de plata que apenas la cubría.

—No va a tomar mucho.

—Espero que no. No lo podría soportar... Y me arrancaría este traje. Cosa que no puedo hacer. De lo contrario, Christine me desollaría viva.

—¿Quién es Christine? —dijo Nicholas. La giró por los hombros y se acercó a ella presionando su erección contra las nalgas desnudas.

Arianna suspiró y arqueó su pelvis hacia atrás. Sentirlo detrás la estaba volviendo loca.

—Mi compañera de cuarto... trabaja en el Icing. Es ella la que me pasa los trajes... aunque tal vez no debería.

Nicholas apartó el pelo a un lado y le lamió la oreja con la lengua, haciéndola temblar con violencia.

—Es una pena... Estaba pensando tomarlo de aquí... —Su mano se movió por su espalda y agarró el borde del traje—, y hacerlo trizas... —Su mano bajo a lo largo de su cadera desnuda y se deslizó debajo del borde del traje, para rozar su ingle—. Me muero de ganas de volver a ver tu pequeño corazón.

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♔TAMLY♔. 

Espero les haya gustado !
Mañana empezare denuevo el colegio y se me hara dificil subir capítulos en corto tiempo, pero tampocolas abandonaré: )

PD: Dulces sueños.

Entre las llamas del Pecado (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora