Pasión Fugaz.

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Él Comenzó a amar, cuando se dio cuenta que la lujuria y la pasión, la podía vivir con una sola persona y que lo que ella le dio fueron experiencias y una manera de vivir diferente a la que él conocía.

Ella dejó de buscar cuando tuvo cara a cara a quien le quería dar todo y no solo pedazos y no tendría que sacrificar lo que más amaba de la vida, y él amaba eso de ella.

Mark dejó de correr por el mundo para obtener respuestas y esperó a que la vida le ayudara a encontrarlas.

Claire vivió y río plenamente cuando descubrió que podía hacerlo con alguien y que no iba a dejar de ser quien era, además, que la hacía mejor y sobretodo, valorar lo que tenía y a quien tenía.

Todo esto lo aprendieron juntos, sin saberlo, ni esperarlo. Sin desearlo.

Las historias bellas no siempre terminan en un, felices para siempre, ni son las más largas o con la última persona que te quedas en la vida. A veces son el antecedente en otra historia que va a comenzar y que te hará ser mejor persona y amante, sin darte cuenta, sin saber que una pasión fugaz era lo que hacía falta para poner las piezas en su lugar, para poder entender que no siempre como vives es como deberías hacerlo, y que los cambios son buenos, siempre y cuando tú lo deseas.

Ese último día, en su última cita, un adiós se tornó entre ellos. Un adiós y gracias definitivo.

—¿No puedo hacer algo para evitar que te vayas?

—No, cumplí mi promesa, 10 citas, no puedo darte más, no debí darte tanto.

—Que te vaya bien Claire —dijo Mark mirándola fijamente.

—Cuídate y cuídalo —dijo apuntando a su parte masculina.

Él sonrió sabía a lo que se refería.

—¿Te volveré a ver? —preguntó él dudoso.

—Probablemente sí o no, la vida es sabia y todo lo que me pusiste dar, lo diste —dijo su frase con otra intensión—. Las historias no siempre son largas, pero no dejan de ser historias, y aunque la nuestra no fue de amor, nunca dudes que fue de pasión.

—Pasajeros con destino a Bucarest favor de abordar por puerta 8, pasajeros con destino a Bucarest, puerta 8 —dijo la voz de la aerolínea.

—Te llaman —dijo Mark dándole la maleta.

—Si, ya me tengo que ir. Solo una cosa —dijo viéndolo fijamente—. No te tomes la vida tan en serio.

—Y tú no te la lleves tan a la ligera. Que la vida da sorpresas.

Y dejando esa frase al aire, se dieron su último beso y cada quien tomo su rumbo. Ella a 12 horas de él, y el a 20 minutos del aeropuerto. Rumbos distintos, vidas distintas, objetivos diferentes. Una cosa en común. Sexo. Lujuria y pasión para ambos.

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