APRENDIENDO COSAS NUEVAS

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Como lo suponían esa semana apenas y se vieron, la gala fue conforme a lo pautado y aunque hablaron y estuvieron juntos en más de una vez por la prensa y los invitados, no salía de lo profesional, solo hablaron de sus logros, de su apoyo en el proyecto y las salas remodeladas. No había otro tema que no fuera trabajo y Dante Alighieri, y cada que iban a esa sala ambos sonreían. Esa sala les guardaba un secreto. Un secreto sexual.

Claire estuvo muy ocupada revisando y cuidando todas las salas, la exposición principal, atendiendo a la prensa y personas importantes de la ciudad. Mark hablando de negocios, de números e historia con los socios, de nuevas ideas para el museo. No habían tenido oportunidad de hablar mucho. Claire estaba preparando sus maletas, estaba casi todo listo para su partida. Pero antes que nada, fue al supermercado. Compró algunas cosas. Quería una cita normal, una cita especial, solo para ellos dos. Quería algo para recordarlo. Quería hacerlo parte de algo mayor, parte de ella.

El viernes casi en la noche, luego de esa semana de exposición, la desmontaron, se fueron, ella de nuevo organizó todo. Cada pieza ingresó a un camión de carga para llevarlo al aeropuerto, coordinar desmantelar las cosas requería de la misma paciencia que montarlo, y todo salió bien, ella estaba libre, tenía esa noche y el sábado para ella y el domingo partiría. Le diría adiós a Mark. A su aventura. A su amor. A su Pasión Fugaz.

Él llegó puntual a la cita, como siempre, con su usual botella de vino tinto para compartir con Claire. Iba a ser una cita tranquila para ambos. Eso creían, eso esperaban. Iban a compartir cosas que les gustaban. Él le iba a enseñar cosas nuevas. Algo con lo que lo recordaría por mucho tiempo. Cocinarían.

—¿Cansada? —preguntó él en la barra picando algunas verduras.

—Solo un poco, nada que no pueda resistir. Y te tengo a ti.

Ambos estaban picando algunas zanahorias, tomates, pimientos, harían juntos brochetas de albóndigas, esa era su cita, una normal cita cocinado juntos, él le enseñaría a hacer algo más que pasta y risotto, para llevárselo a Rumania, o cualquier otro viaje. Hicieron muchas cosas. Pasta con carne, Lasaña Maggi, Salteado de lomo. Verduras. Muchas cosas para comer entre ellos.

—Creo que tendré recalentado para estos días.

—Y para tu avión. Recuerda, me importa que estés alimentada.

Ella le dio un golpe jugueteando. Le gustaba que eso pasara. Le gustaba que la alimentara. En todo sentido.

—Extrañaré esto —él la miró —, que me alimentes, que te importe, pero quiero que alguien más te importe y que a alguien más alimentes.

Mark le acarició el rostro. Era claro que lo quería, y deseaba que tuviera lo mejor.

—Siempre te guardaré con mucho amor, siempre estarás en mis recuerdos.

Claire se acercó y se dieron un beso, un tierno y casto beso. Comenzaron a cenar y a darse comida entre ellos, nada mejor para demostrar su amor que alimentar a la persona amada. O eso decían sus autores favoritos. En ese instante Mark entendió un de sus citas favoritas de Dante;

"Ella se va benigna y humillosa y oyéndose loar, rostro no muda y quien la mira enajenado duda si es visión o mujer maravillosa. Muéstrase tan amable a quien la mira que al alma infunde una dulzura nueva que solo aquél que la sintió la sabe".

Él lo sabía, él la quería.

Se le quedó mirando fijamente y sucedió. Tanto fue su admiración que le tiró, sin querer, la copa de vino tinto a su vestido beige de seda favorito. Claire gritó, Mark se disculpó, estaba un poco enojada, pero sabía que no había sido intencional, se disculpó y fue a buscar otra muda de ropa.

—Quiero disculparme Claire, no fue mi intensión, estaba delirando y no me di cuenta de lo que hice.

—No pasa nada, tengo tiempo para mandarlo a la tintorería, no es la primera vez que le pasa esto a este vestido, ahora lo pongo en leche, estará listo para mi maleta.

—Creo que debería de pagarte la tintorería y sino queda bien, prometo mandarte uno a donde estés.

Claire estaba en su vestidor, Mark la siguió y por el espejo vio a esa Claire en ropa interior y en tacones, tan bella como le gustaba, hermosa. Mark entró en el vestidor y le quitó de las manos otro vestido.

—Así te ves hermosa.

—Necesito cambiarme, no puedo recibir a la visita así —dijo ella jugueteando con su lencería.

—La visita prefiere verla así, tan delicada, bella. Tan mía.

—Estamos en desventaja entonces. Porque mi también me gusta verte de esa manera y tú estás muy vestido.

Ella le siguió el juego y lo comenzó a desvestir, solo le dejó la camisa sin abotonar  su bóxer, todo estaba a fuera. Listo para ella.

—Déjame hacerlo Claire, esto será lo último, déjame hacerte sentir especial. Déjame amarte.

—Sí —dijo ella, solo eso.

Mark la besó y cargó. No iba a hacérselo ahí, iba a ser especial, su última vez juntos.

La llevó a la cama, quitó todo con mucho cuidado todo lo que había en ella, incluyendo el edredón. La miró, la observó fijamente, era bella. Realmente bella. Le quitó el cabello de la cara y le besó la frente, después los labios y se detuvo ahí, quería recordar el sabor de sus labios, tomó sus manos y las entrelazó. Se puso con cuidado a horcadas sobre ella y la besó mucho más intenso, quitó sus labios y fue a su cuello.

—"Siempre anduve paseando mi amor, por todas partes..., hasta que te encontré a ti y te lo di enteramente".

Juan Rulfo, uno de los contemporáneos favoritos de ella. Le dio justo en el clavo.

Claire arqueó su espalda para estar más cerca de él, Mark aprovechó y pasó su mano por ella, con cuidado le quitó el brasier mirándola a los ojos, la iba a ver toda esa noche. Regresó a sus labios y después siguió con sus pechos. Beso y lamió con cuidado ambos, escuchando cada gemido de ella, mirando su rostro lleno de satisfacción. Bajó con cuidado por su abdomen, dando pequeños besitos, hasta llegar a su sexo. Con cuidado se penetró en él y con su lengua fue dándole placer. Un rato estuvo entretenido dándole lo mejor de él, lo que pudiera para mirar su rostro lleno de deseo, de excitación, estaba húmeda, esperando porque la hiciera suya.

Claire sabía lo que Mark estaba haciendo, y quería ser partícipe de eso, no solo disfrutar. En un segundo le dio la vuelta, ella estaba encima de él, besando su torso, rosando su pene con sus piernas y tratando de darle el mismo placer que ella. Lo estaba besando de nuevo, se acercó a su oreja y regresó su cita.

—"Siempre me vas a querer. Yo represento en ti todos los pecados que nunca has tenido el coraje de cometer".

Él lo reconoció, Oscar Wilde, uno de sus favoritos. Y tomando la iniciativa una vez más, Claire ayudó a Mark a entrar en ella, haciendo movimientos suaves y después rápidos Claire llevaba el ritmo, pero Mark no quería ser brusco, así que de nuevo dio otra vuelta y quedó encima de ella, así tuvo un mejor control de ella y Claire lo permitió. Sus movimientos suaves la estaban llevando al clímax, su amor la estaba llevando al clímax, igual que a él. Se volvieron a besar, fusionaron sus manos y aumentaron un poco el ritmo de sus estocadas. De un lado a otro, arriba y abajo para aumentar el placer, Claire lo estaba sintiendo, se estaba apretando en Mark, él lo sentía, la estaba llevando a las nubes. Y llegaron, llegaron juntos y viéndose a los ojos, se prolongó, lo hicieron más placentero y duradero, maravilloso.

Su respiración estaba agitada, se estaban recomponiendo juntos. Mark la abrazó, no quería irse y ella no quería dejarlo. Durmieron juntos, hasta el amanecer, como nunca antes, por primera vez.

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