El domingo se habían hablado, tenían cosas que decirse y fue lindo para ellos hacerlo como amigos, como cómplices. Además Claire había preparado algo especial para Mark, dado que él se había encargado de casi todas sus citas, quería hacer algo especial para él. Sabía que uno de sus favoritos era Dante y haría que la primera persona en ver la exposición terminada, fuera él. Así que le dijo que no planeara nada, ella se encargaría de sus citas de esa semana y le avisaría cuando y donde estar listo. Él se encargaría de la última, quería que tuviera esa cita especial que se encargara de ella.
Así que el lunes previo a la inauguración del siguiente día, ella tenía algo preparado, Mark había salido temprano y recibió un mensaje de Claire pidiéndole que estuviera formal y listo en 20 minutos en el museo. No sabía que planeaba y más en la noche previa a la inauguración, con prensa, accionistas, personas invitadas. Ese martes sería difícil para ellos. Y Claire quería que se vieran ahí.
—No es que no quiera estar aquí, pero básicamente mañana vamos a estar desde temprano y esta semana creo que traeré mi almohada y lo que se ocupe, así que mi pregunta es muy simple ¿qué hacemos aquí?
—Te traje por una razón en específico. Tú amas a Dante, yo también, adoro mi trabajo y una de sus ventajas siento la directora de todo esto es que puedo entrar cuando yo quiera. Y hoy es una de esas noches —Mark la miró confundido—. Quiero que tú seas el primero en ver esta exposición, que la disfrutes, la vivas —ella le entregó una copa de champagne—. ¡Bienvenido, Señor Brunett!
Mark sonrió, ese sí que era un gran detalle para sus últimas 3 citas, había superado las suyas, le encantaba el trabajo de Claire y que fuera inspirado en Dante Alighieri lo hacía cada vez más hermoso ante sus ojos.
Claire lo llevó a la sala, él la abrazó por la cintura y caminaron juntos. Ella le iba explicando todas y cada una de las piezas expuestas, su historia, su significado para la cultura, la sociedad y hasta para ella misma, le explicó el acomodo del lugar, el porque estaba todo en donde estaba, como iban a recorrerla, ya que no sería una típica exposición. Había citas de sus libros impregnadas en las paredes, artes acerca del Infierno, La divina comedia. Los cantos y sonetos. Llevaban un especial lugar en el espacio, y todo tenía cordura y elegancia.
—Creo que no pude escoger a mejor persona para montar esta exposición, estoy completamente emocionado, sin palabras. Es espectacular, impresionante Claire.
—Y yo que creí que le querías cambiar cosas.
—Algo que tú hiciste nunca le cambiaría nada, porque esa bella cabeza tuya que crea maravillas, no merece cambios.
Ella le dio un beso en agradecimiento, estaba feliz de que le gustara, que fuera tan especial para ella como para él. Un lugar lleno de historia, de pasión, de amor. No solo por las obras de Dante, sino por quien la realizó.
—Eres tan bella —le dijo dándole un beso—, tan inteligente —soltó la copa—, tan pasional
—dijo tomándola en brazos.—Y tú —dijo ella correspondiendo al beso—. ¿Qué haces Mark? Mark, bájame.
—No, esta galería nos unió y quiero que antes de que te vayas lo volvamos a hacer aquí, evitando que nos vean, que quiebres o tires algo. ¿Crees que podrás?
Dijo él besándole el cuello y ella respondió con un quejido, por supuesto que iba a poder, también quería que sucediera y que fuera ahí donde todo comenzó, no lo iba a ver hasta el viernes, cuando la exposición terminara y las 2 faltantes salas se reinauguraran. No podía dejar que se les fuera una oportunidad como esa. Solos, en el museo, sin nadie que los molestara, pero sabiendo que podía suceder algo y que los podían encontrar.
Lo harían rápido, satisfactorio para ambos, memorable. Ella traía un vestido, sus hermosos vestidos que él amaba, uno verde, con escote en la espalda y pegado a su cuerpo, así que con cautela lo elevó hasta su cadera dejándola expuesta ante él. Se bajó el pantalón y empezaron a jugar, a besarse y a manosearse en esos lugares que los satisfacían. Él saboreaba sus pechos por encima de su tela y su brasier tan transparente, tan delgado que se puso solo para él. Ella estimulaba su pene de la misma manera que él hacía con sus pechos. Las manos de ambos estaban ocupados dándole placer al otro. Y escucharon ruido, un posible guardia, pero no podía entrar a esa sala. Sus risas se hicieron presentes, el le pidió que guardara silencio y prometió recomenzarla después. Él le bajó sus bragas y comenzó a acariciar sus labios vaginales para hacerla gemir, ella no debía hacer ruido, sabía que podían escucharla, así que ahogó sus gemidos todo lo que pudo, pero necesitaba que eso no fuera tan difícil, tan largo.
Mark la volvió a besar con firmeza, sus lenguas se encontraban y enredaban, sus besos estaban cargados de deseo, de pasión. En un minuto y para no alargar más aquello, ella bajó su bóxer, tomó su miembro con una mano, él supo lo que iba a hacer, y la dejó, dejó introducir su miembro en ella mientras mordía su labio para no hacer ruido. Mark también lo sentía, y empezó a embestirla de manera mucho más rápida, eso a ella le gustaba, lo disfrutaba, y él se lo estaba entregando. Sus bocas se volvieron a unir para que no dijeran nada, no saliera ni un solo sonido de sus labios. Y eso aumentaba más su dicha, el saber que podían ser descubiertos y que se estaban cuidando. Eso los hizo llegar al orgasmo con un poco de diferencia, esta vez primer él y luego ella.
Se miraron, se sonrieron y respiraron. Tenían la respiración muy corta y sudaban en el otro. No quería separarse de ella mientras le sintiera las piernas flojas. La abrazó y pegó más a la pared. Juntos recuperaron el aliento. Se separaron, arreglaron sus ropas, tomaron sus copas y salieron. Como si nada hubiera pasó, era un secreto para ambos que ella se encargó de ocultar de las cámaras, era solo un recuerdo de dos.
Mark acompaño a Claire a su oficina, tomó sus cosas, se despidieron del guardia que estuvo a punto de descubrirlos y se fueron. Cada quien en su coche, cada quien a su casa.
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Pasión Fugaz | | Completa | |
RomanceMark dejó de correr por el mundo para obtener respuestas y esperó a que la vida le ayudara a encontrarlas. Claire vivió y río plenamente cuando descubrió que podía hacerlo con alguien y que no iba a dejar de ser quien era, además, que la hacía mejor...