Capítulo VII

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Georg

Cambié mi excelente forma de vestir por unas prendas un tanto ordinarias, como las que Bill a veces solía usar y Simone lo reprendía para que se colocara un atuendo digno de una prestigiosa familia como lo eran los Kaulitz. De nuevo pensando en Bill, como en las últimas semanas que no dejaba de hacerlo. ¿Estaría bien?... ¿Habría llegado con los humanos del pueblo?, ¿Se estaría alimentando?... Esperaba que así fuera, había comenzado la etapa en la que su belleza llegaba a tope y la cual le duraría unos cuantiosos siglos, debía de comer adecuadamente para que así siguiese, hermoso como siempre.

La jodida incertidumbre me consumía cada vez más. No quedaba de otra que ir yo mismo a la profundidad del bosque a buscarle. Ni los hombres de Gordon, ni los de mi padre, aun lo hallaban. De los hombres del señor Leyendecker no confiaba tanto, de hecho, ni siquiera sabía por qué se habían unido a la búsqueda, sí según estaba por enterado que Bill no se comprometió oficialmente con Rachel Leyendecker y rogaba porque no lo hiciera.

En fin, no quedaba más que ir de una vez a la inmensidad del bosque por él... Tenía una enorme esperanza y gran presentimiento de que yo sí lo encontraría. Sentido vampírico tal vez.


Bill

-Tom, ¿Dónde coloco esto?

Pregunté cargando unas enormes vasijas con vino, el cual era para celebrar su noche espiritista especial. Estaba ansioso por ver su festejo. Los doce días que tenía viviendo en la aldea habían sido los más tranquilos y armoniosos de mis primeros veinte años. Sin mencionar que podía estar casi todo el día con Tom, divertirnos jugando en la hierba, entre los arboles y besándonos a escondidas. Eso sí, no permitía que yo saliera del territorio de la comunidad, me protegía ahora más que nunca.

-Por allá. - Indicó un sitio inespecífico, me guiñó el ojo y una sonrisa pura como todo él apareció en sus labios. En este tiempo me daba cuenta que sólo a mí me sonreía así.


La gran mayoría de los habitantes aquí eran buenos como me había dicho Tom, sólo el tal Therrans y su amigo o hermano, lo que sea, Leonard... De verdad que eran un par de tontos. Se la pasaban molestándome y creían al principio los muy imbéciles que yo era una mujer. Semejantes estúpidos.

No le mencionaba nada a Tom, ya que no quería provocar un conflicto entre él y su tribu. Tenía controlado el asunto; sólo me daba la vuelta y les mostraba mi dedo medio en todo su esplendor. Si Tom lo hacía, ¿Por qué yo no?. Debía significar algo muy ofensivo ya que se largaban maldiciéndome y hechos una furia ladrando que hablarían con el Alfa para que me echara. A veces hasta me resultaba gracioso discutir con ellos, siempre ganaba, de cierta forma me sentía con mayor superioridad. Mi piel, mis facciones, mis modales, mi personalidad, mi porte, por mucho yo tenía más categoría que ellos dos.

Por otra parte, la viejecita a quien todos llamaban Abuela Gaia, era un ser muy bueno. Se había vuelto como una verdadera abuela para mí, en muy poco tiempo. Viejecita, con algunas arrugas en el rostro, pero con una enorme fortaleza, amabilidad y calidez. Su cabello canoso, muy diferente a la abuela de Georg, la cual parecía ser hermana de mi madre; bella y aparentemente joven. Nadie creería que tendría ya setecientos años. En fin... La Abuelita Gaia me había tratado mejor que ni mi más fiel sirviente en la mansión, emanaba cariño y esmero a cada cosa que me ofrecía o daba. Que fácil era encariñase con ellos.


Terminamos de decorar la aldea. Era lo más pintoresco que mis ojos apreciaban. Antorchas que iluminaban el ocaso dando la bienvenida a la noche. Todos usando sus mejores galas, que consistían en los mejores ponchos elaborados por las mujeres más talentosas que confeccionaban las prendas en la comunidad. El de Tom lo había hecho la abuela. Tenía diseños de lobos muy bien hechos, era precioso y el lucía tan apuesto. Ya volvía a colocarse su bandilla en la frente, puesto que, las marcas de mis mordidas que la última vez le había hecho en el cuello ya no estaban y que él las cubría para evitar que se diesen cuenta de lo que yo realmente era.

More Than Blood [PRIMERA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora