Capítulo XVIII

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Tom


-¡Tom!... ¡Maldita sea, Tom!

Mis pulmones estaban en mi garganta. El corazón me lo jugaba con la lengua, exageradamente hablando por supuesto. Jamás había corrido tanto y tan de prisa. El frío sólo me sofocaba más después de casi coger una hipotermia en aquel sitio con Bill.

El grito de Andreas furioso, por decir poco, me confirmaba que había dado con el punto. Había tardado más de lo esperado dando vueltas como imbécil por el bosque nevado. Era engañoso y parecía que su inmensidad se tragaba el tiempo, pues al por fin haber encontrado el punto de encuentro con Andy, la noche ya nos estaba cubriendo.

Traté de hacer que se regulara mi respiración lo más rápido posible, pero no iba a poder lograr aquello, la temperatura estaba bajísima. Extrañamente Andreas estaba en su forma humana, pero estaba vestido, muy, muy abrigado.

-¿Dónde mierda estabas, Tom?... Debimos haber partido a la comunidad desde antes del ocaso y... - Como sabía que no iba a poder responderle decidió no decir más al respecto. -Anda... Debemos irnos... Y si te preguntas por Frank, sí... Está furioso.

Bajé la cabeza y me dispuse a caminar los largos kilómetros hacia el río Klein. La gran mayoría seguro ya se había ido con todo lo que adquirimos... Mejor dicho, lo que adquirieron en la caza. No iba a tener cara para mirar a Frank. Una cosa era que estuviese extasiado de felicidad por haber visto a Bill y crear nuevos planes con él. Pero también tenía un compromiso inexorable con la comunidad.

Al llegar sólo estaban el Alfa y Joel. Randy dirigía a los demás de vuelta a la comunidad. Sí, tuvimos que habernos ido desde antes del ocaso y sí, Frank estaba muy enojado.

-Thomas... Vístete y apura. Quiero una buena explicación para esto.

La voz del Alfa se escuchó fuerte, poderosa a través de las corrientes de viento con nieve. Me adentré en la cueva y en forma humana me vestí a prisa con mis prendas y salí cargando un enorme bulto que Joel prontamente se apresuró a ayudarme y poder llevarlo entre los dos. Era una parte de animales pequeños congelados que pesaba unos doscientos kilos.

-Vamos ya. - Dije sin darles la cara. Me sentía realmente avergonzado. Mal porque había fallado tanto a la comunidad como a Frank. Pero otra parte de mí, estaba ansiosa. Me sentía jubiloso y feliz porque pronto me iría con Bill. Quizá me iba a convertir en el peor, tal vez me odiarían por haber deshonrado de tal manera a los ancestros. Elevarían plegarías a los Dioses para que encontrara el castigo merecido. La abuela Gaia se enojaría mucho conmigo al igual que Andreas. Jamás volvería a encontrarme espiritualmente con mi padre, pero no fallaría de nuevo a la promesa que le hice la última vez; protegería a Bill, ahora sí, no volvería a fallar.

No me dirigieron la palabra la mayor parte del camino. Andreas tomó el lugar de Joel y ahora entre los dos llevábamos aquella carga. Faltaban diez kilómetros para llegar a los riachuelos. Sentía el clima menos inclemente, pero el suelo aun estaba blanquecino por la nieve. Ya estaba amaneciendo, no habíamos parado en toda la noche.

-Tom... ¿Dónde estuviste? - Por fin Andreas habló. Él iba delante de mí sujetando un extremo de la carga cubierta con una especie de manta especial que conservaba el frío en la carne. Carraspeé.

-Me... Me perdí tratando de cazar un venado. Calculo el doble de pesado que esto.

-¿Seguro?... Llegaste con las manos vacías. ¿Desde cuando un venado es rival para un lobo?

-No... Por supuesto que no. Sólo... No pude. - Estaba a punto de excusarme con una estupidez cualquiera. Sobre que en el frío la cacería se entorpecía o algo por el estilo, pero no lo hice. Andreas me conocía en la fuerza y la debilidad, era mi hermano después de todo. El silencio se hizo entre nosotros por un trayecto de diez pasos. Suspiró.

More Than Blood [PRIMERA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora