▪Llámame Senpai▪ [Mikayuu]

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Detrás de la ventana de el cuarto de un joven azabache se podía apreciar una cálida mañana anunciando una primavera que se acercaba cada vez más, unas pequeñas gotas de rocío estaban impregnadas en las hojas de un frondoso árbol que estaba junto a aquella ventana, que con la suave brisa mañanera hacia que sus ramas se agitaran de un lado a otro chocando de vez en cuando con el vidrio, provocando un ruido molesto para los oídos de Yuu que con ese constante golpeteo de algo contra su ventana provocó que despertara de su profundo sueño y así volver a la realidad.

Se sentó lentamente en la orilla de su cama dejando ver a un Yuu con su cabello negro totalmente desordenado y con los ojos adormilados, miro fijamente un zapato como si este fuera lo más interesante que su adormecida vista pudiera ver, esperando volver completamente en si. Poco a poco su mente ya tenia todos sus pensamientos ordenados como para pararse de su cama e ir al baño, no sin antes voltear a ver el reloj que estaba sobre su pequeña mesa de noche junto a su lampara de color azul; se había levantado media hora antes para entrar a clases, suficiente tiempo para alistarse y comer tranquilamente su desayuno e ir a la escuela acabando de hacer todo aquello, era extraño para él haberse levantado tan temprano sin ninguna razón.
Al abrir la puerta para abandonar su apartamento, paro en seco dejando su pie izquierdo al aire para no pisar un sobre color blanco que estaba justo en el piso de la entrada; acostumbrado a eso, solo recojió el sobre sabiendo su contenido sin siquiera abrirla.
Desde hace un año se encontraba cada fin de mes un sobre con una cantidad de dinero frente a su puerta, sus padres que eran dos grandes trabajadores siempre estaban al pendiente de su hijo en cuestiones económicas pero nunca de su vida. Ya llevaba un año viviendo solo y la única vez que vio a sus padres fue en una visita de él hacia ellos, de lo contrario nunca se hubieran vuelto a ver; aunque desde pequeño estaba acostumbrado a estar solo y a las largas ausencias de sus padres, eso no quito de el corazón de Yuu su amor por ellos, no demostraba ese sentimiento por ninguna persona pero sabia que gracias a ellos y a sus amigos seria una peor persona... tal vez más de lo que es ahora según el azabache.

Caminaba tranquilo y de una manera relajada en las aceras de la ciudad apreciando el cielo que se alcanzaba a ver entre tantos edificios de aquella ciudad, tenia tiempo de sobra por eso podía darse el lujo de caminar sin ninguna prisa; cuando le faltaba al menos una cuadra para llegar a la escuela, se vio obligado a parar frente a un gran grupo de chicas que rodeaban una mesa de un reconocido local de café que habían abierto recientemente. Eran chicas de todas las edades y tamaños, como si lo que estuviera en esa mesa fuera alguien o algo importante, pero se extraño al ver a una chica bajita dando pequeños saltos para ver en medio de toda la gente; supo de quien se trataba al reconocer inmediatamente un gran moño color violeta sujetando de su cabello morado lila. Esta paraba de saltar por unos momentos para regresar su vista a las personas que estaban a su lado, estaba hablando muy animadamente con un grupo de ancianitas que al parecer también estaban mirando a lo que sea que encontraba en esa mesa.

-Siempre me vale un comino lo que pasa a mi alrededor pero esto es extraño.- dijo Yuuichirou para si mismo acercándose a Shinoa a la vez que aprovechaba para descubrir que sucedía allí. Faltaban quince minutos para entrar a la escuela por lo tanto paso a averiguar.

-¿Porque tanto escandalo por aquí?, parece como si hubiera alguien famoso.

-Oh! Yuu-san eres tu- la chica de baja estatura se sobresalto un poco al sentir de repente una mano en su hombro. -¿Enserio no sabes quien esta sentado en esa mesa?- la de baja estatura le sonrió con un deje de malicia en su mirada.

-¿Es qué acaso no lo sabes?, con esa clase de chico es con el que todas desean casarse, es todo un príncipe! - añadió una anciana sonrojada que se metió en la conversación de ambos jóvenes cuando escucho la pregunta de el de cabellos negros - En mis ochenta y cuatro años nunca había visto a un chico tan gua-