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Fresco, soleado y bonito; era la descripción que las personas le daban a esa mañana en especial, si bien faltaban dos semanas y media para primavera esta anunciaba su llegada con mucha anticipación, impacientando a las personas que deseaban ya un descanso luego de largas jornadas de trabajo semanales.

Debido al buen clima que tenia el día todo se sentía con una atmósfera diferente, y esto se notaba en las personas con un poco más de animo por realizar su trabajo, al igual que en las colegialas que caminaban y platicaban con otra tranquilamente sin preocupación alguna hacías sus escuelas, como también en las personas que realizaban ejercicio desde temprano estaban satisfechas que ese día no morirían de calor.

Pero hasta esas alturas de la mañana había alguien en especial que ni si quiera sabia que ya había amanecido.

Como era el caso de un chico de cabellos negros que estaba tirado en el piso de su apartamento frente a la televisión con un mando de juego en su estomago; mientras la pantalla frente a él proyectaba diversos gráficos de diferentes colores que se reflejaban en la pared y en el rostro de Yuuichirou, a la vez que sonaba una extraña música que se suponía provenía del juego, era la imagen que veía su acompañante desde hace un largo rato.

Mikaela era muy responsable con su trabajo de tutor, por eso fue en que no se molestó en llegar temprano al apartamento de Yuu para despertarlo, pero en su mente nunca se imagino encontrarse con esa imagen del azabache.

Su casa estaba demasiado sucia y desordenada, parecía como si un tornado acababa de pasar por ahí, suspiró al momento de regresar su mirada al desastre de Yuu que todavía estaba en el suelo. Ciertamente ya llevaba un tiempo intentando despertar al moreno pero este solo se movía y se quejaba para luego seguir roncando levemente.

Paró sus inútiles intentos para observar con detenimiento al joven que estaba en el piso y lo miro con cautela, tomando detalle por primera vez de todo el delgado cuerpo del chico de ojos esmeraldas, desde su alborotado cabello negro hasta la cremosa y suave piel de sus piernas que solo eran cubiertas por unas bermudas negras.

Si tenia que ser sincero, Yuu no parecía que fuera tan agresivo estando dormido, se miraba tranquilo y relajado; nada en comparación cuando este estaba despierto. Con esa actitud y personalidad impulsiva más bien desprendía un aura de un niño pequeño que quiere sentirse grande ante los demás realizando travesuras y llevando siempre la contraria.

Eso era obvio para alguien que creció sin la guía de unos buenos padres, por eso Mikaela estaba dispuesto a ayudarlo para que el chico apaciguara su amargura al mundo y sacara a la luz su dulzura.

Pero no había llegado precisamente para ponerse a pensar en eso.

Sacudió su cabeza para despejar su cabeza de esos pensamientos y se acurrucó hasta quedar a la altura de el cuerpo tirado en el suelo para intentar despertarlo de nuevo, sarandeandolo esta vez con un poco de brusquedad.

Llegarían tarde al igual que el primer día en el que se conocieron.

-¡Yuu-chan, despierta!.Llevo más de media hora intentando despertarte, es tarde y todavía no te has bañado.

-Ngh...mmm callate y no molestes- Yuu había apartado la mano del rubio para darse la vuelta y seguir durmiendo.-Tengo mucho sueño

-¡Yuu-chan, hablo enserio!, sino despiertas en este mismo momento yo...- miró a su alrededor para buscar cualquier cosa que le sirviera como amenaza, y entonces se le ocurrió una idea.

-Si no despiertas ahora mismo me llevaré todos tus vídeojuegos y se los regalaré al vagabundo de la esquina.

Yuu se alarmó un poco pero no creyó que Mikaela llegara a esos extremos.

▪Llámame Senpai▪ [Mikayuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora