Capítulo 3: Vuelven los miedos

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POV Narrador

Un joven chico de cabellos verdes oscuros comenzó a abrir los ojos, le dolía todo, intentó levantarse hasta que recordó lo que le había ocurrido. El miedo se apoderó de él, vio que estaba curado y pensó que lo habían curado para no tener que cargar con él, escuchó la puerta abrirse e intentó huir pero esa persona fue más rápido que él.

Aioros: Tranquilo, estás a salvo -Shura se dejó de mover a ver los ojos verdes de Aioros acompañados de una gran sonrisa- me llamo Aioros, tú eres Shura ¿verdad? -el peliverde no le respondió pero afirmó con su cabeza- ayer te saqué de aquel sitio gracias a uno de mis mejores amigos, ese es el chico que se llevó a tu amigo Dohko, tranquilo cuando te mejores un poco vendrá a verte -volvió a afirmar- ¿no puedes hablar? -esta vez negó- pues habla, yo no voy a golpearte ni nada por el estilo y con lo bello que eres seguro que tienes una voz preciosa.

Shura: Gracias -dijo mirando hacia abajo-.

Aioros: Lo ves, jeje -en ese momento la puerta se abrió entrando Aioria y Shaka-.

Aioria: ¿Se ha despertado ya? Shaka estaba preocupado.

Aioros: Si, Shura el es mi hermano pequeño -Shura volvió a callar y saludó con la mano-.

Aioria: ¿Qué le ocurre? ¿es mudo?

Shaka: No es eso Aioria -dijo poniéndose al lado del castaño claro- Shura no te preocupes, Aioros y Aioria no son como Saga.

Aioros y Aioria: ¿Saga?

Shaka: Era nuestro antiguo amo.

Aioria: ¿Él qué te golpeaba?

Shaka: A mí me golpeaba, a Dohko le estiraba de los pelos, le escupía en la cara y al que más cosas le hacía era a Shura, si cuando le estuviera golpeando hablará o llorará le encerraba en el armario, o le echaba sal en sus propias heridas -tras eso Shura se hizo una bola- pero Shura no te preocupes -se acercó al peliverde y le acarició sus hermosos cabellos verdes- Aioros y Aioria jamás te harían algo como eso ni siquiera se le pasaría por la cabeza, y aunque a Aioria se le ocurriera, Aioros te protegerá.

Aioria: Shaka -dijo haciendo mofletes-.

Shaka: Jajaja, ¿Shura tienes hambre?

Shura: Sí, un poco.

Aioros: Yo tampoco he comido.

Aioria: Ains verdad, mi hermano mayor ha estado toda la noche cuidando de Shura -tras decir eso Shura lo miró con alegría-.

Aioria: Hoy había desayuno especial español.

Shaka: Que coincidencia, Shura es español, hay churros, ambos queréis chocolate caliente con ellos.

Aioros: Por mi vale.

Shura: Y por mi también, aunque voy a ayudarte -dijo a la vez que intentaba levantarse, pero Aioros lo paro-.

Aioros: No, no, no, no, hasta que no mejores no te levantaras de esta cama.

Shura: Pero soy tu esclavo.

Aioros: No, eres mi amigo el cual me ayudará con mis cosas, pero solo eso.

Shura: Gracias Aioros.

Aioria: Voy yo contigo Shaka.

***

En el pueblo, exactamente en aquel mercado de los esclavos, llegaba un hombre alto con una larga melena azul oscura vestido con una túnica negra. Este hombre llevaba dos cadenas las cuales iban enganchadas a dos collares de cuero los cuales iban en los cuellos de dos chavales de aproximadamente 18 años. Uno de esos dos chicos tenía la piel bronceada, con una larga cabellera ondulada de color morado oscuro y ojos azules oscuros, el otro chico tenía la piel clara, una larga melena rizada azul cielo y ojos del mismo color que su melena. Ambos iban vestido con una vestidos de esclavos con una cuerda haciendo se cinturón, la del primer esclavo era de un color rojo oscuro y la del segundo era de un color azul claro.

Vendedor: Ho...hola señor Saga, ¿qué es tan grata visita?

Saga: Venía a ver cómo le iba a los tres inútiles que te di.

Vendedor: He vendido a los tres, hace más de dos meses vendí a Shaka y ayer vendí primero a Dohko y después a Shura.

Saga: ¿Cómo son las personas a las que se los has vendido?

Vendedor: Son las dos familias más ricas a todos los alrededores, la familia Andreatos y la familia Thalassinos, ya que usted no es de esta comarca.

Saga: ¿Sabes si sufrirán?

Vendedor: Pues... -fue interrumpido por su ayudante-.

Ayudante1: No, esos tres eran para sus hijos, y así de claro el mayor de la segunda familia Aioros, solo vino porque Dohko le pidió que le ayudará.

Saga: ¿Es eso cierto?

Vendedor: Señor Saga, yo no sabía nada, si lo hubiera sabido no lo hubiera permitido -un disparo hizo que el esclavo peliazul se asustará, Saga había matado al dueño de la tienda, otro disparo más y acabó con la vida del ayudante-.

Saga: Death, quema este edificio -le dijo a unos de sus soldados-.

Death: Pero señor, aquí hay personas y niños.

Saga: ¿Vas a desobedecerme? -dijo a la vez que estiraba de una de las dos cadenas causándole daño al que la llevaba que era al de la túnica celeste- o lo haces o Afrodita sufrirá las consecuencias.

Death: Si señor -dijo a regañadientes-.

Se dirigió a la casa y tras dispersar un poco de aceite por todos los lados prendió fuego a aquel edificio, haciendo que en menos de un minuto este ardiera por completo.

Saga: Te acuerdas Milo, así murieron tus padres al no poder pagarme, aunque claro está, tu cuerpo fueron los intereses.

Milo: Hubiera preferido haber muerto -fue callado por un tortazo que le dio Saga en la mejilla tirándolo al suelo-.

Saga: ¿Quien mierda te crees? Sucia rata -le cogió del pelo- no me toques mucho los huevos, porque juro que te voy a partir el culo.

Death: Señor, ¿nos vamos a retirar a su casa? o ¿quiere ir a algún lado en especial?

Saga: Volvamos a casa, allí haré un plan para acabar con esas dos familias, además de que el idiota de Milo necesita clases de comportamientos.

Se montaron en su coche de caballos y se dirigieron hacia la casa de Saga, al llegar allí Death se encargó de llevar el coche junto a los demás mientras que Saga metía a sus dos esclavos dentro de la casa. Al llegar allí metió al más joven de los dos en una habitación cerrando la puerta y a Milo se lo llevó a su habitación. Sin ningún cuidado despojó a Milo de sus ropas y lo tiro totalmente desnudo a su cama.

Saga: Sigo pensado que aunque eres el más rebelde de todos, eres el que más me atrae.

Milo: No me toques -intentó darle una patada pero el otro lo esquivó-.

Saga: Eres hermoso -en ese momento llamaron a la puerta y Saga amarró otro collar de cuero al cuello del moreno el cual estaba encadenado a la pared, tras eso se levantó a abrir la puerta-.

Sirvienta: Aquí tiene lo que me pidió.

Saga: Gracias -cerró la puerta y se acercó a Milo- Milo se bueno y abre la boca.

Milo: No pienso comer ni beber nada de lo que me des.

Saga: Milo llevas ya tres días sin comer, solo un poco.

Milo: ¡He dicho que no! -dijo mirando hacia el lado, cuando volvió la mirada hacia Saga, este le beso- ¿Qué has hecho? -en ese momento se mareo y comenzó a tambalearse-.

Saga: Dulces sueños Milo -lo último que vio fue como en la mesilla de noche había unas pastillas, lo había drogado-.

Continuará...

Encadenados (Saint Seiya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora