4

618 41 4
                                    

Las tres primeras clases del día las había pasado con mi sudadera puesta y un tapa bocas que encontré en el botiquín de la casa. Mi labio seguía igual que antes y algunos raspones apenas y había empezando a sanar gracias a una pomada que había logrado comprar en la farmacia de la esquina de mi casa.

Algunos docentes me llamaron la atención por haber faltado a sus clases, yo respondía siempre lo mismo:

—No me sentía bien...me ha pasado mucho en estos días. Creo que es un resfriado...por eso el tapa bocas—y eso era todo, los profesores no preguntaban más y todo el mundo feliz.

Llegó el descanso y no tenía compañía para sentarme en una de las mesas de la cafetería, por tal razón opte por ir a las gradas de la cancha de baloncesto... se estaban volviendo mi guarida. Prefería la soledad que a las burlas continuas de la toda la escuela. Sí, definitivamente la soledad era mejor.

En menos de cinco minutos ya estaba sentada comiendo el almuerzo que mamá había preparado para mi antes de irse a trabajar, eran pastas... mi comida favorita.

Mañana tenia un trabajo de Química y tenia que pasar toda la tarde estudiando, algo interesante en donde poner mi mente...para sí poder dejar de pensar en Alex, con quién por la mañana llegué a toparme y ninguno de los dos habló, punto final. Creo que la teoría de que le pagaron o que fue una acuesta se estaba confirmando. En fin... el chico no me gustaba ni nada así que no estaba jodida hasta la cabeza por ese beso.

Y la verdad era que aquí nadie me quiere, ya me hubieran defendido y más aún él si se atrevía a besarme de un momento a otro por una razón que no sea dinero.

Terminé de tomar mi bebida cuando vi que Adam venia corriendo hacia mi. Me puse tensa y la comida estuvo a punto de atragantarme. Él era uno de los tantos que me molestaban, era parte del maldito grupo.

—¡Hey!, Brooke—saludó. Él nunca me saludaba.

No respondí.

—Eres descortés...ya veo—asintió.

Nuevamente me quedé callada.

—¿No piensas responder?—se estaba cabreando, tenía que salir de aquí como diera lugar.

Me bajé de la grada en la que estaba sentada, tomé mi mochila luego de meter la comida cuidadosa mente y la apreté con fuerza. Últimamente en toda la escuela andaba el rumor de que Adam era un maniático acosador... ¡debía salir de su vista ahora mismo!

—¿Ya te vas?—fingió un puchero— Quédate...lo bueno apenas comienza.

Era un estúpido, pero no podía decirle nada, eso haría que se exaltara y ahí sí...acabaría conmigo. Pegué un poco más mi mochila a mi pecho e intenté mantener la calma.
Un poco temerosa di un paso al frente, él se interpuso en mi camino.

—Dame permiso...por favor—dije entre dientes. Cierta parte de mi moría de miedo, pero había otra que no iba a permitir más acoso por parte de nadie.

Pero de un momento a otro  Adam me tomó por las muñecas con fuerza.

Abrí más los ojos por la intensidad del dolor.

—Ves lo que me haces hacer...—miró mis labios y pasó su lengua por los suyos, tuve aun más miedo. Inmediatamente, ese lado valiente salió huyendo y la cobarde y patética Brooke, la de siempre, salió a flote...

—Déjame...por favor...—volví a insistir.

—Sabes...cuando una chica dice que no quiere...—besó mi cuello y me estremecí, sentí asco—...por dentro se esta muriendo de las ganas.

Tomó mi cuello con una de sus manos, y me llevó hasta la parte posterior de los camerinos, y por mucho que me opusiera el me seguía arrastrando.

Cuando llegamos al lugar que el quería, con una fuerza descomunal me estampó contra la pared...Ahora era mi espalda la que más sufría.

—Esto lo voy a disfrutar...—pasó su lengua con mi cuello y me sentí más mierda.

Me removí en mi sitio, pero él apretó mas sus caderas con las mías, besó mis labios con fuerza, de manera salvaje, cerré los ojos y las lagrimas no esperaron el permiso de mi parte.

Pasó sus manos por mi trasero, mis senos y llegó a meter la mano debajo de mi camiseta

Cansada de todo esto. Decidí seguirle la corriente, me aprovecharía de ello y luego lo golpearía. Por mucho que el miedo me estuviera volviendo una cobarde ¡Tenía que defenderme!

Así que con asco le seguí el beso y al parecer eso le contentó. Cuando vi que era el momento, levanté lentamente mi rodilla y sin pensarlo, con ella le di un buen golpe a sus testículos. Su cara cambió de expresión.

No esperaba de su parte una cachetada, pero eso me dio a cambio.

Con mi mejilla ardiendo como el infierno, salí corriendo como alma que lleva el diablo.

Adam era un demonio, una basura, un violador.













Alex y yo durante el bullying (OstonHill #1) (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora