Recuerdo cuando
jugábamos a ser atronautas,
porque fue lo que siempre quise ser
[y no logré]
Entonces pintaste mi cuarto de negro,
junto con el techo,
y en el pintaste constelaciones,
estrellas,
planetas,
e incluso agujeros negros.
Y compramos cascos de atronautas
y cada viernes en la noche
bebiamos mientras gritabamos.
¡HOUSTON!
¡HOUSTON!
¡TENEMOS UN PROBLEMA!
Gritabas.
Y decías que no querías volver a casa,
pero yo si quería,
porque tu eras mi hogar,
mi lugar favorito en el mundo.
Me encantaba mirar las estrellas de las paredes
y formar constelaciones,
tal cual lo hacía con los lunares de tus piernas.
Desde que te fuiste,
me di cuenta que siempre fui astronauta,
no de esos que van a marte,
a neptuno o a júpiter.
Me volví astronauta perdiéndome en ti,
en tus ojos grises,
que a veces parecían negros y oscuros,
me perdí en cada lunar,
en cada sonrisa,
en casa beso;
me volví astronauta cuando te perdí,
porque ahora estoy aquí,
escribiendo,
[para ti,
o a ti]
perdiéndome en ti de nuevo,
como la primera vez.
Houston,
tengo un problema;
quizá me enamore de ti.