XIX

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Muchas veces no pude soportarte,

llegabas en forma de gritos,

desconsuelo 

y desolación, 

parecías llanto sin cesar

de una madre desconsolada,

o de una persona destrozada

al ver partir a quien amaba.


Habían veces en que no podía calmarte,

y llorabas mientras destrozabas

cada cosa que tus ojos cruzaban,

incluyéndome;

entonces yo tomaba aquellas pastas

que hacían que te tranquilizaras

y que

de un momento a otro,

tu ya no estuvieses.

Hasta que descubrí

que la única manera de estar bien

era sin ti,

así que cada vez

las pastillas aumentaban

mientras tú

más vacío dejabas.


Y un día encontré

una carta que decía

que tu en verdad no existías

y que vivías en mí mente

aunque yo no lo creía

porque besarte era tan real

como cuándo te sentía;

y ahora entiendo

porque tanto desaparecías

y el por qué las pastillas

no te mantenían viva,

pero ahora siento

que hubiese sido mejor

haber dejado la carta

en aquel sucio cajón,

y no tomar más pastillas

para verte cada día

y sentir lo mismo que sentí

la primer vez que te besé.

Desordéname.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora