La gente dice
que me volviste extraño,
que te robaste mi felicidad
sin pensar en los demás,
ni siquiera en mí.
Otros dicen que
has robado el brillo que
antes habitaba en mis ojos,
sin ellos saber que,
tu fuiste quien desde el principio,
encendió esa llama que tanto los hacía brillar,
pero que te llevabas al despertar.
Algunos decían
que no me hacías bien,
pues al abismo
algún día me harías caer,
pero yo no hice caso alguno,
porque en verdad te ame,
y no me importaba
cuantas veces podrías dañarme,
porque eras tú quien me reparaba otra vez;
Quien construía cada pedazo
que quedaba roto en cientos de pedazos más,
y los vacíos irreparables,
los llenabas contigo misma,
con tu presencia,
con tu sonrisa,
con tus ojos destructivos para muchos
pero totalmente vitales para mí.
