Y la paz llego a su fin.

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La sangre le hervía, igual que lava. Sus ojos cafés no apartaban la mirada de la pantalla y no se perdía de ningún movimiento de su querido acompañante. 

Estaban jugando con la PS4. 

Loki se había convertido en un adversario temible, leía sus movimientos con suma facilidad y esta era por lo menos, la quinta vez que la derrotaba al Mortal Combat. Con un suspiro derrotado, lanzo el mando sobre el sofá y observo como su barra de vida bajaba a cero. 

—Creo que gane, de nuevo. 

La rubia rodó los ojos. —Lo se, Loki. Lo veo en la pantalla. —bufando igual que una niña pequeña, apago el aparato y se quedo sentada a su lado, ya que estaban en el suelo. — 5 a 0. ¿Como aprendiste tan rápido? 

El azabache incluso con ropas midgardianas, se veía extremadamente atractivo. —Es un secreto. 

—Dime~ 

Una mano fría la tomo por el mentón, levantando su rostro y haciendo que ambos ojos chocaran. Por unos segundos, Mikaela se olvido de como respirar. 

—Un mago nunca revela sus secretos. —y cuando creyó que estaba a punto de besarla, el se alejo con suma naturalidad, señalando con sus ojos el reloj de la pared. —Se te hará tarde. Debes ir a trabajar. 

"Como si me importara el trabajo justamente ahora."

Con una mirada traviesa, Mikaela lo atrajo hacía si misma tirando del collar de su camisa. Beso sus labios con cariño y amor. El Dios se había congelado en su lugar, aún no se acostumbraba a esas demostraciones de afecto repentinas de parte de la gigante de fuego. Cuando se digno a corresponder el beso, la rubia se levanto abruptamente y corrió hacía la puerta. 

—¡Nos vemos luego, Loki! ¡No hagas muchas travesuras! —sonrio y gracias a ello, Loki logro apreciar el pequeño hoyuelo que tenía en su mejilla derecha. 

Parpadeo varias veces para después sonreír de lado. 

Nunca dejaría de sorprenderlo.

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Mikaela corrió hasta la biblioteca, con el cabello siendo revuelto por el viento frío del invierno y la nieve mezclandose entre los risos dorados. Llego a duras penas a horario, y por mas extraño que sonara, por primera vez, Rose llego primero. Se encontraba abriendo las grandes puertas para que por fin, quien quisiera, empezara a entrar y hundirse en el mundo mágico que ofrece la lectura.

Por el rabillo del ojo, su superior la vio y medio sonrió al ver como por primera vez en el año, Mikaela casi llega tarde. 

—Raro de ti, cuatrochi. —se burlo la castaña, con su celular nuevo en mano, los auriculares colgando de su delgado cuello y un nuevo color de tintura. 

La ojos café empujo la puerta para poder entrar, haciendo de cuenta que no la había escuchado. —Oh que raro, acabo de sentir el zumbido de una mosca. —colgó su saco en su silla y camino hasta la cafetera que compraron entre las dos, para los fríos días de invierno.— Debe ser Rose~ 

Sintió una patada en el culo y pronto su risa resonó en la biblioteca. 

—¿Quieres algo, oh gran Sempai? —vertió un poco de café en su taza favorita y luego agrego un poco de leche. Rose ya estaba sentada frente al mostrador, con un paquete de galletas abierto. La vio asentir varias veces, igual que un cachorro. Tomo otra taza, y esta tenía una imagen del grupo favorito de la castaña. Le hizo un poco de mate cocido y se lo llevo. —Aquí tienes.

Like Fire and IceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora