Like Fire and Ice

El primer paso.

Rose miró de hito en hito, antes de esconder la marca con sus pequeñas manos. Tenía mirada asustada y confundida. Era consciente que en su vida había momentos en los que las cosas se sentían erróneas, como si este sinceramente no fuera su lugar. Titubeó y finalmente dio dos pasos hacia adelante, sus cortas piernas la llevaron directamente al ascensor, ignorando el llamado de sus amigas. 

Mikaela cruzó mirada con Loki, con el ceño fruncido. El Dios se encogió de hombros, antes de pasar un brazo sobre los de la rubia, apretandola un poco contra sí. 

—Necesito hablar contigo, a solas. —dijo en voz alta, con clara intención de que todos lo oigan. La ojos café entrecerró su ojos y antes de poder decir pio, Loki la había teletransportado a su habitación. 

Ayelen se quedó observando el sitio donde anteriormente estaba su mejor amiga, abrió y cerró sus manos, una sensación de calambre por su nuca y espalda. Agarró uno guantes de boxeo, y se los colocó casi temblando. 

Está harta de esta situación, de las mentiras, de no comprender. 

Golpeo el saco torpemente, apretando los dientes. Thor se había retirado, murmurando que buscaría la forma de calmar a Rose y de explicarle cosas sobre las Valkirias. Natasha que se mantuvo impasible en todo momento, le dio una ligera palmada en el hombro a la rulosa, que simplemente la ignoró. Ante esto, Steve se coloco detrás de la bolsa, sosteniendola con facilidad con una mano.

—Se que la situación es complicada y estresante, sumado a que no puedes volver a tu vida normal. —comenzó, y su tono de voz le recordó al de un padre tratando de calmar a su hija malcriada, lo cual, la hizo enfurecer más. —Y estas en todo tu derecho a enojarte con los demás, pero no creo que sea la reacción correcta.

Ayelen que no dijo nada, esta vez no pudo evitar el abrir la boca. Mikaela siempre le decía que diga sus palabras cuidadosamente, pero a veces se le olvidaba, como ahora. —¿Sabes cual es mi problema? Si, estoy encerrada acá, no puedo hacer nada más que dormir, comer, y jugar a que soy una vengadora más. Mi mejor amiga es una asgardiana de no se cuantos siglos, que está enamorada de un asesino psicópata que en cualquier momento podría matarla a ella, a mi o a ustedes. —se quitó los guantes y los lanzó al suelo, creyendo que aquella acción podría calmarla. Pero no fue así. —Otra perra asesina la está buscando, y ahora Rose también es mitad asgardiana o Valkyria, lo que sea. 

Steve apretó la quijada, la línea de su mandíbula marcandose perfectamente. Sus ojos azules la atraviesan por completo, y la está escuchando sin decir absolutamente nada. Paciente, a que ella finalmente se quite ese peso invisible de encima. 

Ayelen se detuvo solo unos segundos, tomando bocanadas de aire, con el pecho subiendo y bajando. —Y odio no saber nada sobre todo esto. No comparten la información que tienen sobre ellos, ni que clase de estúpido plan están ideando. —la furia se fue de ella cuando Steve le dedicó una ligera sonrisa, comprensiva. 

 —Odias no saber de qué forma ayudarlas. De qué forma puedes ser útil en todo esto.  —lo vio agacharse y agarrar los guantes. Se los volvió a alcanzar y a regañadientes –como de costumbre– los acepto. —Sinceramente no creo que des malos puñetazos, pero lo estas haciendo mal. 

—No me digas como hacer las cosas. 

Y le dedico ese tipo de mirada, la misma que le dedica Mikaela para que deje de ser tan testaruda, y resoplando, mantuvo silencio. 

—..Como estaba diciendo, si quieres ayudar, entrena. Se mas fuerte de lo que eres ahora. —volvió a sostener la bolsa de boxeo y le indico con la mano libre que golpeara. 

Claramente los golpes de Ayelen no le movían ni un pelo, es el Capitán América, por Odin. Pero cada vez que la anima a que continúe, provoca que su pecho se infle y quiera seguir intentando, mejorar y como dijo el, hacerse más fuerte. De alguna forma se las iba a ingeniar para terminar siendo parte de todo esto, de entender, de poder dar una mano.