Comienzo a sospechar que te gustaba lastimarme.
Quizás lo sé desde que me dijiste que sería más fácil follarme si pensara menos, o si fuese un poco más bonita.
Y no era como si cada vez que caminábamos por calles empedradas juntas meneara intencionalmente mi cabello al sol, mirando hacia otro lado mientras esperaba que tú me estuvieras mirando a mí. Nada que ver.
Me gusta pensar que en tus ataques de ira no estabas segura de lo que decías. O que estabas segura, pero eso no querías decirlo.
No sé, de alguna forma todas las veces acababa por perdonarte.
Por perdonarte cuando casi le quiebras la pierna a mi gato aventándolo por la ventana, porque, decías, "aquí no se ve feliz".
Y si era por eso, tendríamos que habernos lanzado por el lumbral las dos hace cuantísimo tiempo.
Pero es que por un momento me creí el teatro de la familita que representábamos tan a la perfección día a día, para una audiencia que se reducía a nuestras mentes culposas.
Y no es que te culpe por todo lo que ha sucedido.
Pero la culpa es tuya.
Es tuya porque me hubiese gustado que digas "hasta luego", para tener alguna promesa de la que agarrarme. Y hasta podría habérmelas arreglado con un "adiós".
Supongo que no era tu estilo. O tal vez solo te gusta contemplarme arder.
Y entre las cosas que siempre me gustó creer aunque no fuesen ciertas, justo al lado de tu sonrisa, está la idea de que yo, para ti, fui especial.
De que signifiqué un corte, un cambio.
Actualmente estoy un 87,3% segura de que cada extraterrestre que ha pasado por tu vida cree que era el indicado.
Que te cambió.
Que después de ellos, te volviste monja y te enamoraste del arte de dar, harta de haber sacado tanto.
Que no puedes seguir adelante con ese plan de matadora, recolectando tu jarro de corazones, manteniéndolos prisioneros, enfrascados. Siendo carceleron de todas esas almas que cayeron inocentes dentro de tu ahuecado pecho, ese que intentas llenar con todas estas cosas que no tienen sentido.
Pero me siento diferente que todas las otras.
Porque renuncié a tanto por ti.
¿Alguna de ellas lo habrá hecho?
¿Habrán renunciado a los vinilos viejos, a los paseos por el parque?
¿Habrán ellas renunciado a sus caderas, a sus pestañas, y a las mañanas?
¿Será que podrían renunciar a su familia, a su canción favorita?
Porque yo lo hice, renuncié a todo eso por ti.
Y sino fue por ti, ha sido contigo.
Por eso es que ahora cada vez que "Puente" suena en la radio solo pienso en el tono de tu piel.
¿Puedes creerlo? ¿Que te di a ti mi sonata preferida, y tú no me dejaste nada más que olvido?
Te di todas mis promesas de media noche, y los sueños de vida que la vida planea que trate de conseguir solo para perder.
Contigo renuncié a las únicos lugares especiales que tengo en esta ciudad de mierda, a todas las azotes, las madrugadas, y recovecos.
Renuncié a los poemas de amor, porque cada vez que alguien me los recite olerán a tu nombre.
Dice el latín que "Recordar" es "Volver a pasar por el corazón".
Curioso que es lo único que hago desde que te fuiste;
seguir pasando y pasando por ese espacio vacío que te esforzaste en llenar, solo para que pinchase más el que no estuvieses.
¿Y?
¿Cómo se siente?
¿Te duelen las manos?
¿Te tiemblan las piernas?
Dime ¿Qué tan difícil es quitarle a alguien su último aliento?
¿A caso te dolió, haberme matado así?
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Dacrifilia, (Concurso: UCAMA)
Krótkie OpowiadaniaHistoria creada exclusivamente para participar en el concurso "Las Últimas Cartas a Mi Amor" "Tengo miedo de que un día, dejes de amarme" había trinado yo, entre tus brazos. "No lo hagas" te limitaste a responder. Entonces creí que era porque me ama...