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Existen dos grandes dolores que llegan cuando se pierde una persona importante.

El primero viene cuanto te percatas de que esa persona ya no va a formar parte de tu vida. Que ya no vas a poder llamarla al final de un día largo para que te haga reír. Ya no vas a poder contarle eso tan gracioso que escuchaste por ahí. No van a poder abrazarse fuerte, aferrarse el uno al otro. Que no van a compartir más momentos, o historias, ni secretos. Te percatas de que no puedes enviarle textos largos diciéndole cuánto la aprecias, ni mensajes breves relatándole porqué estás triste, suplicándole que te haga sentir mejor. Te sientes vacío, solo. Quebrado.

El segundo momento, que es el más duro de todos, viene cuando esa persona encuentra a alguien mejor. Cuando te das cuenta de que ahora será ese o esa otra a quien llamará para que lo haga reír. Será a la primera persona que le contará las cosas graciosas que vea, a quien abrazará fuerte y se aferrará de noche. Con quien compartirá momentos, secretos e historias. Será a quien le confiará porqué está triste. Y eso no te hace sentir vacío, o solo. Te hace sentir inútil, inservible. Te sientes mal acompañado, roto. Sientes que no vales nada, y que no mereces que te quieran. Que nunca lo hicieron. Que nunca lo harán. Joder ¿por qué una persona como esa querría a alguien como yo?

Bueno, pasando a través de todo esto en un mismo momento, enredada entre papeles y virutas y pañuelos llenos de moco, estaba M.

Existen dos grandes consejos que se necesitan escuchar cuando se pierde una persona importante.

El primero es que había una razón para que esa persona haya entrado en tu vida y hecho todo lo que hizo. Y hay que aceptarlo, y aprender de ello porque por algo sucedió así.

El segundo es que eres un ser maravilloso (pero eso ya deberías saberlo), que merece que lo cuiden y que lo esperen y que lo sostengan cuando no esta en sí; que le acaricien el pelo y le besen los dientes cuando se los parte en esa caída libre contra el piso en la que estamos todos. Va a llegar el o la que te saque todas las penas con sus labios, porque serán la cura de tu peor enfermedad, y te hará sentir pleno. El o la que te complemente y te toque como nadie lo hizo antes. Que te excite con su risa y te practique sexo con los ojos. Va a llegar, yo sé que sí. Nunca hay que dejar que el haber encontrado puras piedras nos convenza de que no existe el oro. Y principalmente, nunca hay que dejar de intentar ser feliz. 

Hay que bailar a cada esquina, porque si el amor nos cruza por ahí, más vale que lo haga bailando.

Pero a M, nadie le avisó que todo esto era así. 

Así que ella luchaba contra su pena sola, teniendo nada más que cartas y un órgano sin vida entre manos que le solía bombear en el pecho, para superar que la que ama no esta ahí.

Dacrifilia, (Concurso: UCAMA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora