Capítulo 3 - Inolvidable

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Zzz, zzz, zzz ... que tedioso, estaba teniendo uno de esos sueños en que uno intenta hacer algo y no puede, no se puede mover, me sentía incómodo y no en un colchón de espuma viscolástica, por más que me esforzaba no podía, quería caminar y mis piernas se quedaban paralizadas, al igual que el resto de mi cuerpo, dicen que este tipo de sueños es normal y las interpretaciones de su significado no son muy buenas.

Zass Crac... algo me sobresaltó, aspiré profundamente mantuve la respiración y presté atención había sentido como un golpe o algo que se rompía, me quedé un tiempo escuchando atento pero no sentí más nada, pensé que se pudo caer algo o los insoportables gatos en el cañaveral molestando una noche más.

Heeeee toc... no sé cuanto tiempo pasó y escuché otro ruido como algo que se abrió, pegué un salto en la cama shshshsh shssh algo se arrastraba, busque las chancletas en la oscuridad y me las puse, me levanté y caminé rápidamente para salir del dormitorio mientras interpretaba lo que estaba escuchando, casi grito al darme cuenta, LA MOTO, me di cuenta que me estaban robando.

Cuando nos enfrentamos a lo inesperado es también inesperada nuestra reacción. Que locura nací y me crié en esa casa de Sayago y podía recorrerla sin problemas de ojos cerrados así que en segundos estaba abriendo la puerta del fondo, cuando lo hacía pasó por mi mente y solo por un instante el hecho de que estaba saliendo a enfrentar algo desconocido y estaba totalmente desprotegido. No tuve tiempo para más en frente a mí y a la luz de la luna pude ver que el viejo galpón estaba abierto y que alguien estaba junto a mi moto llevándola apagada.

Sentí una sensación extraña entre un gran calor y un escalofrío y reaccioné corriendo hacia el ladrón y gritando "Hijo de pu...", el ladrón se vio sorprendido y tiro la moto lo que más me exasperó, creo que el dio algún paso hacia mi porque chocamos de frente, rebotamos y apenas nos habíamos separado cuando empecé a lanzar puñetazos uno, dos, tres hacia su cabeza, sentí un golpe en mis costillas y que perdía el equilibrio pero lance una patada que no se donde le pegué, apenas me pude tener en pie, di un paso hacia adelante y nuestras cabezas chocaron, intentaba golpearlo con la izquierda, la derecha estaba enloquecido y el respondía de igual forma, le erré un golpe y seguí de largo eso nos hizo alejar y girar, nunca me había sentido tan ahogado, me costaba respirar tomaba aire con la nariz y la boca total mente abierta pero no sé por qué seguía tras el, avancé y nos volvimos a golpear sentí un golpe en el rostro y cuando reaccioné estaba de rodillas en el suelo. Solo fue un instante pero el ladrón lo aprovecho y comenzó a correr, mientras me levantaba tambaleante vi su silueta entrando en el cañaveral, se estaba escapando.

Sentía fuego en todo mi cuerpo y mi bronca me hizo seguir, sin saber por qué corrí hacia la casa y dando zancadas comencé a subir la escalera hacia la azotea de a dos tal vez hasta de a tres escalones. Corrí por los techos de distintos niveles hasta llegar al pretil y casi seguir y caer al cañaveral, entonces escuchaba romperse las cañas y la luz de foco en la calle me permitió ver por momento avanzar al ladrón que escapaba, "hijo de put..." le grite a mi derecha vi una pila de ladrillos que habían sobrado de la obra y tomé uno y se lo tiré con todas mis fuerzas "hijo de put.." "Toc ajjj".

Respiraba agitado una y otra vez, miré mi mano y temblaba sin parar, me quedé mirando hacia el cañaveral no sé cuanto tiempo esperando que algo se moviera pero el silencio comenzó a aterrarme estaba inmóvil sin embargo seguía agitado, unas lagrimas escaparon de mis ojos, confundiéndose con la transpiración que caía a gotas por mi cara y que inundaba mi cuerpo, seguía mirando el mismo punto del cañaveral, comencé a pensar no podía creer que le había pegado con el ladrillo, solo quise... bueno no se darle de alguna manera. El silencio seguía y solo alguna briza movía las cañas comencé a ponerme muy nervioso ¿y si en esta locura no me di cuenta y realmente escapó? ¿si está inconsciente, herido o "MUERTO"? Comencé a mirar a mi alrededor, increíblemente los vecinos no parecían haber escuchado nada, ni un perro ladraba.

Volví a mirar el cañaveral, a pesar de todo me sentía más tranquilo, ¿y si llamo al 911? La policía Humm en las leyes de este país no puedes tocar a nadie si no está dentro de tu dormitorio y por las dudas consigue dos testigos que no sean familiares. El ladrón estaba huyendo y yo puedo haberlo matado. Tengo que saber que paso, bajé de la azotea y entré en la casa, me vestí rápidamente y busqué una linterna, salí al fondo y caminé hacia el cañaveral por donde entró el ladrón volví a sentir mi respiración agitada, sentía mucho miedo, comencé a avanzar entre las cañas por el mismo camino del ladrón, podía ver las cañas rotas y pisadas, entonces lo vi, inmóvil caído hacia un lado, volví a aspirar con fuerza y sentí mucho calor, me acerqué y lo moví con mis pies atento a reaccionar si se movía pero no lo hizo, se podía ver que estaba lastimado, cortado por las cañas al correr entre ellas y sin dudas con mucha sangre en la cabeza, pensé en el ladrillo y lo busqué pero no lo encontré, su rostro estaba hacia el otro lado y casi mirando el suelo, tiré de su ropa para moverlo y ponerlo boca arriba, sus ojos estaban abiertos y su boca cerrada, moví la luz de la linterna una y otra vez en sus ojos pero no hubo reacción alguna, "ESTABA MUERTO", lo conocía era uno de los Carlonchos, así les decíamos vivían a la vuelta de la esquina y todos eran ladrones, todo el mundo lo sabía y la policía también.

Me yamó la atención que estuviera solo y además cuando los hermanos se enteren el que va a estar muerto soy yo, comencé a pensar en mí en Patricia en mis estudios en mi futuro.

¿Cuándo hay que tomar una decisión entre uno y otra persona la mayoría de las veces la respuesta es la misma? "Yo".

No podía dejar que un ladrón me arruinara la vida, no era justo, era "el" el delincuente no yo, ¿Qué hago? Pensé una y otra vez sin encontrar una solución convincente, el tiempo pasaba me había vuelto a calmar "entonces lo pensé", ya tenía la solución, la noche estaba pasando y aún me quedaba mucho por hacer.

Recordé el cursillo que había recibido una ves con los bomberos para trasladar heridos, lo levanté en mis hombros, cruce un brazo y una pierna delante mio y los tomé con mi brazo y mano derecha, me acomodé bien, en la mano izquierda sostenía la linterna, iluminé el camino y comencé a salir del cañaveral hacia el fondo de mi casa.

Salí del cañaveral giré a mi izquierda y la luz de la luna iluminaba la respuesta, si, "el viejo aljibe" me sentía muy cansado, me acerqué y lo baje, casi lo tiré al costado del aljibe.

Varias películas e historias de la dictadura pasaron por mi mente, no podía solo tirarlo ya que podría flotar y verse, corrí al galpón busqué bolsas de plástico que tenía para la basura y cinta pato, comencé a forrar el cuerpo con bolsas y encintarlo no quería que alguna parte al descomponerse fuera a flotar, cuando terminé de envolverlo busqué dos piedras pesadas, y las encinté una en cada pierna.

Sentí un escalofrío al pensar que desde la ventana de la vecina se veía el fondo de mi casa, gire rápidamente y miré la ventana, nada, nadie miraba.

Levanté el cuerpo con mucho esfuerzo me dolía todo, puse las piernas con las piedras hacia adentro del aljibe, tomé aire, lo subí y de un empujón lo dejé caer, el impulso me hizo quedar mirando dentro del aljibe mientras caía, la luna cómplice se había puesto justo encima iluminando con su luz azul el fondo del aljibe, lo vi caer, el agua se movió bruscamente y volvió sobre el cuerpo que se fue sumergiendo hasta desaparecer, por unos instantes se vieron burbujas en el agua hasta que de apoco todo fue quedando en calma.

Di unos pasos hacia atrás y me quedé mirando no se por cuanto tiempo, esperando en silencio algo una señal un sonido pero fue en vano "solo silencio".

Tomé la linterna, las bolsas que sobraron y la cinta y regresé al galpón a guardarlas, salí, miré la moto, se veía a su lado y se sentía el olor de un charco de nafta, la levante y la llevé al galpón, no quise revisarla, salí nuevamente y cerré el galpón.

Caminé lentamente hacia la casa con los ojos fijos en el aljibe, abrí la puerta, entre y cerré, entre sombras llegué al dormitorio, caí exhausto en la cama y aunque no podía dejar de pensar el cansancio me venció y me dormí, sumido en la oscuridad de mi cuarto, una oscuridad mucho más profunda.

LA VERDAD TARDÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora