El día de trabajo había terminado y ya tranquilo en mi auto me dirigía a casa, los años pasan y uno nota las diferencias, el tránsito es una de ellas, en Montevideo la cantidad de vehículos ha crecido enormemente y la infraestructura de la ciudad sigue siendo la misma, así que una vez más me encontraba en un embotellamiento de tránsito, tranquilo si porque uno a la larga se va adaptando a su nueva realidad y comienza a aceptarla aunque esta no sea lo más deseado.
Intentaba bajar por Rondeau para salir a la Rambla pero avanzaba muy lentamente lo clásico unos metros y paras, unos metros y paras, armado ya de paciencia puse el pendrive para escuchar algo de música, Oldies en forma aleatoria 60, 70 y 80 temas inolvidables.
Luego de un tiempo doblé por Valparaíso hacia la vieja terminal de trenes General Artígas increíblemente abandonada, en cualquier otra parte del mundo este edificio sería un lugar histórico y turístico.
Tomar Paraguay no fue fácil y luego La Paz hasta la Rambla y taraaaaan otro embotellamiento, miré la fila de coches hasta casi la Central Eléctrica y me incomodó pero comencé a escuchar uno de mis temas favoritos, The wind of change de Scorpions, que no deja de recordarme la histórica caída del muro de Berlín en la noche del jueves 9 de noviembre de 1989, 28 años después de su construcción.
Por suerte la rambla es un lugar para mi apasionante, día a día cambia por el movimiento de los contenedores, los barcos, las grúas y toda su operativa, la ubicación de las cosas y los cambios de color hacen que ningún día sea igual a otro.
Después de la Central Electrica de UTE el tráfico se hizo un poco más fluido pero sin darme cuenta y en cuestión de minutos el sol se ponía tras la fortaleza del Cerro formando un fuerte halo anaranjado y avanzaba la oscuridad, todo un espectáculo, estaba a la altura de la tabacalera y aquel olor dulce, único al tabaco me hacía aspirar profundamente y disfrutarlo, las luces del Cerro y de la Refinería de ANCAP comenzaban a encenderse marcando brillosos surcos en las oscuras aguas de la bahía, y como frutilla de la torta allá a lo alto el faro de la fortaleza guiñaba una y otra vez como dándome la bienvenida a mi barrio. Sentí que uno de los temas llegaba a su fin y pensé que no debía distraerme tanto mientras manejaba.
Por la rambla llegué a la Ruta 1, acelerador y hacia adelante a 120 kmh. ya me había atrasado bastante, 2 kilómetros y medio y tomé la salida a la Teja para llegar a la Avenida Carlos María Ramírez, doblé hacia el Cerro, cuando cruzo el puente sobre la Ruta 1 no deja de llamarme la atención la magnificencia del Cerro, el titilar de las luces le da una vida particular que no la tiene durante el día, me acuerdo la impresión que me dio un día que llegué y había un apagón, hasta un escalofrío me dio, el Cerro había desaparecido en la oscuridad de la noche.
Pero hoy no, hoy era un día especial y lleno de luz, llegué a casa abrí el portón de la cochera y guardé el auto me quedé un momento sentado pensando, Romina ni siquiera me había llamado, conocía bien a mi esposa, tenía una forma de ser muy especial muy tranquila pero no se le olvidaba nada, si no había venido a recibirme hoy en mi cumpleaños 37 era porque algo estaba tramando. Salí del auto, cerré la cochera y me dirigí a la puerta principal mientras sacaba las llaves de mi bolsillo.
Abrí la puerta y entré, en el living estaba Romina sentada escuchando música, se levanto con una hermosa sonrisa en su rostro y acercándose a mi solo dijo "hola amor" y me besó con la dulzura de siempre, luego mientras caminábamos hacia el living me preguntó ¿Estás cansado? ¿Cómo estuvo el trabajo hoy?, esa era normalmente la rutina, ella me preguntaba por mi día hablábamos y yo le preguntaba por el de ella siempre nos interesábamos uno del otro, yo trabajaba de técnico en informática en una empresa y ella de recepcionista en otra empresa pero también de informática.
El tiempo fue pasando entre anécdotas del día, sonrisas y en algún momento molestias por cosas que nos habían pasado, ¡tenía una gran mujer a mi lado!, hermosa, sensible inteligente, ¿qué más podía pedir en mi cumpleaños?
Romina: ¿Quieres que prepare el mate o solo esperas a la cena?
Yo: Es una buena idea ¿quieres que valla a buscar un budín o algo para comer? ¡Yo tengo un poco de hambre¡
Romina: No amor ya tengo me dijo mientras se dirigía a la cocina, me acomode en el sillón y levanté un poco el sonido de la música, claro a ella también le gustaban los Oldies... instantes después Romina se me acercó por detrás y hablándome suavemente al oído me dijo ¡Cierra los hojos! Lo hice sonriendo y sentí que colocaba algo vendando mis ojos. Por unos minutos sentí sus pasos y ruidos.
Romina: No mires.
Yo: Tengo los ojos vendados amor.
Se hizo un momento de silencio hasta que sentí nuevamente el susurro de su vos que me decía mantén los ojos cerrados, sacó lo que me había puesto lentamente y me dijo ¡abre los ojos!
La mesita del living estaba llena de cosas, ¡ricas!, mmm pasta frola, de dulce de membrillo y de dulce de leche, sándwiches, pebetes y en medio una torta de chocolate con el número 37 encendido.
Me quise dar vuelta para agradecerle pero me tomó por los hombros y dijo, ¡no no! primero pide un deseo y sopla las velitas.
Cerré los ojos para pedir un deseo que no voy a compartir, abrí los ojos me incliné sobre la torta y soplé las velitas sintiéndome feliz como un niño, para entonces Romina estaba delante de mi riendo y aplaudiendo, me levanté nos besamos y de ahí en adelante pasé un momento maravilloso.
Ya era tarde le ayude a levantar, ordenar y limpiar, ella me conocía tanto como yo a ella así que me dijo ¿quieres fumar un cigarrillo tranquilo antes de acostarte?, si amor ¿me acompañas? por supuesto, voy en un minuto.
Regresé al living, abrí mi valija, saqué los cigarrillos y un clásico encendedor que poco gas le quedaba, salí por la puerta del fondo y me senté en los escalones mirando el jardín, la noche clara y estrellada acompañaba al cumpleaños y la luna no podía faltar a la fiesta dándole un toque de romanticismo que dado el momento era ideal.
Romina llegó y se sentó a mi lado, me quedé mirándola mientras acomodaba su cabello, en silencio sacó de la cartera sus cigarrillos, había cosas que no compartíamos y la marca era una de ellas, sacó uno y lo puso entre sus dedos, me miro sonriendo y preguntó ¿tienes fuego?, metí mi mano en el bolsillo de la campera y saqué el encendedor, entonces detuvo mi mano y siempre sonriendo me sorprendió ¡no con ese, hazlo con este! lo vi y no lo podía creer, "Romina sabía que me gustaban mucho las antigüedades", en su mano sostenía un encendedor totalmente dorado, como antes le llamaban un yesquero, de esos que encienden con nafta, el cuerpo y la tapa totalmente labrados, ¡me encantó! y mi rostro lo decía todo.
Romina: Feliz cumpleaños David.
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LA VERDAD TARDÍA
Ficción GeneralEn mi vida he tenido 3 hijos y con el propósito de estar a su lado siempre he tratado de hacer cosas en común, en este caso mi hija ha encontrado en Wattpad un medio que le permite no solo entretenerse sino aprender y desarrollarse, por eso aquí est...