Capítulo 8 - EL ROSTRO

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Caía la noche y estaba sentado afuera tratando de tranquilizarme, buscaba la forma de ocupar mi mente cuando comenzó a aparecer una gran luna amarillenta en el horizonte, entonces mi mente curiosa hizo la pregunta ideal y comencé a ocuparme en otra cosa, aquella gran luna me recordó una pregunta que también me la había hecho con el sol ¿porqué al salir o al ocultarse se ven más grande que en el resto de su recorrido? y como tantas otras cosas, la culpa la tiene nuestro cerebro. Una simple ilusión óptica conocida como la ilusión de Ponzo, cuando dos líneas horizontales, del mismo tamaño, se ponen una encima de otra a unas distancias razonables y flanqueadas por dos líneas oblicuas, una de ellas se verá mucho más grande que la otra a pesar de ser del mismo tamaño. Es decir que al crear una perspectiva de distancia, nuestro cerebro asume que el objeto en el horizonte es más grande aunque sea de la misma medida que si lo tuviéramos a un metro, esta es una prueba irrefutable de que no vemos con los ojos, sino con el cerebro.

Mientras me explicaba en silencio aquel efecto la luna subió rápidamente y comenzó a verse más blanca y pequeña, los primeros astros comenzaban a verse en el ya oscuro cielo, Venus, Júpiter, Sirius, Procyon...

La distracción me duró poco y aquella luna me recordó que era la misma luna que en esa noche que tanto quería olvidar iluminaba el fondo del viejo aljibe, Empecé a sentir calor, mucho calor y a transpirar, agobiado por la noche decidí entrar a la casa.

Las siguientes horas fueron un verdadero fastidio, mi mal humor y mi incomodidad me hizo discutir con Romina que solo quería entender que me pasaba, pero ¿Cómo le iba a decir? ¿Qué le iba a decir? Si ni yo estaba a esta altura seguro, después de tanto tiempo me sentía confundido y no sabía que podría haber pasado en todos estos años.

Una locura paso por mi mente y comencé a tenerla en cuenta, ¿y si voy? Capaz que ya ni exista el viejo aljibe, tal vez ya ni exista la casa. Si, es una locura ¿Para qué ir? Ya estaba en el pasado, haya pasado lo que haya pasado ahora en mi vida todo estaba bien...

No, no estaba bien, no podía seguir dudando tenía que saber si ese cuerpo estaba en el fondo del viejo aljibe.

No dije nada tomé la campera del armario, las llaves del auto de la mesita de entrada y salí hacia la cochera, me senté en el auto tembloroso, lo pensé por un momento pero finalmente puse la llave y le di arranque, abrí el portón de la cochera con el control remoto, el portón se habría lentamente y mi mano no soltaba la llave de encendido, cuando el portón terminó de abrirse sentí una extraña sensación de alivio, cómo después de tomar una decisión importante y sin duda esta lo era, saqué la mano de la llave y ya más decidido puse el cambio y salí.

Tomé Grecia y luego Carlos María Ramírez, crucé el puente sobre la ruta uno y mientras avanzaba vi en el espejo al Cerro, iluminado, alejándose lentamente. Decidí ir por el camino más simple y rápido no el más corto, me sentía tranquilo, en el Paso Molino tomé San Quintín hasta llegar al tristemente celebre Corredor Garzón, me detuvo un semáforo, entonces comencé a pensar en lo que estaba haciendo, sentí una bocina el semáforo ya estaba en verde y no me había dado cuenta, seguí hasta Propios bueno ahora Boulevard José Batlle y Ordóñez, crucé las vías del tren, ya estaba muy cerca, llegué a Avenida Sayago y doble hacia Peñarol la primera era José Caparroz.

Doblé lentamente por Caparroz y me detuve, por dios ¿Qué estaba haciendo? Los nervios no me dejaban mover y me sentía agitado, estaba a unos 60 metros, apagué el auto y salí, comencé a caminar e instintivamente me puse la capucha de la campera supongo que porque no quería que alguien me viera.

No lo podía creer parecía estar todo igual, el frente de la casa había cambiado muy poco ahora estaba de color rosa, la parte de abajo y la columna del porche seguían revestidas de ladrillo a la vista, las mismas aberturas de aluminio y la misma puerta de madera.

En el pasillo del costado, que antes daba al galpón, colocaron un portón alto, no podía entrar por el costado, pero si la vieja casa de Sayago estaba prácticamente igual, la casa de la vecina se había quedado en el tiempo no había cambiado nada y con ella el cañaveral.

Seguí caminando y observando no había ningún movimiento aparentemente todos dormían, saqué mi celular y miré la hora 03:24 decidí apagarlo para que nadie me molestara, ya estaba en la esquina de Bell, me di vuelta para regresar. Ya sabía que hacer, el muro de la vecina era bajo y podía acceder al cañaveral y desde ahí al fondo de la casa. Me detuve frente al cañaveral y me senté en el muro, miré detenidamente, estaba seguro que nadie me veía, salté el muro y entre abriéndome paso entre las cañas con mis manos, "crchs crack crack" me detuve al darme cuenta del ruido que hacía al pisar las cañas caídas en el piso. Tuve que moverme muy lentamente, sigiloso, por momentos algunos ruidos propios de las cañas me sobresaltaban, pase al costado de la ventana del dormitorio, nada solo silencio, finalmente llegué al fondo de la casa y comencé a salir del cañaveral, me asomé lentamente, no habían perros, o por lo menos aún no los veía, el fondo estaba algo cambiado, el galpón era más moderno con un portón corredizo, algunos autos desarmados entre el galpón y la casa, parecía un taller mecánico, me asusto ver movimiento pero enseguida me di cuenta que era ropa colgada en una cuerda, subí el alambrado apoyándome en una columna y salté al fondo de la casa, entonces lo vi la luna menguante iluminaba al viejo aljibe me volví a sentir nervioso, agitado, pero sabía lo que tenía que hacer. Miré una vez más a mi alrededor y comencé a caminar hacia el aljibe, apoyé mis manos en el borde y temblando me asomé para ver el fondo.

Mierda, la luna no estaba sobre el aljibe y no podía ver el fondo, ¿Cómo pude venir de noche y no traer una linterna? ¿Que hago? Miré a mi alredor, fui hacia el cañaveral, pasé mi mano por el alambrado y tomé restos de cañas del suelo, fui a la cuerda de ropa y tomé una camisa, la arranqué de la cuerda y la envolví en la punta de las cañas, en ningún taller mecánico podía faltar aceite. Me acerqué a unos tanques y efectivamente olía a aceite quemado, metí la antorcha casera para impregnarla de aceite, volví al aljibe, carajo, necesito fuego. Metí la mano en el bolsillo y sí, tenía el yesquero, lo saqué, lo encendí y con él la antorcha, estaba funcionado, me acerqué al poso, era profundo y no veía bien, solté la antorcha para que llegue al fondo y lo ilumine, ¡noooo! mientras veía caer la antorcha pensé que el fondo estaría con agua y la apagaría, entonces sentí un golpe y cenizas encendidas esparcirse hacia todos lados, el fondo estaba seco, y...

La antorcha comenzaba a apagarse pero aún iluminaba bien, perplejo pude ver el fondo, vacío, nada, no había nada, confundido y desorientado comencé a retroceder y alejarme del aljibe, me di vuelta al escuchar una puerta, no tuve tiempo de reaccionar, escuché una voz que gritaba ¡ladrooon! junto a un estampido y un fogonazo, sentí un fuerte ardor en el pecho y una fuerza incontrolable me empujó hacia atrás golpee contra el aljibe y de cabeza abajo, gritando me sentí caer...

Silencio y oscuridad, solo silencio y oscuridad, me sentía en paz, mi corazón palpitaba lentamente, en un momento me di cuenta que una luz muy tenue atravesaba mis párpados.

Sentí que alguien tomaba mi mano y reaccioné, intenté abrir los ojos pero no podía, otros sonidos fueron sumándose, seguí intentándolo y logré abrir los ojos, la luz me molestó y comencé a parpadear.

Escuché una voz que decía David, David, amor, Marcelo, Marcelo, David amor.

Abrí los ojos y me sentí totalmente confundido, ¿estaba muerto? No podía ser, era el amor de mi vida, era Patricia, estaba a mi derecha y tomaba mi mano, quise hablar pero solo pude emitir algún sonido.

Patricia: David no hables, está bien amor, estás en el hospital. Al salir de casa haciendo Willis tuviste un accidente en la esquina, tienes poli traumatismos y tuviste un fuerte golpe en la cabeza, hace 2 semanas que estás en el hospital pero ya estás bien.

Yo: No puede ser y ¿mi vida con Romina? ¿Estoy vivo? ¿Estoy muerto y esto es irreal? Era todo tan real que no podía darme cuenta, giré mi cabeza hacia la izquierda, había un instrumento con un monitor apagado y entonces todo me quedó claro, cuando lo vi, reflejado en el monitor vi mi rostro, mi rosto de 17 años.

FIN

Gracias Jesi.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2016 ⏰

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