Capítulo 12

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Unos quince minutos más tarde en un lugar de la ciudad

Estoy con Bernard sentada en un banco, no hay nadie por esta zona, algo bastante raro. Aunque bueno, estamos a 19 de diciembre. La gente estará en sus cosas poniendo el árbol de Navidad o comprando los regalos.
Bernard y yo aún no hemos hablado de lo ocurrido. Creo que sería un momento para hablar de ello. Justo cuando voy a abrir la boca, algo, una figura aparece por la penumbra corriendo y algo desorientada. No tardo mucho en darme cuenta. Es Anaïs.
Bernard y yo nos levantamos a la vez.

-¡Anaïs! -grito. -¿Qué te pasa? ¿Por que estás llorando?
-Yo... Yo...
-Anaïs, cálmate y siéntate. -le dice Bernard.

Anaïs se sienta y nos cuenta todo lo ocurrido.

-Pero... ¿Y Iñaki, Gonzalo y los demás? -pregunta Bernard.
-Gonzalo no sé. Sólo estaba Iñaki.
-Debemos contárselo a la policía, bueno, si crees que es lo correcto -contesto.
-Sí, vamos.

Anaïs, Bernard y yo caminamos por la ciudad hasta que nos encontramos a un policía y le contamos todo lo ocurrido.

-Bien, van a averiguar que ha pasado y los van a buscar. Tranquila. -consuelo a mi amiga.
-De tranquila nada. ¿Y Marina qué? Merece saberlo.
-Se lo diremos en cuanto lo veamos necesario, ¿vale? Con la muerte de Sebastian ya tienes bastante.
-Está bien... -contesta.

Bernard y yo acompañamos a Anaïs a su casa y nos despedimos de ella.
De regreso Bernard y yo hablamos de lo ocurrido.

-Que fuerte tío.
-Ya. Oye... Saliendonos del tema... Lo del otro día... Yo...

No sabe que decir. Yo tampoco. Estamos en silencio. Un silencio penetrante. Lo único que hacemos es mirarnos a los ojos. A sus hermosos ojos marrones.

-Ber, yo... -consigo decir al fin.

Bernard no me contesta simplemente acerca sus labios a los míos pero esta vez de verdad. Esta vez nadie nos interrumpe.

En ese mismo momento a las afueras de la ciudad.

-Tío. Has tenido suerte de caer en ese camión de colchones. Aunque sigo sin entender muy bien por qué llevaba colchones en el capo...
-¿Suerte? Tío. Que mas da estar vivo o muerto si no tengo a Anaïs. -contesta Xavier.
-No hagas una montaña de un grano de arena. Deberías alegrarte de estar vivo. La vida es un regalo. Y los que abandonan lo hacen por cobardes.

Xavier se queda callado.

-Por el momento será mejor que abandone la ciudad. La policía me estará buscando.
-Vale. Mi tío vive a 90km de aquí. Toma las llaves de su apartamento. Tranquilo, mi tío está en Dallas-Texas por motivos de trabajo. -le dice Iñaki.
-Muchas gracias tío. Eres un crack.

Xavier se monta en la moto y se despide de Iñaki, de Anaïs y de la ciudad por un tiempo. Ahora sería mejor que todos pensasen que está muerto.

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