— Ven, apúrate.
Él estaba allí abajo esperándome frente a su auto, tenía tantas ganas de bajar y abrazarlo, pero a la vez tanto miedo. Nunca había hecho cosas como esta en mi vida.
El reloj marcaba pocos minutos para la medianoche, mis padres estaban durmiendo y yo me discutía entre saltar o no por la ventana de mi cuarto hacia el chico con ojos azules. Era como si luego de eso no hubiese vuelta atrás, hoy era el día en que todo terminaría y comenzaría, así lo había descrito él, algunos días atrás.
¡Maldito amor!
Se supone que uno no se enamora a los dieciséis años o no por lo menos de la forma en que yo lo estaba de ese hombre que parecía tan inalcanzable a pesar de estar sólo a un piso de distancia.
— ¿Estás seguro de esto?— Susurré lo suficientemente alto desde mi ventana para que él pudiese escucharme, no quería despertar a mis padres o tal vez si, así todo sería más fácil; toda mi vida -hasta ahora- ellos habían tomado las decisiones por mí, pero hoy era el primer día que decidía qué hacer por mí misma y eso me daba terror.
— Venga, no pasará nada, te lo prometo. Siempre cuidaré de ti.
¿Cómo decirle que no a esa frase?
¡Oh bendito Cupido! maldigo el día que entraste a mi vida y lo moviste todo!
Aún lo recuerdo como si hubiese sido ayer: era un catorce de febrero como hoy y él era tan perfectamente inalcanzable como hoy...
-♥-
Hace exactamente un año atrás...
Las doce de la mañana, el primer periodo de clases había terminado y faltaba una hora para comenzar el segundo periodo, gimnasia, la peor de todas las clases en el mundo.
¿No se suponía que esa asignatura era para descansar y escapar de las clases reales?
Bueno al parecer en mi escuela no era así o por lo menos no para mí, siempre odié esa clase, ya sea porqué era terriblemente torpe para cualquier actividad física o porque todos se reían de mí cuando trataba de hacer lo que el profesor ordenaba, ahora bien, describirme como el centro de las risas de mis compañeros era exagerar bastante, después de todo en la mayor parte del tiempo nadie se percataba de mi existencia, lo que estaba bien para mi.
Ámbar, quien se suponía era mi mejor amiga, había tomado la decisión de enfermarse y no venir durante toda la semana, gracias a Dios era jueves, un día más y la tortura de la escuela habría terminado por lo menos durante el fin de semana.
No podía esperar para salir corriendo de esas paredes que me apresaban con otros quinientos idiotas.
— Un año y medio más y estarás en Aruba tomando el sol en sus playas — dije para mí misma dándome ánimos.
Hacia un año que ahorraba para un viaje por el Caribe luego de mi graduación, desde entonces nunca había fallado un día de meter diez dólares a la semana en el frasco que utilizaba como alcancía, la verdad es que solo quería dejar todo atrás y dedicarme a mí y al ocio por el tiempo que fuese necesario, sólo un año y medio más y mi sueño se haría realidad.
Caminando por los pasillos llenos de casilleros rojos llegué a los vestidores, aún era temprano para que las otras chicas de mi clase de Gimnasia estuviesen allí, así que me limité a colocarme el uniforme (un short tipo bermudas de color vino tinto con bordes amarillos, y una camiseta blanca con mangas también amarillas y cuello en V) y amarrar mi cabello castaño en un chungo. A veces pensaba que tenía demasiado cabello pero era incapaz de cortarlo, lo amaba. Era lo que más amaba de mí.
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365 días pero solo un 14 de febrero.
ChickLitUna historia de amor puede o no ser cliché, todo depende desde el punto de vista de como lo veamos. Daniella Zeta (si como la letra), es una chica común que vive de forma común en una una ciudad común donde parecen no darse cuenta de su existencia...