Gracias a la lástima que causaba en las personas, y eso incluía mis padres, pude lograr zafarme de no ir el viernes a la escuela, la verdad es que no tenía ganas de hacer nada más que ahogarme entre mis sabanas ese día, tan solo imaginar de todos señalándome como "La chica vomito" me aterraba, además existía una mínima posibilidad de encontrar al chico de ojos azules de último año en los pasillos de la escuela.
¿Cómo se supone que lo mirase de nuevo al rostro luego de ayer?
Bueno de alguna forma ya lo había hecho, en la enfermería, un momento raro, demasiado raro como para repetirlo de alguna forma.
Ámbar: No puedes escapar toda la vida de las cosas, Daniella.
Daniella: Tal vez no toda la vida, pero por lo menos lo intentaré hasta el lunes.
Ámbar: Cobarde (<_<)
Daniella: c:
Desconectada hace un minuto.
El resto del día pasó tranquilo, mis padres trabajaban así que me encontraba sola rodeada de mis cuatro paredes rosa Barbie y mi reproductor lleno de pegadiza música pop. Sí, yo era toda una adolescente de película. De las que aman el color rosa y a Justin Bieber... El mundo debe aceptar que el chico está buenísimo y ahora más que su cabeza no parece un coco. Ámbar, en cambio era diferente. Ella tenía una personalidad "única" o así lo llamaba ella. En ocasiones, me hacia la idea de que nuestras personalidades estaban cambiadas.
Ámbar era una chica totalmente ardiente con un increíble sentido de la moda y envidiables ondas rubias en su cabello que llegaban hasta su cintura baja, poseía todos los puntos necesarios para ser una perra popular de instituto, en cambio ella prefería leer manga y libros que nadie entendía, ver anime y escuchar Kpop y Jpop exclusivamente, mientras criticaba a los demás por ser "huecos sin cerebro" excepto a mí, yo le caía bien.
Ámbar tampoco era nada tímida, ella siempre decía las cosas que pensaba y no importaba lo imprudente que pudiese escucharse o lo raros que fueran sus pensamientos.
Yo en cambio, bueno... Yo quería ser una perra popular de instituto, tener un cuerpo para lucir bikinis de dos piezas y ser menos tímida.
Por supuesto que no todos eran defectos en mi, también tenía mis puntos fuertes, podía comer lo que quisiese sin miedo de engordar, después de todo una raya más no hace la diferencia en un tigre. Era menos notada cuando me pasaban cosas raras, lo cual generalmente era estupendo, aunque empezaba a pensar que eso último no era tan cierto después de ayer.
El lunes llegó y mi pesadilla había regresado, ir a la escuela era algo que mi madre no me dejaría evitar más y mucho menos después que me la pasara todo el fin de semana gritando como una loca mientras cantaba canciones antiguas de Katty Perry encerrada en mi habitación. Mis padres eran profesores, por lo que pensaban que faltar a la escuela era un delito capital, por suerte no trabajaban para la escuela a la que yo asistía.
Bajé de la camioneta Ford color blanco de mi madre justo en la entrada de la escuela. Tenía una sudadera con capucha así que traté de esconderme en esta durante mi camino hasta el interior de la edificación y gracias a Dios parecía funcionar, nadie parecía notar que "la chica vomito" había llegado a la escuela de nuevo o tal vez exageraba y a nadie le importaba que yo hubiese devuelto mi almuerzo encima del chico más candente , tal vez ya nadie lo recordaba o tal vez nadie lo sabía -aparte del grupo que nos acompañó a clase de gimnasia- .
— ¡Hey chica vómito, tengo algo para ti!
Sí, sin duda me había emocionado demasiado temprano.
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365 días pero solo un 14 de febrero.
ChickLitUna historia de amor puede o no ser cliché, todo depende desde el punto de vista de como lo veamos. Daniella Zeta (si como la letra), es una chica común que vive de forma común en una una ciudad común donde parecen no darse cuenta de su existencia...