Wyatt no regresó de inmediato luego de la fiesta, habían pasado días sin verle por los pasillos, me pregunté si aún era por esos "asuntos" que había mencionado ese día.
Tampoco habíamos vuelto a hablar por el teléfono, no porque no lo intentara, le había escrito varias veces pero ninguno de mis mensajes llegaban a ser enviados, estaba a punto de perder la esperanza de retomar nuestra amistad hasta que le vi.
Yo había salido tarde de una clase y corría hacia mi casillero para terminar de recoger lo que debía llevar a mi casa, sería un fin de semana de tareas a lo intenso, por lo que me paseaba velozmente por los pasillos llegando a dar con la puerta que llevaba al Gimnasio, él estaba allí.
Era él sin ninguna duda, pero no estaba solo, los demás miembros del equipo estaban con él y parecían estar dándole toda la atención al juego, así que no quise entrar e interrumpir, él estaba haciendo lo que le gustaba y había vuelto al instituto, ya no importaba si no me volvía a hablar, no importaba para nada puesto que me conformaba con verle sonreír de vez en cuando.
Llegué a mi casillero y saqué algunos libros que necesitaba para tareas de biología, un ensayo sobre el ADN, Mendel y sus leyes, al parecer todo en ese año seria sobre eso.
La señorita Hood amaba profundizar mucho en cada tema que daba así que esperaba buenos informes, eso sería un problema para Ámbar, no porque no fuese lista, es sólo porque no era dedicada a las tareas y eso.
Luego de cerrar el casillero me encaminé hacia afuera, esperaba que mamá estuviese allí esperando por mí para llevarme a casa, desde que nos había recogido borrachas en la fiesta parecía estar menos preocupada por mi seguridad, ella dijo "si ya están listas para emborracharse sólo con cuatro cervezas, están listas para asumir más responsabilidades sobre ustedes mismas".
Una madre normal castiga a sus hijas por hacer cosas como esa, eso quería decir que mi madre no era nada normal.
Salí del edificio de la escuela y pude notar que no estaba ninguna de las Fords blancas de mis padres así que saqué mi teléfono para llamarles, cuando encendí la pantalla noté que había un mensaje de mamá que no había leído, ponia que se había retrasado o algo, tocaba esperar.
Me senté al borde de uno de los escalones que quedaban frente a la entrada principal de la escuela, me coloqué los audífonos y puse música en el celular perdiéndome un poco entre los versos y prosas que se escuchaban en cada minuto de la canción, no sabía quiénes estaban cantando, mi playlist generalmente parecía una ensalada así que estaba conformada de muchas canciones al azar, algunas bastante raras.
La camioneta de mi madre llegó minutos después de que acabara esa canción, me levanté y me dispuse a caminar hasta que otro ruido llamó mi atención.
— ¡Zeta! — era él, no había duda, podía saber eso incluso con su voz interrumpida por la música en mis audífonos. Me detuve y giré para confirmar si mi teoría era cierta. — ¿Qué haces acá tan tarde? — quiso saber, eso me pareció lindo. Él estaba sudado y aún tenía su uniforme de baloncesto.
— Allí está mi madre, se retrasó para venirme a buscar. ¿Qué hay de ti?
— Practicaba con el equipo, está cerca un gran juego.
— ¿Eso significa que jugarás en él?
Él levanto la ceja y fue en ese momento en el que me di cuenta de que mi pregunta no había tenido sentido, si se suponía que estaba practicando para ese juego es porque estaría allí. A veces sólo me odiaba a mí misma por ser tan tonta.
— Sí, estaré en él. Eso creo. Necesito un favor...
Mi madre lo interrumpió tocando la bocina, giré y le hice un gesto para que esperara un poco por mí, debía hacerlo.
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365 días pero solo un 14 de febrero.
ChickLitUna historia de amor puede o no ser cliché, todo depende desde el punto de vista de como lo veamos. Daniella Zeta (si como la letra), es una chica común que vive de forma común en una una ciudad común donde parecen no darse cuenta de su existencia...