La tercera es la vencida.

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Luego de dos citas de estudio fallidas, no esperaba que hubiese una tercera, sin embargo Wyatt y yo nos habíamos reunido dentro de las instalaciones de la escuela en nuestros horarios libres para estudiar.

La biblioteca había sido la primera opción pero cuando fuimos Wyatt empezó a hacer chistes bastante graciosos, las risas llenaban el santuario de libros causando que la joven señora Morris nos echara como a perros del lugar. De todas maneras estaba bien, los lugares cerrados y Wyatt no parecían combinar, él era como un alma libre que necesitaba estar afuera, donde pudiese ser él sin necesidad de reprimir nada.

Varias semanas habían pasado, Ámbar nos acompañaba en ocasiones, en especial cuando elegíamos el patio para estudiar, ella amaba a aparentar que leía mangas mientras solo nos observaba a mí y al chico de ojos azules reír y estudiar, todo era perfecto, no necesitaba nada más.

Tres semanas después de nuestro encuentro en el centro comercial la época de exámenes estaba cerca y también la temporada de baloncesto estaba terminando, lo que significaba doble presión para el chico de piel tostada, nuestros encuentros de estudio habían disminuido esos días aunque siempre hablábamos por mensajes desde el teléfono, Ámbar también estaba distante concentrada en sus clases o al menos eso parecía, me hacía pensar que tal vez yo debía hacer lo mismo.

— ¡Daniella! — mi rubia amiga exclamó apareciendo de la nada detrás de mí, me sobresalté un poco a decir verdad pero nunca era diferente con ella. Ámbar siempre sabía como causar pequeños ataques cardíacos en mí, algún día nuestra amistad terminaría por matarme.

— ¿Qué pasa? — dudé mirándole con los ojos entrecerrados por segundos antes de volver a mi texto de química, nunca había sido mi materia favorita, por lo que me esforzaba mucho por pasarla con buenas notas.

— Ya descubrí todo — no tenía ni idea de a qué se refería, pero estaba claro de que no me dejaría seguir estudiando hasta que no me lo explicara. Resoplé, cerré mi libro y lo dejé de lado para ver a la rubia.

— A ver, ilumíname. ¿Qué has descubierto ahora?

 — ¡La razón por la cual Wyatt y su familia van a la estación de policía! — gritó en voz baja, sólo ella podía gritar en diferentes tonos de voz.

— No quiero saberlo — contesté tajante, aunque en realidad sí quería. Cada parte de mi ser me gritaba que le exigiera a Ambar soltar la sopa, pero un pequeño porcentaje de mí también decía que de descubrirlo tenía que ser de la boca del mismo Wyatt cuando él quisiera contármelo, que Ámbar me lo dijera se sentiría como una traición al chico de ojos azules.

— ¿Estas segura? Tal vez debas reconsiderar esa idea, después de todo es algo que deberías saber.

¡DILO DE UNA BUENA VEZ, TONTA!

— Sí, estoy segura. Supongo que lo sabremos cuando tengamos que saberlo, no antes, sólo cuando él decida que es hora de contarlo.

— Eso fue hace tres semanas, tú se lo impediste. ¿Recuerdas?

Tenía razón, él casi nos cuenta todo, esa era su intención pero solo porque pensó que nosotras ya lo sabíamos todo, luego de eso nada sobre el tema se volvió a tocar entre Wyatt y yo.

— Lo diré de cualquier forma, ya verás tú que decides hacer al respecto con la información — mi amiga parecía seria al referirse al tema, como si en realidad quisiera abordarlo lo que me daba aún más miedo descubrirlo.

Me levanté y tomé el libro que había dejado de leer, me negaba a escuchar lo que fuese que estuviese por decir la rubia, no quería escucharlo de ella. En serio estaba dudando de querer escucharlo de quien sea.

365 días pero solo un 14 de febrero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora