No todos tienen 50 sombras, pero tienen sombras

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La mañana del sábado había llegado pronto, se suponía que hoy me vería con el chico de ojos azules así que me sorprendía no estar totalmente ansiosa, en cambio estaba bastante tranquila. Me había vestido de forma cómoda para ir a casa de Wyatt, al final me había deshecho de las sugerencias de Ámbar quien pasó toda la noche escogiéndome ropa que usar para mi "no cita". Mi meta del día no era simpatizarle o gustarle a Wyatt sino ayudarlo para que pudiese quedarse en el equipo de baloncesto por lo cual veía totalmente fuera de lugar usar algo "especial" que me hiciese sentir tonta. 

Estaba usando unos pantalones cortos estilo pescador y mis converses de color blanco, también tenía una blusa sin mangas algo suelta y una vincha para el cabello. Hay quienes dicen que la ropa es super importante y tienen razón, este estilo me daba más confianza en mí misma y vaya que a veces la necesitaba pero no hoy, hoy era un día perfecto con un excelente clima y con una Daniella llena de confianza y actitud relajada.

Mi padre se había ofrecido a llevarme hasta la casa de Wyatt y por supuesto que mi madre había decido acompañarnos, estaban algo así como emocionados por mi primer tutoría, tal vez pensaban que me estaba convirtiendo en alguien como ellos, después de todo ambos eran profesores.

— ¿Por qué nunca dijiste que estabas en el programa de tutores de tu escuela? — mi papá preguntó con una sonrisa mirándome por el retrovisor de su auto que era una copia del de mi madre, si era raro que una familia tuviese dos autos iguales, dos camionetas Ford blancas en este caso pero me gustaba pensar que más que raros éramos únicos.

— No estoy en el programa de tutorías. ¿Existe alguno?

— Sí, si existe, cada escuela tiene uno, es algo así como una propuesta de hacer a los chicos socializar con los demás y al mismo tiempo aprender... Pero si no estás ¿Cómo es que vas a ir a ayudar a este chico con sus clases?

Toda esa idea del programa de tutorías sonaba como un programa para niños que aún no sabían contar los números del uno al cinco, seguramente por eso no había escuchado sobre eso, era terriblemente tonto y algo nerd.

— Bueno, la verdad es que él me pidió que le ayudase por eso estoy yendo a su casa.

— Eso es asombroso, seguramente debe pensar que eres bastante lista — mis padres siempre encontraban la forma de avergonzarme hasta estando sola, en especial mi madre, ella tenía una especie de don sobrenatural para eso.

— ¿Saben que esto no significa que me convertiré en profesora como ustedes, cierto? — era mejor matarles las esperanzas antes de que empezaran a regalarme rotuladores para pizarras acrílicas o lo que sea que se le regale a un futuro profesor.

— Claro que lo sabemos, pero no puedes culpar a tu padre y a mí por intentarlo — ella lo dijo con una sonrisa casi terrorífica mirándome desde su asiento delantero.

— ¿Quién es el chico, lo conocemos? — preguntó mi padre llamando la atención de todos allí, la respuesta claramente era un súper no, era casi imposible que ellos conocieran a cualquier chico de mi escuela, es decir, hablo con chicos y todo, pero ninguno puedo llamarlo "amigo" por lo que no les había presentado ninguno a mis padres así que la respuesta seguía estando tan clara como el agua.

— No lo sé, ¿Lo conocen? — respondí en forma de broma, ambos parecieron no entenderlo así que suspiré y volví a mirarlos desde mi posición. — Se llama Wyatt, va en último año y compartimos clase de Gimnasia.

— ¿Ultimo año? — papá puso menos atención al camino y más en mi cuando dijo eso, era hora de temer por mi vida mientras papá estuviese al volante.

— Es muy raro que alguien de último año le pida ayuda con las clases a alguien de grado inferior.

— Lo sé, pero él está en clases de reparación con inglés e historia por lo que no ha avanzado mucho además dudo que sea la gran cosa.

365 días pero solo un 14 de febrero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora