Epilogo

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Oh bendito Cupido, maldigo el día que entraste a mi vida y lo moviste todo. Aún lo recuerdo como si hubiese sido ayer, era un catorce de febrero como hoy y él era tan perfectamente inalcanzable como siempre.

-♥-

Hay chicas que son tan elásticas como una banda para el cabello y hay otras a las que simplemente se les dan bien los deportes. Bueno, yo no era ninguna de esas chicas, mi elasticidad se limitaba a recoger lápices cuando se caían de mi escritorio y respecto a los deportes, bueno de eso, no vale la pena hablar.

El plan para escapar esa noche con el chico de ojos azules era usar las escaleras del jardín que él había colocado junto a mi ventana en la segunda planta de mi casa, parecía un plan fácil, sólo parecía.

— Venga, no pasará nada— repitió con una sonrisa burlona. Tenía la impresión de que él siempre se reía de mí, no con mala intención, sólo se reía.

Vamos Daniella, tú puedes, es sólo colocar un pie debajo del otro mientras bajas esas estúpidas escaleras. ¿Qué es lo peor que podía pasar? ¿Caer y lastimarme? ¿Qué mis padres se dieran cuenta de que me estaba escapando con el chico al que ellos me habían prohibido ver?

Ok, sé que es una distancia corta, y que no moriré o algo por el estilo, pero la valentía no era mi mayor virtud. Siempre había sido cobarde, pero no hoy; luego de una pelea interna conmigo misma decidí dar el paso de valentía necesario para bajar por aquella escalera de jardín colocada en mi ventana.

No fue tan difícil como lo había pensado y duró mucho menos de lo que esperaba que duraría.

Lo gracioso vino después de tocar por fin el suelo cuando de inmediato pegué un grito altísimo que fue callado por las manos de Wyatt.

Él me había pellizcado sorprendiéndome y ahora se reía nuevamente de mí mientras cubría mi boca con sus manos. Era simplemente odioso que siempre se estuviese riendo de esa forma, me hacía sentir estúpida.

— Tonto — dije al volver a tener mis labios en libertad el aún reía bajo por lo que mis ojos se entrecerraron en su dirección.

— Tu tonto — corrigió besando inmediatamente mis labios de manera rápida para luego abrazarme, me quedé estupefacta mientras me sonrojaba, esa era otra de sus malas costumbres. Besar sin previo aviso, aunque siendo sincera esa mala costumbre podía quedarse para siempre.

A pesar de mis intentos porque mis padres no se enteraran de que estaba tratando de escapar de la casa, sentí como empezaban a escucharse ruidos desde adentro, seguramente lo poco que pude gritar los había despertado, todo era culpa de ese estúpido Wyatt.

— Será mejor que nos vayamos si queremos llegar antes de que descubran que no estás — comentó en un susurro bajo aun estrechándome entre sus brazos, lo cual en ese momento no causaba ninguna sensación diferente en mí, ya que estaba aterrada de que mis padres nos llegasen a ver en esta situación que simplemente no tenía ni cabo ni rabo.

— ¿Daniella, estás allí? — su voz se volvió a escuchar en medio de mi trance, así que sólo volví a intentar centrarme en el presente y mirarle.

— No creo que esto sea una buena idea, Wyatt — la cobardía que tanto me caracterizaba se hacía presente de nuevo causando una mueca de desagrado en el chico, me dolía tanto verlo así, que se sintiera decepcionado de mí, pero simplemente yo no podía cambiar de la noche a la mañana, él tenía que entenderlo.

— ¿Haremos esto o no? Es tu decisión y la respetaré — sin duda estaba mosqueado, cuanto odiaba a mis padres en estos momentos, cuanto me odiaba a mí misma en estos momentos.

365 días pero solo un 14 de febrero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora