Capítulo IX

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- Ashley... -

Escucho la voz de mi abuela, pero la busco y no la encuentro.

- Ashley, ¿sabes por qué no me ves?. - Pregunta de nuevo, esta vez en mi oído, para cuando me giro para verla no puedo. - Es porque tienes los ojos cerrados, y eso evita que me mires. Y no te deja ver cuál de todos tus amigos te engaña... Abre los ojos Ashley, yo se que puedes, cariño. No confíes en nadie, ya nada es seguro...

- Abuela no te vuelvas a ir, no me dejes otra vez. Estoy sola, no te vayas. - Pero ya era tarde. Ya no la escuchaba.

Desperté sudando y llorando.

Joder, mi abuela se contactó conmigo.

¿Por qué todo el mundo me dice que alguien de mis amigos me engaña? Es muy raro, ¿no?.

Es hora de que empieces a escuchar lo que te dicen, Ashley. Cómo dijo la abuela, hay que abrir los ojos.

Y en ese momento suena mi celular. Carajo, me asustó.

- ¿Hola?. - Ni siquiera me fijé quien es.

- ¡Buenos días mi pequeña! Hoy es el gran día, ¿ya pensaste en lo que vas a hacer?. - Ese era Emmett. La verdad es que no se de que mierda habla.

Hoy viernes.

¿Qué tenía que pensar?.

Recuerda Ashley, recuerda.

Ahg no me acuerdo! Detesto tener memoria de pez*.

- No me acuerdo, ¿Qué tenía que hacer, Emmett? Se buen amigo y dime.

Apenas digo eso y el idiota de mi amigo de ríe, osea no es gracioso que no me pueda acordar.

- La cena con la amante de tu papá, estúpida. - Oh ya me acordé.

Lo mejor de todo es que ni siquiera lo había pensado ni un segundo. No es algo que me interese y no sé si quiera ir.

Brooks, vas a ir por las buenas o por las malas. Hay que escuchar lo que tiene para decir esa señora.

- Voy a ir, ahora te dejo que tengo que llamarla para saber a que hora voy.

No le di tiempo a contestar y corté.

Era pura mentira que la llamaría, ya sabía la hora en la que tenía que ir, pero quería una excusa para cortar la llamada.

Tengo cosas importantes que hacer. Y es lo que voy a hacer ahora, quiero respuestas y ya.

Estaba yendo a la casa de él, tengo que empezar por el así se me hace más rápido y termino con el o la que me esté mintiendo.

Tengo mis sospechas, no son muchas pero algo es algo.

Cuando estuve en frente a su puerta le toqué timbre. Tardó un año en abrir pero lo hizo.

- ¿Qué estas haciendo en mi casa?. - Preguntó furioso. Estaba con sus típicos jeans negros y una remera blanca, y tenía su pelo, como de costumbre, despeinado.

Oh bebé, acá la que tiene que estar furiosa soy yo.

- No vine a dar vueltas así que quiero que me des explicaciones, y ahora. No tengo tiempo que perder, y si no querés que te mate aquí mismo me vas a contar todo. - Yo no quiero estupideces, quiero ir al grano así me dice si lo tengo que matar o no.

Por lo visto le dio gracia lo que le dije ya que soltó una carcajada.

- Verás cariño, yo no tengo porqué decirte nada. Y no me amenaces y mucho menos en mi propia casa porque te vas a arrepentir.

La Joven Índigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora