#Capitulo 3

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Tres horas después Andy descendía en una pista privada en Londres. Que él amara pilotear su avioneta era algo encantador de ver; era como un niño divirtiéndose con su más preciado juguete.
El cielo comenzaba a oscurecerse cuando entraron al lujoso auto y se dirigieron a la casa de Josh. Estar en una ciudad que conocía y hablaba el mismo idioma que Izz era un gran alivio para ella; tratar de entender al resto era perturbador, existían momentos en que quería despotricar y mandar a todos los italianos a la mierda, solo porque hablaban demasiado rápido para su intento de italiano.
Josh y Chelsea vivían en una zona residencial privada, por lo que fue imposible sorprenderles en la puerta de su casa porque el guardia en la puerta de la urbanización les anunció.
Con la felicidad llenándole el pecho, Izz se quitó el cinturón de seguridad y se apeó antes de que Andy hubiese apagado el coche. Consciente de que tanto su marido como Josh le estarían observando a través de sus respectivas ventanas, caminó mostrando seriedad.
Al estar a punto de llegar a la puerta, esta se abrió mostrando al rubio y fornido mejor amigo de su amo con su ya conocida, dulce y casi empalagosa sonrisa pareciendo más un adolescente o el típico modelo de revistas con el color de sus ojos iluminando más su sonrisa. La abrazó riendo, levantándola del suelo.
—Creí que te tendrían oculta toda una vida en Italia —un carraspeó les interrumpió la celebración; él la bajó antes de soltarla—. Vamos, amigo —le habló a su amo que les miraba con el ceño fruncido cruzando los brazos sobre su pecho—, déjalo ir, ella es como mi cuñada y tú mi hermano —Izz le miró apenada a su señor e instantáneamente los labios de Andy se curvaron en una sonrisa; cada vez que lo veía así, feliz, sentía que se enamoraba más de él—. Además, tú no tocas mi mujer, y yo no toco la tuya.
Andy la miró y le guiñó el ojo, en ese segundo sintió que su corazón se saltó un latido; él con la mirada le llamó a acercarse, lo comprendió como si fuese dicho por sus labios y siguió aquella orden silenciosa; caminó hasta él y le rodeó con los brazos inspirando su deliciosa fragancia de perfume costoso y su olor natural.
—¿Se van a quedar allí toda la noche? —Josh preguntó burlándose por aquel íntimo momento.
Andy la guió hacia la entrada, donde le dio un rápido abrazo a Josh. Al cruzar a la sala de estar vieron a Chelsea sentada en el suelo con aquel pequeño ángel rubio sobre sus piernas mientras recorría un pequeño auto deportivo por los brazos de su madre.
—Mira quien vino —Josh habló detrás de ellos llamando la atención de la rubia y el pequeño de ojos celestes.
—Mi amor —el pequeño Keith dijo levantándose del regazo de su madre y salió corriendo a su encuentro.
—Mi amor —le respondió Izz acuclillándose para abrazar al niño.
Andy no pudo evitar hacer un mohín ante tal muestra de afecto del pequeño Keith a Izz, era algo que iba más allá de lo racional, no podía controlar sus gestos cuando alguien se le acercaba de tal forma a su mujer. Posesivo era una palabra vana en comparación con lo que él sentía. Josh le puso la mano en el hombro.
—Si yo estuviera en tu posición cuidaría a mi mujer, aquel niño pequeño podría quitártela —con un bufido se quitó la mano de encima y avanzó hasta Chelsea para abrazarla con un poco más del afecto necesario—. No juegues conmigo, Andy —gruñó Josh acercándose a los dos y separándolos.
—Yo simplemente estoy saludando a mi buena amiga.
Estaba tan entretenido molestando a su mejor amigo, que la patada del niño en la pierna le tomó por sorpresa; vio a Keith con intenciones de reprenderlo, pero él lo miró enojado y luego volteó a mirar a Izz que estaba sentada en el sillón observando hacia otro lado con su vaga cara de póker.
Sus demonios nunca la abandonarán por completo —la voz del médico le recordó.
Dejando a un lado su intento de joder a Josh, caminó hasta Izz y se sentó en el brazo del sillón, como si ella actuara por inercia, se levantó dejándole el sillón para él; una vez que estuvo acomodado en la mullida superficie ella se sentó en su regazo posando la cabeza sobre su clavícula; la abrazó y metió las manos dentro de la blusa acariciándole la suave piel del abdomen.
—¿Qué los trae por aquí? —Chelsea preguntó sonriente.
—Izz extrañaba la ciudad, sus excéntricos amigos y al pequeño monstruo que está allá —señaló al niño sentado en el centro de la sala jugando con el auto.
—Es una pena que la hayas alejado de nosotros y que la mantengas cautiva en Italia, cuando en realidad tiene a su familia aquí en Londres.
—En pocas semanas estaremos de regreso, no sé de qué te quejas —Andy le depositó un beso en el hombro.
—¿En serio? —la rubia aplaudió feliz y Josh simplemente sonrió asintiendo.
—Pensé que se lo habías contado —le susurró a Izz al oído mientras olía su cabello.
—Cómo va a decírmelo si cuando llegas la quieres para ti solo —se quejó Chelsea e Izz soltó una risilla.
—En realidad no es así, recién me lo comentó esta mañana y he estado un poco ocupada —ella se encogió de hombros.
—Ya me imagino en que se han de haber ocupado —el comentario picante de Josh la hizo avergonzar y escondió el rostro es su cuello ocultando el sonrojo.
—Es increíble, si no lo viera con mis propios ojos no lo creería; después de todas las cosas que han hecho, ella todavía se sonroja —se mofó Josh.
—Tú no puedes saber lo que hacemos —le respondió Izz acurrucándose.
—Conozco demasiado bien a Andy —él le sonrió como si fuese gato Cheshire de Alicia en el país de las maravillas.
—He cambiado, Josh, al igual que tú lo has hecho —intercedió.
—Yo he cambiado, sí; y tú lo harás cuando tengan sus hijos.
Izz miró hacia otro lado, el tema de los hijos no había sido tocado nunca y no quería hacerlo. Había sido difícil para Andy aceptar los sentimientos en el BDSM y ahora una familia era como multiplicarle la dificultad. Ella no conocía a la perfección la mente de su señor, pero prefería evitar hacerse ilusiones; había sido criada para ser esposa dedicada y madre amorosa —aunque ella no haya tenido una madre así—, pero si él no quería, lo aceptaría.
—Cuando así sea, lo descubriremos —el corazón de Izz latió acelerado, él no se negaba a ello, simplemente lo hablaba para un futuro.
—Si vieras lo que yo he visto —Josh dijo riendo y Chelsea le dio un pequeño empujón gritándole con la mirada que cerrara la boca.
—¿Salimos a cenar esta noche? —la rubia preguntó a los dos hombres.
—No, hoy no; tengo unas cosas que arreglar por teléfono —Andy se excusó apretándola más a su pecho—. Mañana en la noche si Josh está de acuerdo.
—Perfecto, mañana trabajo en el horario matutino.
Luego de la cena y entre conversaciones sin importancia, risas y juegos con el pequeño, el tiempo pasó con rapidez llegando la medianoche.
—¿Izz, cómo te va con tu alumno preferido? —allí correría sangre y no sería del que hizo la pregunta.
—¿De qué hablas? —preguntó Andy consciente a qué se refería Josh.
—¿Cuánto tiempo duraste en esa escuela, Izz? —teniéndola sentada en su regazo rodeada con los brazos, sintió cuando se estremeció.
—Por favor —ella le susurró al fortachón que disfrutaba haciéndole padecer.
—Vamos, no me hagas adivinar —le sonrió—. ¿Dos meses?, ¿Tres?
—Josh, creo que sería prudente cerrar la puta boca —Andy farfulló sonando enojado, aunque en realidad no lo estaba, también le gustaba atormentar a Izz.
—Solo dime cuanto tiempo fue —rogó el rubio.
—Mes y medio —le respondió cerrando la mano con fuerza en la cintura de su mujer.
—Tan poco tiempo duraste como profesora —el rubio chasqueó la lengua repetidas veces mientras negaba—. Mal, muy mal —Josh comenzó a reír a carcajadas.
—Púdrete —Izz le enseñó el dedo medio y él solo sonrió.
—Si yo fuera tu amo no dejaría que trataras así a mis amigos.
—Pero no lo eres.
—Nos vamos, es tarde. Ve a despedirte de Chelsea —le ordenó.
Cuando vio a Izz desaparecer por el pasillo hacia la habitación de Keith, le dio un golpe en el hombro a Josh.
—¿Qué demonios? —se quejó su amigo sobándose el brazo.
—Última vez que tocas ese tema con o sin mi presencia —gruñó.
—No seas pesado, solo estoy bromeando, ella está bien.
—Ese chistecito fue un jodido problema para ella y para mí —se pasó la mano por el cabello repetidas veces.
—No fue gran cosa —Josh entornó los ojos quitándole la seriedad al asunto.
—La acusaron de acoso a menores cuando en realidad ese estúpido mocoso la acosaba, ¿Crees que eso es gracioso?
—Perdón, perdón —levantó las manos en rendición—, no sabía que tan jodido era el asunto.
Apareció Izz acompañada de Chelsea y ambos hombres callaron.
—Espero que vengan a visitarnos más seguido —Chelsea lo abrazó.
—Despídeme de tu mocoso —ella le dio un leve empujón.
—No hables así de mi bebé.
—Vale, vale —entornó los ojos—. Despídeme de Keith.
—Lo haré.
—Mañana de compras —Chelsea le recordó a Izz con una sonrisa y la interpelada asintió.
***

#Corazon De Tinta (Andy Biersack) 2TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora